La pandemia ha acelerado la implantación del teletrabajo a trompicones y de manera casi obligada. De hecho, algunas empresas ni siquiera estaban preparadas para un cambio tan repentino. Aun así, se han tenido que adaptar irremediablemente a esta nueva realidad. Y este nuevo tablero es el escenario al que se enfrenta también, por supuesto, la comunicación interna. De hecho, se convierte en uno de sus grandes retos para este 2021.
Canales como la cartelería, el tablón de anuncios o las televisiones y acciones presenciales en el lugar de trabajo, en grupo, etc. tendrán que ser sustituidos por otras alternativas que permitan divulgar los mensajes entre los colaboradores, estén donde estén. Esta será la principal barrera que tendrá que sortear la comunicación interna a corto plazo, cuya fórmula, con las mejoras que imponga la práctica, quedará instaurada de forma permanente. Es la parte positiva de este proceso de adaptación, pues no será un esfuerzo baldío, sino que será de aquellos que llegan para quedarse.
Más allá de este enorme desafío, los departamentos de comunicación interna se enfrentan a otros retos igualmente ambiciosos en este inicio de década.
1. Consolidarse como área estratégica. Aunque no siempre se le ha otorgado la relevancia que merece, la comunicación interna es una herramienta estratégica para el negocio y la situación actual no ha hecho más que ponerlo de manifiesto. Este debe ser el año en el que se confirme como un departamento determinante dentro de cualquier organización, ya que contribuye enormemente a alcanzar los objetivos comerciales, mantener la motivación, mejorar el orgullo de pertenencia, aumentar la productividad y favorecer el clima laboral. En términos corporativos, difunde la cultura organizacional y promueve sus valores para fomentar la unión y el trabajo en equipo. Es hora de que la comunicación interna tenga voz en la alta dirección. Es el momento ideal para que no se limite a escuchar, sino que por fin se le conceda un papel protagonista allí donde se toman las decisiones, pues, como ha demostrado, tiene mucho que aportar.
2. Equipos deslocalizados. Las comunicaciones internas se topan con la dificultad (aunque, a la vez, lo convierte en algo hermoso) de dirigirse a distintos públicos, departamentos y localizaciones físicas. Es decir, para una misma empresa es diferente dirigirse a los empleados de fábrica que a los de oficina. Por la propia naturaleza del trabajo que desempeña cada uno, los canales, dispositivos y herramientas con las que cuentan cada uno, son diferentes, así como el tiempo que dispone para informarse. Por ejemplo, para el personal de planta es más complicado acceder a canales digitales porque posiblemente no cuente con un ordenador, una tablet o un móvil. Sin embargo, no por ello deben recibir menos informaciones, ya que eso les haría sentirse desplazados, discriminados o infravalorados y, por consiguiente, más desmotivados y menos productivos. El reto, por ende, es seguir buscando estrategias para alcanzar a todos nuestros públicos e involucrarlos en la compañía, haciéndoles partícipes de la consecución de los objetivos.
3. Redes sociales. Jamás la sociedad había estado tan conectada. Y las empresas no son más que un reflejo de lo que sucede en la calle. A las personas les gusta estar informadas y comunicarse. No en vano, el hombre es un ser social y vive en comunidad. Las empresas deben seguir la tendencia de los últimos años e implantar y potenciar ese foro de conversación que son las redes sociales para fomentar esa unión a través de comunicaciones en forma de posts. Los directivos han de entender que comunicarse en red es parte del trabajo. Y en un futuro cercano, será tan evidente como lo es hoy por hoy el correo electrónico: imprescindible. El fomento de las comunidades repercute en la multiplicación de ideas y mejoras para el negocio, acelera las buenas prácticas, aviva una competencia bien entendida, genera hermandad y comunión… Asimismo, el intercambio de archivos, material gráfico y audiovisual permite una transmisión del conocimiento mucho más veloz. Las redes sociales cuentan con un potencial que hay que aprovechar.
4. Nuevas tecnologías. El desarrollo tecnológico es exponencial y las app tienen mucho que aportar en comunicación interna. Poco a poco, muchas de ellas están integrando en un mismo espacio canales de comunicación tan esenciales como la intranet, el portal del empleado o las propias redes sociales. Todo ello en una misma aplicación y en la mano del trabajador, con lo que puede estar informado en todo momento y constantemente en comunicación, cuando lo desee, tanto con la empresa como con sus propios compañeros. La tecnología lo ha hecho posible. El desafío ahora es convencer al empleado de que una herramienta así es positiva para él, pues, en muchos casos, incluso la tendrá que instalar en su teléfono personal, que ha pagado con su dinero. ¿Cómo conquistarle? Sencillo: con contenidos que le interesen. La empresa debe dejar de lado el discurso corporativo y formal y acercarse a lo que el trabajador verdaderamente quiere saber y entender cómo quiere interactuar. En definitiva, el esfuerzo y el compromiso debe darse por ambas partes. En cuanto ambos ceden, se produce el nexo: un punto de encuentro que involucra y fortalece el sentimiento de pertenencia. Según los datos de IAB Spain, los españoles tenemos de media más de 31 apps instaladas en cada dispositivo. Será sencillo persuadirles para que instalen una más si se les demuestra que les va a facilitar su día a día.
La era digital trae aparejada numerosos e inexorables cambios. Para sobrevivir, inevitablemente, las empresas deben seguir una actitud darwiniana y adaptarse. Grandes gigantes han caído por no actuar a tiempo o asumir que la evolución no iba con ellos.
La esencia de la comunicación interna sigue siendo la misma: acompañar a los objetivos del negocio, mantener informados y motivados a los empleados y crear un clima positivo de trabajo. Las exigencias sí cambian: cada vez se exige más rapidez, eficacia y transparencia.
La revolución tecnológica ha traído el cambio y también es la respuesta.
Artículo escrito por Nuria Soler, directora de marketing de Steeple.