Cuidar la higiene en el entorno laboral es especialmente importante en primavera

Redacción5 mayo 20174min
La primavera ha llegado. Para unos, la mejor estación del año. Para otros, cada vez más numerosos, la época de los estornudos, el picor de ojos, el moqueo constante e incluso el asma. Un estudio sobre calidad del aire realizado por el PHS Serkonten, revela que el ambiente en los espacios cerrados está de media 5 veces más contaminado que el exterior, sobre todo en primavera.
Si tenemos en cuenta que el 90% de nuestro tiempo lo pasamos en interiores, que un adulto respira de media 10.800 litros de aire al día y que los gérmenes que emitimos en un estornudo, por ejemplo, pueden llegar a desplazarse hasta 50 metros, no cabe duda de que la calidad del aire que respiramos nos afecta. En el entorno laboral, por ejemplo, es en primavera cuando se disparan los índices de absentismo y se reduce la productividad.
Gema Priego, Responsable de Calidad, Medio Ambiente y PRL de PHS Serkonten, asegura que las moléculas de olor por ejemplo, son algunas de las más abundantes. «Provienen de los cuartos de baño, de las cocinas, de los contenedores de basura y reciclaje  y de los productos que utilizamos para limpieza o para el aseo personal, desde el perfume hasta los químicos, como la lejía o el amoniaco”, afirma.
En algunos espacios concretos como los hospitales, hay moléculas de olor de desinfectantes, tratamientos agresivos como quimioterapias o de desechos humanos. En los gimnasios, por ejemplo, las moléculas del olor a sudor impregnan utensilios, maquinarias, paredes etc… y los de la humedad, son habituales en spas, piscinas o en fuentes decorativas de interior.
También hay en el aire compuestos orgánicos volátiles que provienen de la pintura, las alfombras, el suelo, la fibra de vidrio de los aislantes, la madera y en oficinas y locales, de las impresoras y los ambientadores. Y por supuesto, todo lo que proviene de la calle y que entra o bien por puertas y ventanas, o en la suela de los zapatos y que incluye polen, polvo, C02 y moléculas contaminantes procedentes de los tubos de escape y del desgaste de los neumáticos de los vehículos. Si a todo esto le sumamos las emisiones de fábricas y chimeneas, concluimos que el aire que respiramos va cargado de un sinfín de moléculas que afectan a nuestra salud.
Priego señala que el Departamento de Prevención de Riesgos Laborales de PHS Serkonten ha comprobado que trabajar en estos ambientes “afecta a la concentración y la memoria, produce irritación en los ojos y problemas respiratorios, lo que inciden en el aumento del absentismo y el descenso de la productividad”. Es además un foco de contagio de catarros y otras patologías. “Los últimos estudios realizados a nivel europeo revelan que en 2025, el 50% de los ciudadanos de la UE habrán desarrollado algún tipo de alergia a causa de la mala calidad del aire”, añade.
La solución pasa por tomar conciencia de que no sólo es necesario mantener limpio y desinfectado suelos y mobiliario, ni poner el foco sólo en cuartos de baño y cocinas; sino que es imprescindible mantener los mismos niveles de higiene en todo el entorno laboral y además, contar con tecnología de higiene ambiental que por un lado filtre partículas contaminantes y por otro, regenere el aire que respiramos en nuestro puesto de trabajo.

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