El estrés supone un hecho habitual en la vida de un directivo, debido a que su entorno está condicionado por situaciones negativas y también por positivas, y en ambos casos si es excesivo o si no es controlado, de forma espontánea o terapéuticamente puede alterar su salud, dando lugar a bajo rendimiento laboral, enfermedades cardiovasculares, ansiedad o depresión.