El estrés se produce en situaciones de tensión, en las que aparecen síntomas como nerviosismo, irritabilidad, tensión muscular, excesiva sudoración, problemas de concentración, dolores de cabeza o aumentos esporádicos del ritmo cardiaco. Si los has notado, posiblemente estés ante un principio de estrés, que a largo plazo puede desencadenar en un proceso de ansiedad.