La Inteligencia Artificial no tiene sentido si obviamos las bases moleculares del comportamiento humano

Redacción22 mayo 201910min
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Parece ser que la Inteligencia Artificial no solo ha llegado a los procesos empresariales relacionados con la producción, sino que está entrando con fuerza en la gestión de los recursos humanos.

Para hablar de ello, se ha recabado la opinión de Elías Azulay, investigador principal de la empresa hispano-israelita Jacobson, líder en el desarrollo de soluciones algorítmicas.

Elías, ¿Realmente qué es la Inteligencia Artificial?                                                                                                                                                                                                                                                          La Inteligencia Artificial, para ser descrita como tal, debe cumplir 14 requisitos ya establecidos, conocidos como “Fourteen Synaptic Keys”, entre los que se encuentran la toma de decisiones de forma autónoma aplicando la capacidad de síntesis, además de poder ser reprogramada ya que utiliza configuraciones sinápticas. Pero la condición esencial es que trabaja de forma predictiva, plateando acontecimientos que todavía no han sucedido y que quizás nunca ocurran. Para decir o analizar aquello que ha sucedido ya están las calculadoras.

Nos vamos acostumbrando a relacionar diferentes palabras como “digital”, “robótica”, etc… pero la verdad es que la mayoría de las personas no tenemos muy claro su significado… ¿Qué diferencia hay entre un Algoritmo, el Deep Learning y la Inteligencia Artificial?                                                                                                                                                    Un algoritmo es una fórmula que trabaja sobre las variables y no sobre el resultado. Es una ecuación que sabe que no es finita. La Inteligencia Artificial se nutre de diversos algoritmos y entre éstos, se encuentran aquellos que generan el “Aprendizaje Profundo”, que no es otra cosa que la gestión de esas variables para alcanzar diferentes resultados. Mire, es como cuando una persona se enfada mucho ante un acontecimiento concreto, pero al cambiar las circunstancias dicho enfado tiende a desaparecer. Nuestro cerebro trabaja con estos elementos. Nuestro cerebro es predictivo y molecularmente polivalente. Modifica las variables pero no su estructura. Por eso, cuando el psiquiatra Rojas Marcos comenta que hay que hablar con uno mismo, se refiere precisamente a esta capacidad de modificar las variables.

Parece ser que la IA está aterrizando en la gestión de los recursos humanos, generando tanto miedo como ilusión. ¿Cómo lo ve usted?                                                                          Hasta ahora el departamento de RRHH ha sido “el hermano pobre” en las empresas, pero ante el gran despliegue de términos como “Felicidad”, “Talento”, etc… se ha creado una gigantesca ola innovadora que va mucho más allá de las palabras. Parte de culpa la tiene Daniel Goleman… Ja!ja! Lo cierto es todas las consultoras ya han aprendido ese vocabulario pero no su entramado y su aplicabilidad. Por ello, creo que viviremos unos 2 o 3 años donde aparecerán soluciones falsas, hojas de cálculo integradas en ficheros disfrazados de programas. Vamos a vivir una “gran mentira”. A mí personalmente me da mucho más miedo la ignorancia que el conocimiento. Sobre este tema, la escritora Pilar Jericó ha trabajado tenazmente sobre los miedos… esos miedos que están por llegar. Por eso, muchas empresas van a seguir haciendo las cosas como las hacían, pero con un ordenador.

Difícil nos lo pone, Elías. Parece que la informática se va a encargar de crear este nuevo escenario. ¿Es así?                                                                                                                                  No lo creo. La informática es una disciplina que evidentemente tiene que estar, tal y como está en la ingeniería, en la arquitectura o en la música. Pero toda la informática del mundo no tiene nada que hacer si obviamos las bases moleculares del comportamiento humano. Para ello, es necesario que se conozcan en profundidad resultados actualizados al respecto. Me refiero a que utilizando un test psicológico diseñado en el año 1926, cuando los neurotransmisores eran unos perfectos desconocidos, no vamos a adelantar gran cosa.

Cuando se menciona la Inteligencia Artificial, nos viene a la cabeza un robot con características humanas. ¿Esto es o será así?
En absoluto. La inmensa mayoría de la Inteligencia Artificial existente se encuentra empaquetada en RPAS (Robotic Process Automation Software). Vamos, que hablamos de unas cajitas sin patas. Eso del aspecto humanoide, además de ser ineficaz, es una torpeza.

Volviendo al tema relacionado con los recursos humanos y en particular, con los procesos de selección de personal… ¿Existen realmente soluciones al respecto?
El reclutamiento es la puerta de entrada de la Inteligencia Artificial al mundo de los RRHH. Son procesos relativamente sencillos que buscan indicadores de afinidad entre las características emocionales de los candidatos, las funciones a realizar y la propuesta de valores (cultura) de la empresa contratante. El gran problema surge cuando estas 3 variables no poseen una medición precisa. Mire, miles de empresas poseen una declaración de valores que es idéntica. Ya sabe, calidad, sostenibilidad, felicidad, bienestar, etc… No se lo crea. Cada una lo pondera y lo entiende de forma totalmente diferente. Por ejemplo, un gin-tonic nunca es único, ni siquiera ese mismo gin-tonic pasados unos minutos.

Actualmente, que yo sepa, solo hay 2 soluciones serias al respecto. Una es el desarrollo que está haciendo IBM con su plataforma Watson. Es increíble, pero los múltiples compromisos y desarrollos que poseen a nivel global, ralentiza su aplicación. La otra solución, basada en la replicación del modelo sináptico es la de Jacobson y su ADNe. Esta es más específica y está obteniendo una evolución muy interesante en el continente americano y en Europa. Sus preceptos relacionados con la sanidad son decisivos; no olvidemos que el origen de este algoritmo es el de la detección de desórdenes en el comportamiento y de patologías neurodegenerativas. De hecho, fue galardonado en 2018 por la fijación de la alerta temprana de la enfermedad del Alzheimer.

Me va usted a perdonar, pero ¿Me está diciendo que el mismo algoritmo e IA que utilizan para seleccionar personal es el que avisa sobre una enfermedad?
Así es. Mire, Eric Kandel (premio Nobel en Medicina y fisiología 2000 por el estudio del modelo neurotransmisor) comenta a menudo que desde la enfermedad es desde donde podemos entender eso de “estar sano”. Fíjese, si podemos marcar una alerta sobre el Alzheimer, Parkinson o Depresión, ¿no estamos preparados para definir a la persona adecuada para cubrir un puesto de trabajo en un ambiente determinado?

Le pongo un ejemplo. Una duplicación de cierto segmento del ADN biológico se encuentra implicada en la aparición del síndrome Autista con su correspondiente proceso de aislamiento social, así como la deleción (pérdida de estructura cromosómica) de ese mismo fragmento origina el síndrome de Williams que se caracteriza por una exageración en el comportamiento social.

Para finalizar, Elías. Todo esto parece cuestión de magia…
Lo parece… ¿Verdad? Pero no lo es. Se trata de años de estudio y de más de 180.000 muestras analizadas. Lo que parece mágico es que profesionales de los recursos humanos puedan establecer unas características o rasgos personales sin el mínimo conocimiento del funcionamiento sináptico. Eso de que existe “la hormona de la felicidad” esconde mucho peligro. ¿Sabía usted que dicha hormona también es la del odio o la que interviene en el desarrollo de una mastitis?

Perdone, pero hablando de felicidad… ¿Qué opina usted de esta corriente “feliz” que está inundando las redes sociales y en cierta medida, las empresas?
Pienso que si se trata el tema con rigor, es una estupenda línea de trabajo. Tengamos en cuenta que ser feliz es “ser” y el bienestar es “estar”. Estas dos características aconsejan que la primera sea absolutamente genética, mientras que la segunda sea epigenética (acción del ambiente sobre nuestro comportamiento). De hecho, desde hace 1 año hemos puesto a trabajar nuestra tecnología algorítmica al servicio de la doctora Paloma Fuentes, responsable del área de felicidad de Mahou San Miguel, empresa líder en este tema. Por ello, esta cuestión se aborda desde el rigor científico y no como una moda pasajera. Se trata de una inversión con un rápido retorno. De hecho, se han desarrollado las 20 herramientas para alcanzar la “máxima” felicidad posible en los trabajadores de la compañía. Con esto, se da un paso de gigante a nivel cuantitativo y cualitativo. Como dice la doctora Fuentes, “Si trabajamos para eliminar o reducir los Riesgos Laborales. ¿Porqué no vamos a trabajar en la mejora de la Felicidad?”


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