La señal de alarma saltó en 2007. Las consecuencias iniciales de la crisis fueron el aumento del desempleo dependiente del sector de la construcción, y, por consiguiente, una contracción del consumo. La contracción del consumo hizo desaparecer empleo en otros sectores y en las familias hubo una conciencia de ahorrar ante la incertidumbre, lo que volvió a golpear al consumo. La crisis saltó de una época de consumo acelerado para caer en un panorama sombrío de pocos ingresos, aumento de paro, y una fuerte contención del gasto.