Por Rafael García, Director de Desarrollo de Negocio y RRHH en INESEM Business School

Una nueva apuesta por lo ágil

Redacción21 mayo 20197min
Por Rafael García, Director de Desarrollo de Negocio y RRHH en INESEM Business School

La actualidad de las empresas está marcada por la búsqueda de convertirse en una organización ágil, pero ¿Qué es, cómo se define y cómo ponerla en práctica?
Como base, se debe tener en cuenta que las organizaciones ágiles pueden aplicarse y corresponder a cualquier empresa, no importa el sector o tamaño que la caractericen.

¿Qué rasgos principales debe tener una organización ágil?

1. Todas las organizaciones ágiles tienen un núcleo central estable y fijo y también poseen elementos de contexto que son muy dinámicos, compuesto por actores externos e internos.

2. En las organizaciones ágiles tanto el núcleo central como los elementos de contexto están en sintonía siempre, conviviendo y creando sinergias para la consecución de objetivos de forma eficaz.

En este ámbito nos apoyaremos en los estudios y reflexiones de McKinsey & Company, quién afirma que las organizaciones ágiles deben tener cinco características básicas:

– Estrategia abierta, y esta premisa es básica en el panorama actual, pues se da un cambio radical de lo hasta ahora concebido: desechar la idea de competitividad y bienvenida a la idea de cooperar y colaborar. Esta estrategia está comprobado que hace crecer a las empresas, y se consigue que sus raíces sean más fuertes, estableciendo también relaciones duraderas y consistentes.
– Personas autónomas dentro de la organización, es decir, los empleados y actores que participan en la empresa tienen libertad para elegir, decidir y opinar y se les tiene en cuenta en cualquier acción que se ponga en práctica.
– Rapidez, y esto provoca que muchas veces se tomen decisiones asumiendo riesgos, pero también se comprueba que al ser rápidas, se consigue ser más efectivas y se logran retos. Las estrategias son básicas pero no se puede emplear demasiado tiempo en las estrategias, pues el tiempo dejaría de estar optimizándose.
– Pasión y responsabilidad en cada detalle, y estos conceptos son fundamentales porque se transmiten y se notan cuando se sienten en una empresa. Esta característica va cogida de la mano de saber establecer un liderazgo acertado, fomentar el desarrollo del talento y tener presentes a todos los empleados y actores de la organización en la toma de decisiones.
– Tecnología como un elemento más dentro de la organización, y la integración de la misma se torna indispensable para lograr una mayor eficacia y alcanzar los objetivos marcados. En este punto es fundamental tener presente que la tecnología no puede tenerse en cuenta en momentos puntuales, sino que debe estar presente como actor principal en todos los pasos que se den, un actor más que facilitará la consecución de objetivos.

Llegados a este punto, se puede sostener y afirmar que las organizaciones ágiles son flexibles y se adaptan continuamente a las demandas del mercado, del usuario y de sus propios empleados.
Y, para una mejor puesta en práctica, existen metodologías ágiles que las definen y las ayudan a una mejor incorporación al cambio.

¿Cuáles son las principales metodologías ágiles?

En este apartado nos centraremos en las más conocidas y eficaces:

1. Metodología ágil Kankan: su significado, que viene del japonés, quiere decir “tarjetas visuales” y se conoce porque fue creada por la empresa Toyota para mejorar la producción e incrementar así las ventas. Está basada a su vez en técnicas “just in time” o precisión, y de ahí que sea relevante la eficacia a la hora de lograr los objetivos. Como hemos comentado, visualizar cada proceso del proyecto que se esté llevando a cabo será fundamental, así se va conociendo qué tareas se van completando conforme avanza el proyecto. Es una metodología muy motivadora, pues se observa de forma muy visual cada paso.

2. Metodología ágil Scrum: esta otra metodología tiene como base trabajar en equipo, aplicando de forma continua buenas prácticas para que el trabajo colaborativo sea la base y se obtengan los resultados esperados. Esta metodología es muy recomendable para enfrentar a un equipo ante un problema complejo de adaptación. La estructura de procesos es otro de los rasgos principales de esta metodología de trabajo, sin embargo, no es fácil de poner en práctica, para lo que se debe tener claro que Scrum tiene como premisa que el conocimiento está basado en la toma de decisiones, basándose en la predicción, es decir, anticiparse a lo que pueda suceder y actuar en consecuencia.

Es interesante poner en práctica y probar ambas a la hora de implementación y apuesta por las organizaciones ágiles, para saber también cuál de las dos metodologías se adaptan mejor a nuestra empresa u organización.

Como resumen, es necesario reseñar que las organizaciones ágiles no son futuro, ya son presente, y toda empresa u organización, sin importar el sector o tamaño que posea, debe recapacitar sobre la adaptación a este nuevo paradigma, que hace que el alcance de los objetivos, y el funcionamiento al completo de la propia empresa pueda verse mejorado.
Se debe tener presente que el paradigma empresarial evoluciona y últimamente a pasos agigantados, y para ello las organizaciones deben estar preparadas para realizar cambios de forma ágil, de ahí que la salida principal y la estrategia clave es la transformación, reconfigurando la estrategia planteada, que nunca debe ser estática, y creando oportunidades que sirvan a la misma vez para afianzar y proteger el ADN de las compañías. El único inconveniente de realizar dicha transformación es que no existe la receta perfecta ni una forma única de realizarlo, todo dependerá de la estructura y características de cada empresa.
Compromiso, agilidad, colaboración y tecnología como pilares fundamentales como lograr el éxito y llegar a ser una organización ágil.


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