TRIBUNA- Ser espectador o protagonista

Redacción23 noviembre 20117min

Raúl Casto,
Socio-Director de dpersonas.
www.raulcastro.es

Decir que estamos viviendo momentos convulsos no es decir nada nuevo, aunque sea verdad. Llevo estudiando algunos años el comportamiento de las personas en la empresa y en equipos deportivos y trabajando con ellas. En mis dos libros he tratado sobre las cosas que pasaban en la época de bonanza, y en la dura etapa actual. Me parece un lujo haber podido observar las distintas maneras de afrontar esta situación por parte de las personas, los equipos y las empresas. Es curioso.

Encuentro en mi camino personas a las que la situación no les va mal. Les va incluso mejor que antes de la crisis. No han perdido su empleo, ganan lo mismo, y las cosas están más baratas. De este privilegiado grupo me preocupan los que ni siquiera son conscientes de que esto puede cambiar en minutos. En el otro lado, en el de las personas que lo están pasando mal, a las que la vida les ha cambiado por perder su empleo, que no tienen recursos, o a los que las ayudas empiezan a acabarse cuando no se han acabado ya. Aquí encuentro dos grandes grupos: los que “sufren” la situación sin intentar nada ya, con los brazos bajados, y los que se han tomado estos reveses como una prueba más de la vida y están removiendo cielo y tierra, tirando de imaginación y esfuerzo para salir adelante.  Vaya por delante que ya sé que esto es siempre complicado de tratar. Hay muchos casos, la casuística y las situaciones personales de cada uno son muy diferentes y generalizar es tan malo como cuando lo hacíamos en otros momentos. Al primer grupo le diría que no se puede mirar al retrovisor mientras se conduce: lo buenos que fueron, lo bien que vivían, el despacho que tuvieron, las secretarias… Por desgracia veo mucha gente así. Hablo con muchos de ellos cada día. Gente que está noqueada, que no ha digerido el golpe y que aún se está preguntando con nostalgia, ¿por qué a mí? No digo que la nostalgia sea mala. La nostalgia  nos ayuda a valorar lo que fuimos o tuvimos. Lo malo es que el coche no para, y mientras miramos por el retrovisor, están cruzándose oportunidades en el camino que no somos capaces de atrapar. Y lo peor es que corremos serio riesgo de tener un accidente y encontrarnos en una situación aún peor. Hay mucha gente instalada en un victimismo al que ayudan los medios de comunicación y las noticias. Todo ese tiempo, para mí, es tiempo perdido. El otro día entró una persona en directo en un programa de radio que estaba pasando por una situación difícil. Había perdido su trabajo en la construcción, estaba a punto de quedarse sin casa por el embargo del banco y estaba verdaderamente angustiado. Narró su situación con detalle, contando todo lo que tuvo y estaba a punto de perder. La locutora le preguntó si tenía intención de salir al extranjero a buscar nuevas oportunidades, como habían hecho algunos de sus compañeros, y la respuesta fue casi inmediata: no, lo que tienen que hacer es darnos trabajos dignos.

Siendo igual de duro, me encanta ver toda la explosión de imaginación que está saliendo a flote a través de personas que están reinventando su futuro desde un incierto presente. Veo compañías pequeñas, veo emprendedores en solitario, veo gente que se atreve con cosas ocurrentes, veo gente que se asocia, que se une a otros para sumar talentos, veo gente que facilita la vida a personas con servicios hasta hace algunos meses impensables… Creo que este es el camino. Coger el toro por los cuernos, mirarle a la cara y decirle que no va a pasar por encima de nosotros. No es fácil. Sé de lo que hablo. Pero es que no hay otra opción que hacerlo. En último lugar, aunque no es lo más frecuente, por desgracia, encuentro a otras personas que han decidido que la vida les ponía en bandeja la oportunidad de perseguir sus sueños, de hacer cosas que antes no se habían atrevido a hacer. A veces la vida te va llevando por un camino y, cuando te das cuenta, caminas hacia un sitio al que no quieres ir, pagando un peaje personal caro y haciendo que tu vida no sea la que esperabas. A las personas que están viviendo estas circunstancias como una segunda oportunidad, para vivir una vida rica e intensa, les admiro profundamente. Me parece que luchar por lo que quieres, por lo que deseas, partiendo de una situación complicada como esta, es la mejor demostración de la capacidad de reponerse que tiene el ser humano y sacar provecho de ello. Eso que hemos dado en llamar la resiliencia.

En situaciones similares, las personas y las empresas hacemos cosas diferentes. Me quedo con el ejemplo de los que están luchando, de los que lo intentan cada día con su esfuerzo, con su imaginación, con su paciencia, poniendo a su servicio todo lo que saben hacer y prendiendo lo que no saben, aunque lo aprendan a costaladas. Me subo a ese grupo. Soy de ese carro. Y creo que es el que necesitamos en la sociedad y en las empresas que están pasando apuros. Una vez más, creo que merece más la pena luchar por ser protagonistas de nuestro destino que lamentarnos siendo espectadores de lo que otros hacen por él.

Nos encontramos por el camino.


Observatorio de Recursos Humanos

ORH | Observatorio de Recursos Humanos

Desde 2006 trabajamos para ofrecer contenidos e información de valor para el profesional de la gestión de RRHH, con el convencimiento de que el conocimiento, en sus vertientes de creatividad, innovación y aprendizaje continuo, es el principal valor de una dirección eficaz.



Contacta con nosotros


Nuestros Otros Proyectos


Suscríbete al boletín

* campos obligatorios
Acepto las condiciones de uso y la política de privacidad


Síguenos en Redes Sociales