Por Verónica del Río San Millán, consultora de comunicación y marketing de RRHH.
La semana pasada fue una semana de adioses que nos dejan diferentes sabores de boca… adioses que si los trasladamos al mundo empresarial, se convierten en un “must” para todo directivo porque igual de importante es el momento de sumarse a un nuevo proyecto como el momento de despedirse de él. Y no me refiero sólo a esas despedidas que no obedecen a una decisión propia, las cuales por supuesto también hay que saber gestionar, sino sobre todo, a las decisiones que nacen de uno mismo… a las despedidas como la protagonizada por Zinedine Zidane, que pone punto y aparte a una etapa brillante en el momento más álgido de la misma, cuando aún no se ha terminado de digerir las mieles del éxito conquistado y cuando se cuenta con todos los apoyos para continuar…
¿Por qué es importante hacer algo así? Porque, como aseguró el ya ex entrenador del Real Madrid, “hay que saber cuándo parar”, cuándo ha llegado el momento de dar un paso al lado, cerrar una etapa y provocar el cambio…
El ejercicio del liderazgo de un proyecto, un equipo, una organización es tremendamente complejo y exigente, no exento de desafíos, dificultades, roces y desgastes… Y si bien ha de concentrar todos sus esfuerzos en la consecución de los logros marcados, tiene, al mismo tiempo, que obligar a no dejarse arrastrar por la dulzura somnoliente del éxito y a ver más allá de él…
Y es por ello que resulta vital en toda carrera de un directivo saber:
- Identificar el desgaste acumulado: “En este club la exigencia es muy alta”, “es un desgaste natural”, Zidane dixit .
- Admitir que falta motivación para continuar: «Después de tres años, veo que es momento».
Aceptar que se ha dejado de ser el más indicado para continuar liderando la travesía: “Conmigo hubiese sido complicado ganar el año que viene, lo hemos visto en Liga o en Copa del Rey”-. - Reconocer que lo mejor para todos es provocar el cambio: “Es una decisión para el bien de todos. Del club, de los jugadores, de todos… Este equipo debe seguir ganando y para eso necesita un cambio. Después de tres años necesita otro discurso, otra metodología de trabajo…”.
- Preservar también la autoexigencia y la ambición: “Soy un ganador, me gusta ganar y no me gusta perder. Y no veo tan claro seguir ganando este año. Si tengo la sensación de que no voy a ganar, hay que hacer algún cambio. No quiero continuar y empezar una temporada que acabe mal”.
En suma, todo directivo ha de saber provocar un adiós voluntario… En la economía de la reputación, la valía de un directivo ya no sólo se mide por la cantidad o peso de los éxitos conquistados. Identificar todos los ingredientes mencionados y ante su confluencia, poner el broche en el momento adecuado es un valor diferenciador… ya que esa despedida no deja de ser un ejercicio de humildad, honestidad, valentía y compromiso, máximos exponentes de la autenticidad de un líder….