El envejecimiento progresivo de la población es un fenómeno que se está dando, en mayor o menor medida, en todos los países europeos. Mientras que la esperanza de vida aumenta, en países como España y debido entre otros a la crisis, la incorporación de los jóvenes al mercado laboral se retrasa paulatinamente. Una de las principales consecuencias de la combinación de estos dos factores, más allá de un desplazamiento de la curva de la población activa, es que la población laboral europea está envejeciendo. Esta realidad plantea un reto tanto a las empresas como a la sociedad en general, que deberá adaptarse a ella modificando las condiciones de trabajo y la gestión de los recursos humanos. Desde Egarsat, con el objetivo de ayudar a las empresas mutualistas a llevar a cabo una mejor gestión de los recursos humanos de la empresa, se resalta la importancia de llevar a una buena gestión de la edad de la plantilla y de aplicar políticas de envejecimiento activo, factores, ambos, claves en el momento actual y en un futuro inmediato para evitar el absentismo laboral y hacer que este último tramo de vida activa sea beneficioso tanto para la empresa como para el trabajador.
¿Cómo llevar a cabo una gestión adecuada de los trabajadores de mayor edad?
Según la Guía para el Abordaje del Envejecimiento en la Gestión de la Prevención de Riesgos Laborales, elaborada por Fomento del Trabajo Nacional, en 2013 en España los mayores de 55 años representaban aproximadamente el 12% de la población ocupada, un porcentaje que va en aumento. Asimismo, se observa en los últimos años, que la presencia de mujeres en este tramo es progresivamente más elevada.
La decisión voluntaria de seguir trabajando a edades avanzadas depende de una buena adaptación al nuevo tramo de vida laboral y la balanza se inclina hacia uno u otro lado, en buena medida, en base a aspectos como la salud y el bienestar laborales. A su vez, el bienestar laboral a edades avanzadas depende de una triple adaptación por parte del trabajador mayor de 55 años: a los cambios de la organización, a los cambios familiares y a los cambios personales. El apoyo social es el factor laboral más importante. Es decir, ante la oportunidad de escoger una jubilación anticipada, aquellos que se encuentren más adaptados en su entorno laboral elegirán mayoritariamente seguir trabajando. Sin embargo, para ello tienen que sentir que se valora su experiencia, que pueden participar en la formación de los más jóvenes y que disponen de cierta flexibilidad horaria.
La jubilación anticipada
Tanto desde la Comisión Europea (Estrategia Europa 2020) como desde el Ministerio de Trabajo español (Estrategia global para la ocupación de los trabajadores de más edad 2012-2014), el objetivo es lograr que los ciudadanos puedan alargar su vida profesional. De hecho, desde 2013, existe la obligación legal de cotizar más años y tener más edad para acceder a una jubilación anticipada.
Por todo ello, existe la necesidad de plantear la gestión de la edad en el trabajo como un ámbito de actuación prioritario. Un planteamiento que hay que abordar desde diferentes perspectivas tales como la gestión de recursos humanos o la prevención de riesgos laborales. Se deben mejorar las condiciones de trabajo para que también los trabajadores de mayor edad puedan seguir trabajando.
Es necesario plantear la gestión de la edad en el trabajo como un ámbito de actuación prioritario, un planteamiento que hay que abordar desde diferentes perspectivas tales como la gestión de recursos humanos o la prevención de riesgos laborales.
El reto: Un cambio de mentalidad
Si las condiciones de trabajo son buenas y el trabajador se siente adaptado y contento con la actividad que desempeña, trabajar puede ser beneficioso para la salud física y mental del trabajador que sigue en activo. Aun así, según el Eurobarómetro de 2012, la discriminación por motivos de edad es el tipo de discriminación más frecuente en las empresas. Está claro, pues, que es necesario un cambio de mentalidad en este sentido para adaptar el mundo empresarial a la situación demográfica actual.
Este cambio de mentalidad debe pasar por formar a los individuos y a las organizaciones para que sean responsables y activos en los temas que afectan a su propia salud física y mental. Factores que promueven la salud de la sociedad en general deben formar parte de la cultura de las organizaciones. Elementos como la correcta adecuación del puesto de trabajo, una buena gestión de la diversidad generacional, el reconocimiento de la experiencia de los trabajadores de mayor edad o la difusión por parte de la empresa de la importancia de llevar a cabo hábitos y estilos de vida saludables como una dieta equilibrada, actividad física regular y detección precoz de enfermedades, redundarán en beneficio de todos y muy especialmente de los trabajadores de edad más avanzada.