La LOPD ha muerto; viva el RGPD y con él una nueva cultura de gestión de los datos de carácter personal. La normativa que hasta la fecha legislaba la protección de los datos de carácter personal nos marcaba cada paso a dar, nos imponía la declaración de los ficheros, nos exigía disponer de un listado de medidas de seguridad… y la que le sustituye, no siendo tan burocrática, es mucho más restrictiva y exigente, porque institucionaliza un nuevo significado del concepto de privacidad y, por ende, la necesidad de incorporarlo al lenguaje corporativo sin equívocos.