En el panorama empresarial actual, donde las compañías tienen que reinventarse, el entorno de incertidumbre provoca ansiedad, miedo y estrés en las personas. Las competencias emocionales son clave para afrontar la situación. Sin embargo, “muchas empresas se están equivocando al preparar a sus equipos sólo en competencias digitales. No serán capaces de transformarse con éxito en el momento de cambios disruptivos que vivimos si no se preparan también en competencias emocionales”, afirma Michael de José, presidente de Idiena (Instituto de Inteligencia Emocional y Neurociencia Aplicada).
“El coronavirus ha supuesto un drástico cambio inesperado para las empresas, las personas y la sociedad en su conjunto. No hay una ‘nueva normalidad’, hay una nueva realidad. Nada volverá a ser como era antes del Covid-19”, continúa el presidente del Idiena. “Esta transformación se une a las disrupciones de los últimos 15 años”. Pone como ejemplo la lista de las empresas más valiosas del mundo: hace pocos años eran petroleras, bancos o automovilísticas. Hoy en día, las cinco firmas que encabezan el Dow Jones son tecnológicas (Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet y Facebook) y Tesla ha superado en valor al gran fabricante de coches que es Toyota.
Esto requiere redefinir cada modelo de negocio y desarrollar nuevas estrategias, pero el 70% de las estrategias fallan en su implantación. Generalmente, porque se olvida que detrás hay personas que tienen que aceptar e impulsar el cambio. “Las empresas han puesto el foco en las competencias digitales, en el reskilling y el upskilling, pero han olvidado las competencias emocionales que necesitan las personas para implicarse en la transformación”, añade Michael de José.
COMPETENCIAS PARA EL CAMBIO
Idiena ha analizado las competencias emocionales para identificar las cinco que resultan clave para gestionar tiempos de fuertes cambios, como el actual, y que las empresas deberían tener en cuenta para entrenar a sus equipos:
- Iniciativa. La competencia más importante en una época de transformación. Tiene que ver con la capacidad de emprendimiento de las personas y socialmente está muy poco desarrollada en España, en comparación con los países de su entorno económico. Se trata de convertir ideas en acciones, asumiendo riesgos. Las personas con iniciativa actúan más de lo que se espera de ellas, están más motivadas, suelen anticiparse a los problemas y detectan oportunidades antes que sus competidores.
- Flexibilidad. Es la habilidad de cambiar cuando es preciso y es el extremo contrario de la rigidez. Tiene que ver con la capacidad de las personas para reaccionar de forma positiva ante situaciones imprevistas. En lugar de resistirse al cambio son capaces de adaptarse, igual que varían su actitud cuando las evidencias les demuestran que están equivocadas.
- Optimismo. Se traduce en una visión positiva ante el entorno y los acontecimientos (basada en los trabajos de Martin Seligman sobre la psicología positiva). El optimismo se cultiva, al contrario de lo que sucede en muchas empresas, en las que se penaliza el fracaso. Por el contrario, el optimismo impulsa a las personas a aprovechar las oportunidades y superar los contratiempos, sin desanimarse ante los obstáculos.
- Resiliencia. Es otra de las competencias emocionales que más valoran los responsables de reclutamiento en las empresas. La resiliencia ayuda a las personas a enfrentarse a situaciones estresantes, fallos o frustraciones como si fueran retos, logrando incluso salir fortalecidas tras hechos adversos. Se trata de pensar que llegará algo mejor, sin que la tensión del ambiente se traslade al entorno laboral, evitando sentimientos de frustración, miedo u odio. No es posible frenar los acontecimientos, pero sí enfrentar lo que sucede, aunque sea complejo. Así, las personas resilientes comprenden y manejan mejor sus emociones, como un mecanismo de autoprotección. La resiliencia ayuda a tener control ante lo que ocurra en el entorno, mantener la autoestima, reducir la ansiedad o las posibilidades de ira o depresión.
- Trabajo en Equipo. Los líderes tienen por delante el reto de “reinventar” las empresas. Eso implica innovación, pero no es posible innovar a solas. Es preciso abrir el número de participantes para lograr una transformación de éxito y eso implica preparar a las personas para el trabajo en equipo, cada vez más en remoto. Se trata de trabajar en común para alcanzar objetivos compartidos. Las empresas se están centrando en instruir a sus equipos en las herramientas y los conocimientos digitales para trabajar en remoto, pero olvidan que aplicar esta competencia emocional ayuda a que las personas compartan proyectos, información y recursos; promueve un clima laboral más productivo a través de la cooperación y la creación de sinergias; permite a las personas resistir mejor ante situaciones de presión y que no se colapsen; y fortalece el sentimiento de pertenencia a la organización, entre otras ventajas.
“Las empresas tienen cada vez más en cuenta las competencias emocionales cuando contratan, pero luego no las desarrollan internamente. Olvidan que no son innatas, que los seres humanos no las ‘traemos de fábrica’. No estamos preparados de serie para gestionarlas, sino que hay que trabajarlas, para potenciarlas y robustecerlas. Esa es la manera de lograr equipos muchos más sólidos”, concluye Michael de José.