En España más de dos tercios de los años perdidos debido a la mala salud (el 62% del total) se atribuyen principalmente a personas en edad laboral, generando una pérdida de 158.000 millones de euros de producción económica. Esta es una de las muchas conclusiones extraídas del informe publicado por el McKinsey Global Institute (MGI) “Priorizar la salud: Una Receta para la Prosperidad”.
El informe examina de cerca a Europa e identifica lo que se necesitaría para mejorar la salud de su población, y cuáles serían los beneficios para los individuos, la economía y la sociedad. Analiza la carga de la enfermedad y las previsiones económicas durante las dos próximas décadas, hasta 2040, para identificar los retos y las oportunidades a nivel de país y los resultados agregados para el conjunto de la región, con foco en los 27 Estados miembros de la Unión Europea, Suiza y el Reino Unido.
Según el informe, en España, el 51% de los años de vida saludable estimados para 2040 se añadirían a los menores de 70 años, donde la contribución económica es la más alta, y que constituyen en su totalidad el 94% del PIB. La mejora de la salud de las personas en edad laboral implica un incremento de la productividad económica del país que se traduciría en 144.000 millones de euros de impacto potencial sobre el PIB (equivalente a un aumento del 11% del PIB) y el desbloqueo de 494.000 millones de euros de bienestar económico gracias a los años adicionales vividos. Además, según recoge el estudio, por cada euro invertido en mejorar la salud, se obtiene un beneficio de 1,7 euros.
«La pandemia de COVID-19 es un ejemplo extremo de cómo la salud, y las medidas adoptadas para controlar y suprimir la propagación de una enfermedad infecciosa, pueden afectar a la economía”, señala Álvaro Carpintero, socio de la consultora McKinsey y líder de farma y healthcare para Iberia. “Incluso antes de la pandemia, la mala salud le costaba a Europa una media de 2,2 billones de euros, lo que representa el 15% del PIB al año, en pérdida de oportunidades económicas, y que equivaldría unos 4.100 euros por persona”, añade.
Hoy en día las personas viven más tiempo, pero no necesariamente con mejor salud, aunque España es una excepción positiva a la regla. La esperanza de vida en el país ha experimentado un incremento drástico en los últimos 80 años, alcanzando los 83.5 años, una edad que está por encima del promedio global y que ha aumentado en 54 años desde 1920. Según indica el informe, la sociedad española vive 2.5 años más que hace 10 años, y 1,5 de ellos en buena salud; a diferencia de países que también han aumentado años como China, con 2,9 años más de esperanza de vida, pero más de la mitad de ellos (1,6 años) con mala salud.
En términos generales, los problemas de salud inciden directamente en el potencial económico de un país. El mantener a los afectados fuera de la fuerza de trabajo, provoca una disminución de la productividad y la capacidad de generar ingresos. “El análisis se centra exclusivamente en la pérdida de oportunidades económicas que supone la mala salud en el mercado laboral, incluyendo la oferta global de trabajo, el desempleo, el subempleo y la productividad”, señala Álvaro Carpintero. “Pero no debemos olvidar que la mala salud también influye en la vida de las personas de muchas maneras no económicas, ya que generan dolor y preocupación”.
Según el estudio, si el panorama actual no varía en España, las enfermedades relacionadas con la edad y el estilo de vida alcanzarán en 2040 niveles similares a los de la malaria y las ETD (Enfermedades Tropicales desatendidas). Es necesario orientar el camino hacia el crecimiento saludable, con intervenciones que sabemos que funcionan, y así reducir hasta en un 32% la carga de la enfermedad. Para ello, se debe tener en cuenta que el potencial de reducción de la carga varía significativamente según el tipo de enfermedad, siendo las enfermedades crónicas las más difíciles de abordar. Sin embargo, el 73% del potencial de la mejora de la salud de las intervenciones conocidas provienen de medidas de actuación preventivas y de estilo de vida, y el 33% de las mejoras sanitarias podrían conseguirse con menos de 83 euros por cada año de vida saludable adicional.
Los proyectos de innovación con opción a entrar en el mercado, de cara a 2040, podrían reducir la carga de enfermedad, adicionalmente, en un 21%. La investigación e innovación juegan un papel determinante en las ciencias médicas, reforzando la calidad de vida de las personas mediante la prevención de enfermedades y la reducción de los problemas derivados de la mala salud. Para la configuración del escenario de crecimiento saludable que plantea el informe, se han tenido en cuenta únicamente los proyectos de tecnología que se encuentran en fases relativamente avanzadas de desarrollo, es decir, aquellos cuya materialización está prevista en los próximos 20 años, como es el caso de las tecnologías ómicas y moleculares, la terapia celular y la medicina regenerativa, la cirugía avanzada, la robótica y la terapia digital.
“El objetivo del informe es ofrecer una visión de lo que es posible conseguir con una amplia la salud mundial. Pero, aunque ofrecemos una guía sobre cómo mejorar la salud de la población mundial, cada país de Europa tiene unas condiciones sanitarias y económicas locales únicas que deben tenerse en cuenta para determinar las intervenciones más eficaces en cada caso”, finaliza. Sin embargo, en todos los casos, será necesario hacer del crecimiento de la salud una prioridad social y económica, mantener la salud en la agenda de todos, transformar los sistemas sanitarios y apostar por la innovación.