El talento huye de las empresas cuando no existe un clima de confianza y falta libertad para el desarrollo de la carrera profesional. Pero dicha fuga tiene un precio, mayor cuánto más alta es la posición del trabajador en la empresa. Con la incorporación de las generaciones Z, Y y millenial, que albergan nuevas expectativas hacia el mercado de trabajo y tremendas dosis de creatividad y capacidad de adaptación a entornos en constante cambio, la labor de retención y estabilidad de la plantilla resulta aún más compleja, de ahí que para avanzar como corporación en el panorama económico actual resulten clave las políticas orientadas a la retención de talento.
Según el informe «Tendencias Globales de Capital Humano 2019», de la consultora Deloitte, las empresas son conocedoras de las consecuencias de la fuga del talento, pero no consiguen encontrar las variables para evitarlo.
Retención del talento a través del coaching
El coaching puede actuar como herramienta de retención de talento, facilitando un entorno para el desarrollo de los profesionales. Para ello los líderes juegan un papel importante, ya que se convierten en el espejo en donde se miran los colaboradores. Si un líder adquiere habilidades que fomentan la motivación, el compromiso o la empatía, incidirá en sus colaboradores de forma positiva y esto se convertirá en un activo beneficioso para la empresa, que contará con equipos consolidados que trabajen de forma conjunta y compartan visión y objetivos y realicen una contribución activa a la organización.
La pérdida de talento en las empresas disminuye además el desarrollo de la innovación y el liderazgo. El coaching incide en los puntos fuertes que impiden el progreso del talento y su consiguiente fuga, frenando el coste producido a la empresa, y facilita las herramientas que fortalecen las capacidades para impulsar la motivación y el liderazgo, generando la consolidación de los equipos de excelencia. De este modo, potencia la lealtad de los trabajadores, revelando cierta fidelización que los clientes valoran como positivo.
Desde ICF se recomienda abordar estos procesos de transformación y liderazgo empresarial y humano con la ayuda de coaches profesionales debidamente formados y certificados. Solo así se puede garantizar una calidad en el servicio y la adhesión a un código ético y unas prácticas de validez internacional. ICF se fundamenta en un modelo basado en la excelencia, la capacitación y competencias profesionales, una formación específica con los más altos estándares cualitativos y exigentes, el reciclaje continuo, la experiencia y el riguroso cumplimiento y respeto de un código ético.
Gracias al sustento de dichos pilares, ICF es una entidad de referencia para clientes y empresas por su prestigio, credibilidad y garantía de coaching profesional de calidad, y sus profesionales certificados son los predilectos de organizaciones públicas y privadas.