Tres claves para que la inversión de capacidades retorne al negocio

Maite Sáenz15 enero 20153min

 

Capitalizar el esfuerzo de inversión que las empresas realizan en la capacitación de sus empleados exige que lo hagan también en lo relativo al grado de alineación de las habilidades y capacidades con el negocio como a su progresión en el tiempo. Así lo recoge un reciente informe de McKinsey, basado en una de sus habituales encuestas mundiales, y según el cual tres son los pasos ineludibles para que la formación tenga un retorno real y cuantificable:

1. Diagnosticar de manera sistemática. Las empresas son más capaces de construir capacidades fuertes cuando son constantes identificando las capacidades, tanto institucionales como individuales, que pueden tener impacto positivo en el negocio. Las evaluaciones objetivas son una herramienta importante en este proceso porque no sólo ayudan a las empresas a evaluar sus lagunas en relación con otras empresas del sector, sino que también les permiten cuantificar el potencial impacto financiero que tendría reducirlas. Al diagnosticar estas lagunas de manera sistemática y objetiva podrían establecer una mejor base para el diseño eficaz de los programas de aprendizaje que enlazan los resultados de aprendizaje para el negocio e incluyen objetivos cuantitativos.

2. Diseñar soluciones para adaptadas de aprendizaje. Los principios fundamentales de la educación de adultos requieren que las empresas adapten sus programas de aprendizaje a las fortalezas y necesidades específicas de los empleados, en lugar de desarrollar una «talla única» para todos. En opinión de los expertos de McKinsey, el método más eficaz para el aprendizaje de adultos combina el aprendizaje en el aula con situaciones reales de trabajo y otras intervenciones como el coaching y también como el aprendizaje digital y el aprendizaje experiencial.

3. Alinearse con el negocio. Para que sea eficaz y sostenible, los objetivos de aprendizaje deben alinearse con los intereses estratégicos del negocio, y, a ser posible, ser una prioridad estratégica en sí mismos. Realizar funciones entre recursos humanos y las unidades de negocio individuales como copropietarios de las responsabilidades de desarrollo de habilidades, e integrar los resultados del aprendizaje en la gestión del rendimiento son pasos efectivos para lograr esta alineación. Además, es imprescidible para asegurar este impacto las organizaciones deben centrarse en las métricas, estableciendo sistemas de gestión de desempeño rigurosos con indicadores robustos que permitan medir el progreso en base a objetivos claros.

 


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