España, a ‘medio gas’ en la adopción de tecnología e Inteligencia Artificial

Redacción23 enero 202021min
a medio gas
Adecco Group Institute, junto a la escuela de negocios Insead y la empresa Google, presentan por séptimo año consecutivo en Davos el Índice de Competitividad por el Talento Global (GTCI), un enfoque exhaustivo orientado a la resolución de los problemas relativos a la competitividad empresarial.

España, con un promedio de todas las variables analizadas de 55,70 puntos sobre 100 (3.12 puntos más que 2019), ocupa el puesto 32 en el ranking entre los 132 países analizados en el GTCI y mejora mínimamente su posición relativa con respecto a 2019, cuando ocupó el puesto 31 de 125 países.

Según este índice, España necesita mejorar aspectos como oportunidades directivas para mujeres, donde ocupa el puesto 118 de 132 -su colocación más baja entre todas las variables-, colaboración en los organismos (101), relación del salario con la productividad (puesto 99) o desempleo en educación terciaria o superior (posición 92).

Los datos más positivos de nuestro país corresponden a matriculación en educación superior (puesto 6 de 132) y a calidad en los centros de gestión (10), ambas dentro de la categoría «enseñanza oficial». También obtiene buenas marcas en tolerancia a los inmigrantes y comportamiento medioambiental, ambas variables en la posición 12 de 132.

El «Talento global en la era de la Inteligencia Artificial» protagoniza un capítulo especial, con conclusiones como que la IA aumentará directamente las capacidades humanas, y que los equipos formados por seres humanos e IA podrían ser más productivos. La automatización basada en la IA también ofrece oportunidades para rehumanizar el tiempo y para ofrecer trabajos más estimulantes intelectualmente.

Fortalezas y debilidades de España, según el GTCI

Si bien España ocupa el puesto 32 en el GTCI 2020 sobre una muestra de 132 países, en cada uno de los seis pilares analizados en el Índice de Competitividad por el Talento Global («Facilitadores», «Captación», «Crecimiento», «Retención», «Habilidades profesionales y técnicas» y «Habilidades de conocimiento global») obtiene una puntuación y comportamiento diferentes.

Así, España saca su mejor nota en el grupo de variables de «Retención» (puesto 23); mejor incluso que en 2019 (puesto 25) y con un desempeño superior a la media de los países de renta alta. Una posición lograda gracias al buen resultado obtenido en variables como comportamiento medioambiental (12), saneamiento (14), protección social o densidad de doctores, ambas en la posición 15.

Las peores colocaciones en este pilar son retención de cerebros (74) y, algo mejor colocada, sistema de pensiones (32). La buena posición en este pilar indica que nuestro país aborda eficazmente el desarrollo de su propio talento.

En la variable de «Crecimiento», España obtiene su segunda mejor posición (29) tras ganar tres puestos. Lo más relevante es la colocación positiva que mantiene en matriculación en educación superior (puesto 6 de 132, su marca más alta de todo el ranking), calidad en gestión de los centros (10) y en clasificación de universidades (23). Los datos más negativos de este pilar lo representan el desarrollo del trabajador (67), que mejora del puesto 79 de 2019, y la colaboración en los organismos (101) y entre ellos (87).

En el pilar de los «Facilitadores», España se encuentra en la posición 32, que mejora respecto a la 37 del anterior informe. Aquí su mejor marca está en la variable densidad de robots, donde alcanza el puesto 12. También obtiene buenas colocaciones en intensidad competitiva del mercado (20) y en infraestructura de las TIC (25). Pero sigue teniendo muy mala posición en variables de la categoría “empresa y trabajo” como la de relación salario y productividad (puesto 99) y en desempleo en educación terciaria (92).

Algunas de las variables que más han penalizado a este pilar en este año tienen que ver con el marco regulador del país. Son, por ejemplo, la estabilidad política, que ha pasado a la posición 51 cuando un año atrás ocupaba la 40, o la efectividad del gobierno, ahora en la posición 28 mientras que en 2019 ocupaba la 24.

Además, por primera vez en el GTCI, se analiza en el marco del pilar de los «Facilitadores» la adopción de la tecnología; es decir, las disrupciones tecnológicas que imperan en el mercado global implantadas en los diferentes países. Por lo tanto, este apartado proporciona una medida de lo bien o mal que los países están permitiendo el desarrollo de talento asociado con tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y el conocido como Internet de las cosas (IoT).

Así, España supera en densidad de robots a países como Francia (16), Suiza (17), Finlandia (18) o China (20). Sin embargo, todavía queda camino por recorrer en inmersión en tecnología emergente (54) y uso de la tecnología (47).

Por tanto, en nuestro país continúa siendo necesario mejorar los facilitadores y reforzar la apuesta por la tecnología para crear un entorno favorable para la atracción de talento y empleo dentro de nuestras fronteras.

Cuatro posiciones baja España en el pilar de Habilidades de conocimiento global (puesto 34 sobre 132). España consigue la posición 19 en lo referente a los trabajadores con educación superior, un puesto 25 en artículos en revistas científicas y la posición 27 en cuanto a volumen de innovación. Sin embargo, deja sus peores datos en altos funcionarios y directivos (puesto 62), exportaciones de gran valor (57) y actividad emprendedora de nuevos productos (52).

En cuanto al pilar de «Captación», España vuelve a bajar (puesto 45) por segundo año consecutivo (39 en 2019), con peores índices en la mayoría de los factores que componen esta área. Es el pilar en el que más posiciones pierde con respecto a 2019 (6 puestos).

La mejor variable de este grupo es la tolerancia a los inmigrantes (12), seguida a mucha distancia de inversión extranjera directa y transferencia de tecnología, que alcanza el puesto 29.
España sigue suspendiendo en oportunidades directivas a mujeres, donde queda en la posición 118 de 132 países analizados (similar al índice del año anterior), y que representa el dato más negativo de España en el GTCI 2020 (al igual que ya ocurrió en 2019). También es muy mejorable la posición en llegada de cerebros (83).

Por último, la peor marca de estos seis pilares corresponde a «Habilidades profesionales y técnicas» (53), que empeora, a su vez, respecto al pasado año (48). Contar con trabajadores con estudios secundarios (85) así como con población con estudios secundarios (81) penaliza a este pilar al igual que la relevancia del sistema educativo en la economía (78).

Su mejor colocación dentro de este grupo de variables no pasa del puesto 24 en productividad de cada empleado, seguido por facilidad para encontrar trabajadores formados (37).

Así, España se sitúa en una posición más débil en esta variable respecto a los países de su grupo de competidores, que demuestra la necesidad de reforzar la adquisición de estas habilidades para satisfacer los requisitos de las ofertas del mercado laboral en nuestro país.

Cuatro ciudades españolas en el ranking

Como ya es habitual en los últimos años, el GTCI incluye, por cuarta edición consecutiva, un ranking especial de ciudades, dada la importancia de las políticas locales para la competitividad y el talento, donde España ha vuelto a quedar muy bien ubicada, con cuatro representantes.

Las ciudades son actores claves, por lo que, en cada edición de este informe, se incrementa la cifra de núcleos urbanos analizados. En el GTCI 2020 se incluyen un total de 155 urbes, pertenecientes a 66 economías de todo el mundo (respecto a las 114, de 86 países, analizadas en 2019).

Las ciudades incluidas en este ranking se han identificado en base a su reputación y su creciente huella en captación, crecimiento y retención del talento global; así como en función de su tamaño, estatuto de capital nacional y disponibilidad de datos. El conjunto de ciudades analizadas representa una mezcla de capitales, urbes de gran tamaño y también núcleos urbanos más pequeños, que pueden considerarse “centros secundarios” o incluso “ubicaciones remotas”.

Como el año pasado, cuatro ciudades españolas se cuelan de nuevo en este ranking: Madrid, en el número 24, Barcelona, en el puesto 28, Bilbao (83) y Zaragoza (90).

La entrada de nuevas ciudades en este índice y los cambios en el rendimiento modifican las posiciones relativas de las urbes así como sus puntuaciones respecto al año anterior. Madrid mejora relativamente su posición, alzándose al puesto 24 de 155, con 56,4 puntos (puesto 23 de 114 en 2019). Igualmente,

Barcelona mejora su valoración en gran medida, al situarse en el puesto 28, con 55,8 puntos, frente al 49 de la pasada edición. Por su parte, decrece la posición de Bilbao, con 41,9 puntos, que ostenta el número 83 del ranking (puesto 44 en 2019). Lo mismo le sucede a Zaragoza, con 40,6 puntos, que baja al puesto 90, respecto al 54 del informe de 2019.

Destaca de nuevo la gran presencia europea en el ranking, ya que estas cuatro ciudades españolas forman parte de las 61 urbes del continente europeo recogidas.

Entre las ciudades más resaltadas en cada una de las variables analizadas aparece Bilbao, en el pilar de «Retención», donde alcanza un meritorio 3º puesto. Una posición que ocupaba Zaragoza en la pasada edición (en el puesto 6).

Al igual que en 2019, una ciudad estadounidense lidera el ranking. Así, el primer puesto lo ostenta Nueva York, que se lo arrebata a Washington (que baja al número 25). Londres, Singapur, San Francisco y Boston completan el top 5, con los mejores índices. En el primer grupo de ciudades se encuentran Madrid y Barcelona, muy cercanas a ciudades estadounidenses como Atlanta, Washington, Dallas, Miami, y las ciudades canadienses de Montreal y Vancouver.

Por su parte, Bilbao y Zaragoza se encuentran en el grupo 3, en posiciones cercanas a Kiel (Alemania), Sao Paulo (Brasil), la capital de Lituania, Vilna, Bucarest (Rumanía), Santiago (Chile), Buenos Aires (Argentina), Nantes (Francia) o Estambul (Turquía).

Inteligencia Artificial para un mejor mercado laboral

La Inteligencia Artificial podría considerarse una nueva fuerza del mercado laboral, que requiere de un profundo análisis. Desde el punto de vista del talento, concretamente en el ámbito de la demanda, ¿qué competencias hay que desarrollar para que los seres humanos aprovechen totalmente los avances de la IA? ¿Cómo pueden proporcionarse, adquirirse y renovarse esas competencias? Y del lado de la oferta, ¿qué puede esperar de forma razonable una persona de las capacidades nuevas y futuras de la IA desde el punto de vista de la contratación, la gestión de recursos humanos y la mejora de las competencias humanas presentes y futuras?

Como respuesta, vemos que ya existe una serie de productos basados en IA para ayudar tanto a demandantes de empleo a encontrar posibles oportunidades laborales como a empleadores a dar con el personal mejor cualificado para funciones específicas en sus empresas.

Este capítulo especial vaticina que en el lugar de trabajo y en el mercado laboral el futuro de la IA dependerá de fructíferas contribuciones mutuas entre seres humanos y máquinas a través de «actividades híbridas». Y para realizar y gestionar dichas actividades de la mejor manera, harán falta nuevas «competencias combinadas».

Diferentes variables del GTCI ponen el foco en el talento global en la era de la Inteligencia Artificial y tras analizarlos, algunas de las conclusiones que pueden extraerse son:

1) La brecha entre los líderes en talento (casi todos ellos, países con ingresos altos) y el resto del planeta está creciendo. En el universo de la IA, se ve una diferencia similar. El talento en IA es escaso y está distribuido de forma desigual en las diferentes industrias, sectores y países. Más de la mitad de la población mundial en desarrollo carece de competencias digitales básicas. En la era de la IA, esta diferencia en competencias digitales está aumentando, con unos pocos países que progresan rápidamente, mientras la mayoría del mundo en desarrollo se queda atrás.

2) La IA también puede brindar oportunidades importantes a los mercados emergentes para avanzar considerablemente. Los análisis longitudinales del GTCI apuntan que, incluso si es una excepción, más que la regla, algunos países en desarrollo (como China, Costa Rica y Malasia) pueden convertirse en líderes en talento en sus regiones, mientras otros (como Ghana o la India) han mejorado significativamente su habilidad para capacitar, captar, aumentar y retener el talento en los últimos años, por lo que pueden denominarse impulsores de talento.

3) Convertir la IA en una fuerza positiva requiere un enfoque proactivo y colaborativo. La IA puede tener una función clave en la prestación de soluciones para ayudar a la humanidad a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU: la educación (con programas digitales personalizados) y la salud (con diagnósticos y seguimiento remotos personalizados, además de análisis de Big Data para supervisar y reducir las enfermedades endémicas y epidemias) son dos de los ejemplos más inmediatos. Sin embargo, esto requerirá la colaboración por parte de varias partes implicadas. Los dos ámbitos (oferta y demanda) de la ecuación IA/talento merecen una atención simultánea: (1) desarrollar las competencias necesarias para garantizar una colaboración óptima entre ser humano y máquina y (2) crear las condiciones para maximizar el valor social y la sostenibilidad a largo plazo de dicha cooperación.

También es sumamente importante que la IA se diseñe dentro de unos principios rectores universalmente aceptados conforme al Estado de derecho, los derechos humanos fundamentales, la inclusión y la diversidad.

4) La aparición de la IA en el lugar de trabajo requiere una enorme recapacitación del personal. En todos los niveles de cualificación, el personal necesitará formación en adaptabilidad, inteligencia social, comunicación y resolución de problemas. La formación continua tendrá progresivamente una función clave en el desarrollo de competencias para fomentar la empatía, la creatividad, la imaginación, el criterio y el liderazgo, que probablemente sigan siendo actividades únicamente humanas. La recapacitación o reciclaje también serán necesarios para la adquisición de las competencias combinadas, con el fin de permitir a seres humanos y máquinas interactuar de forma eficaz y eficiente en actividades híbridas.

5) Al introducir la IA en empresas, comunidades o sociedades como un todo, una de las condiciones para la continuidad es la aceptabilidad. Parece crítico elaborar un discurso sobre la IA y el futuro de los trabajos que enfatice sus diversas posibilidades, en vez de simplemente provocar más miedo. No obstante, es fundamental que las personas tengan las oportunidades, competencias e intereses (y se sientan facultadas) para desempeñar los millones de nuevos puestos que creará la IA, de forma directa o indirecta. Debería recalcarse que la IA aumentará directamente las capacidades humanas, y que los equipos formados por seres humanos e IA podrían ser más productivos que aquellos de uno u otro grupo por separado. La automatización basada en la IA también ofrece oportunidades para rehumanizar el tiempo (por ejemplo, a través de un mejor equilibrio entre la vida personal y laboral humana) y para ofrecer trabajos más estimulantes intelectualmente.

6) Las ciudades se están esforzando por convertirse en centros de IA y atraer a talentos relevantes. Estos esfuerzos se traducen en diversas iniciativas y estrategias (como planes de estudios en universidades y escuelas locales y políticas agresivas para detectar, captar y retener al talento en IA). En muchos aspectos, este trabajo coincide con las estrategias de las ciudades para transformarse en inteligentes, a medida que la IA se convierte en un motor principal de la transformación local de las redes de transporte, eléctricas y otros componentes fundamentales de las estrategias urbanas. Actualmente y, cada vez más, en el futuro, las ciudades siguen siendo los principales bancos de pruebas para nuevas herramientas basadas en IA, como el reconocimiento facial, la televigilancia o los vehículos de conducción autónoma. La experiencia demuestra que la percepción del valor de estas tecnologías varía enormemente de una ciudad a otra.

En general, la brecha entre los países líderes en talento y el resto del planeta está creciendo. El talento en IA es escaso y está distribuido de forma desigual: más de la mitad de la población mundial en desarrollo carece de competencias digitales básicas.

En palabras de Alain Dehaze, consejero delegado del Grupo Adecco: «Con esto en mente, el Grupo Adecco se compromete a mejorar las habilidades y a reciclar a cinco millones de personas en todo el mundo para el año 2030, equipando a los individuos con futuras habilidades que les permitirán prosperar en la era de la IA».


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