Cualquier estrategia que se quiera poner en marcha en una organización requiere de un aspecto fundamental para que pueda ser realmente efectiva: la implicación de la dirección. Y en el caso de la salud mental es especialmente relevante por la enorme cantidad de tabúes que existen en torno a ella. Tanto a la hora de transmitir la importancia de cuidar de la salud, como a la hora de dotar de recursos (económicos y profesionales) para la puesta en marcha de un plan estratégico, el compromiso de los directivos es imprescindible.
A pesar de que la salud mental se ha posicionado como uno de los “trending topics” empresariales de los últimos años, a menudo se ha tratado de una moda más que de una estrategia real para mejorar el estado de salud de los empleados.
La realidad es que el número de trabajadores que sufren problemas psicológicos ha ido en aumento, lo que demuestra que las medidas que se han llevado a cabo no han sido verdaderamente eficaces. Motivado, en parte, por la falta de compromiso de la dirección, que no ha mostrado suficiente interés en abordar este tema.
Este contexto parece que se está revirtiendo. Según LHH, el 64% de los directivos está preocupado por la salud mental de su plantilla, porcentaje que ha crecido 9 puntos porcentuales en comparación a julio de 2022 (55%), mientras que el 36% no se considera preocupado por este tema.
Estos datos reflejan cierta esperanza y hacen pensar que las empresas están empezando a tomar en serio este problema y están dispuestas a poner de su parte para mejorarlo.
Preocupación por la salud mental, incluida la propia
En cuanto a su propia salud mental, la mitad de los directivos dice tener altibajos, ya que en los picos de trabajo sufre estrés y ansiedad (50%), porcentaje que también ha crecido notablemente, 14 p.p. más que hace un año. Otro 8% reconoce que la pandemia empeoró su salud mental y el 2% directamente declara que no goza de buena salud mental.
El hecho de que ellos tampoco se encuentren en una situación de estabilidad psicológica puede que haya impulsado esa preocupación creciente por la salud mental de todo el conjunto de la empresa.
Sin embargo, son las mujeres directivas quienes otorgan mayor relevancia a la salud mental. También los que trabajan en empresas de más de 1.000 empleados.
Conscientes de los factores que pueden empeorar la salud mental de los trabajadores
Los directivos comienzan a ser conscientes de que existen aspectos sobre los que ellos tienen cierto control y que pueden impactar directamente en la salud mental de sus empleados.
En este sentido, 6 de cada 10 destacan la sobrecarga de trabajo (61%), no poder conciliar la vida personal y laboral (53%), un entorno de trabajo conflictivo (49%) y la no desconexión (45%).
