Al contrario que la salud física, sobre la cual existe una cultura social de cuidado muy consolidada, no se debe desdeñar el cuidado de la salud emocional y psicológica dado el aumento de las bajas médicas relacionadas con factores psicosociales, más durante los meses en que la pandemia ha azotado con fuerza a la población en general y a la población trabajadora.
Detectarlos para evitarlos es básico y se logra gracias a la evaluación de riesgos psicosociales (EVRP), una herramienta que permite realizar el diagnóstico psicosocial dentro de una organización, para establecer actuaciones de mejora adecuadas a los riesgos detectados y al entorno en el que éstas deban ser llevadas a cabo.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo los define como “aquellos que hacen referencia a las condiciones que se encuentran presentes en una situación laboral y que están directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea, y que tienen capacidad para afectar tanto al bienestar o a la salud del trabajador como al desarrollo del trabajo”.
¿Por qué desconocemos casi todo sobre los riesgos psicosociales?
Una de las mayores dificultades que se encuentran a la hora de trabajar y evaluar los riesgos psicosociales, es entender la verdadera importancia que tienen en las organizaciones, y cómo afecta esto a medio y largo plazo. La causa principal es la falta de información y formación al respecto, no solo para el personal de seguridad y salud, sino para cualquier persona que forme parte de una organización. Aunque se nos supone familiarizados con conceptos como fatiga, estrés y las múltiples consecuencias que ocasionan, la guía recomienda no solo poner soluciones, sino anticiparnos a su llegada.
Por otro lado, históricamente se ha concedido escasa importancia a la psicosociología como una de las patas de la seguridad y salud en el trabajo. A pesar de ser la rama más humana y abstracta por su definición y composición, no por ello es menos importante.
Las pautas reflejadas en la guía ayudan a sensibilizar, tanto a empresarios como a trabajadores, sobre la importancia de estos riesgos: identificar los pasos básicos a la hora de llevar a cabo una EVRP, dotar de herramientas para una adecuada autodetección, analizar su representatividad en los distintos sectores y fomentar el desarrollo de hábitos saludables y buenas prácticas en el ámbito psicosocial.
Aunque no siempre podamos anticiparnos a las consecuencias, el impacto disminuirá a medida que va en aumento el aprendizaje y práctica en la intervención psicosocial, tanto a nivel organizativo como individual.
Todas las guías de buenas prácticas repiten una misma estructura ágil y accesible. Nuestros mutualistas tienen acceso online a ellas desde el portal Previene a través del Aula Prevención.