La mejora continua y el reciclaje profesional siguen ocupando un lugar destacado en la lista de objetivos y necesidades de cualquier organización del siglo XXI. Y la última victoria de Nadal en Australia, o las dos medallas de plata conseguidas por nuestros deportistas en los recientes Juegos Olímpicos de Invierno constituyen una buena oportunidad para reflexionar sobre el papel que juega la práctica en el proceso de aprendizaje. En especial, cuando se tiene siempre en mente la búsqueda de la mejora; la excelencia.
Drazen Petrovic, el inolvidable jugador de baloncesto croata, que primero fue la «bestia negra» del Real Madrid, posteriormente le ayudó a ganar títulos nacionales y europeos, y acabó recalando en la NBA como uno de los primeros europeos que probaba fortuna en la espectacular liga estadounidense, finalizó su carrera (de forma tristemente prematura) siendo infalible en los tiros a canasta. Pero dicen quienes le conocieron que no siempre fue así. Y es que, después de los partidos, se quedaba en la pista, ensayando sobre todo lanzamientos triples. Y cuentan que, en cada una de esas sesiones, podía tirar a canasta hasta un millar de veces…
Practicar con atención
El propio Nadal o el piloto Carlos Sáinz, por citar solo dos deportistas españoles galardonados en múltiples ocasiones, ¿siguen practicando, a pesar de su ingente cantidad de títulos de alto nivel? Por supuesto. La teoría de la utilidad marginal también puede aplicarse al aprendizaje y la mejora: identificar los numerosos componentes minúsculos que contribuyen al éxito y abordar su mejora de manera gradual y progresiva.
Eso permite que la práctica de habilidades se centre en las áreas donde esa mejora que mencionábamos pueda tener el mayor impacto, y abra paso a nuevos enfoques que contribuyan al éxito general. De hecho, Recursos Humanos también puede aplicar este mismo planteamiento para mejorar las habilidades de la plantilla. Primero, identificando dónde tendrá mayor impacto la práctica continua, y después asegurándose de que su enfoque resulte tan efectivo como sea posible.
Recursos Humanos puede aplicar este planteamiento para mejorar las habilidades de la plantilla: identificando dónde tendrá mayor impacto la práctica continua, y asegurándose de que su enfoque resulte tan efectivo como sea posible.
La neurociencia dice que cuando aprendemos una nueva habilidad, la actividad de nuestro cerebro aumenta si se le facilita un objetivo al que debe prestar atención (conciencia guiada). Ese enfoque inicial ayuda a activar importantes centros cerebrales relacionados con el aprendizaje. A medida que avanzamos en nuestro camino de desarrollo de habilidades, el cerebro pasa de hacer grandes cambios a un ajuste más fino. Es lo que permite la consciencia: aumentar tanto la eficacia como la eficiencia.
Consciencia, repetición, retroalimentación y reflexión
Cuando conseguimos convertir la práctica consciente en un apasionante viaje de actualización o mejora de habilidades, hemos de asegurarnos de que incluya:
- Acción consciente. Mirar y escuchar proporciona información al cerebro; pero hacerlo con consciencia activa el proceso de aprendizaje específicamente relacionado con los aspectos de la habilidad que cada individuo necesita o quiere mejorar. Por eso, RRHH debe asegurarse de que cada empleado sepa en qué concentrarse mientras practica la habilidad que se considera fundamental para cada tarea.
- Repetición deliberada. Una acción debe repetirse para crear una neurovía en el cerebro. Esa repetición crea, por así decir, memoria. Y una vez que se establece ese camino, la velocidad aumenta. Aunque se debe tener cuidado al trazar ese camino. Repetir acciones con consciencia asegura que los caminos que se crean sean los más efectivos y eficientes. También reduce la necesidad de retroceder o cometer errores.
- Retroalimentación. Al aprender una nueva habilidad, la retroalimentación es esencial para tomar consciencia del proceso de desarrollo de dicha capacidad. Una persona que aprende una nueva habilidad no está en posición de evaluar su propio nivel de éxito sin alguna retroalimentación externa; ya sea de alguien que posee la habilidad o tras comprobar un resultado directo de sus acciones. La retroalimentación es lo que crea la consciencia de lo que ya ha funcionado y lo que podría hacerse de manera diferente o mejor.
- Reflexión. A menudo, se pasa por alto, pero la reflexión después de la práctica apoya la consolidación del aprendizaje, por lo que es un componente esencial de la práctica eficiente. En una palabra, es aquello que permite retener las ventajas de una sesión de entrenamiento. Y reflexionar mientras se practica permite llevar a cabo ajustes en el momento, que apoyan un desarrollo de habilidades más rápido.
Fuente: HRMagazine