Si la experiencia es un grado, la laboral posibilita además ascensos y mejores remuneraciones

Jaime Rodríguez7 junio 20227min

Si, como reza el sabio refrán, “la vida es el mejor lugar en el que aprender”, el trabajo parece igualmente el mejor modo de crecer en capital humano: el recurso más importante en cualquier economía u organización. Entendido este como el conocimiento colectivo, los atributos, las habilidades, la experiencia y la salud de sus trabajadores. Pues bien, aunque el desarrollo del capital humano comienza en la primera infancia y continúa a través de la educación formal, McKinsey demuestra, con su informe Human capital at work: The value of experience, la importancia del papel que desempeña la experiencia en la vida laboral de las personas, y cómo esta puede determinar sus ingresos a largo plazo. Así que, como cantaba Joan Manuel Serrat, “aprovechar lo o que pase de largo depende, en parte, de ti. Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así”. 

El capital humano es mucho más que una abstracción macroeconómica. Cada persona tiene un conjunto único de capacidades, de habilidades, y es ella quien decide dónde y cómo ponerlas a trabajar. El grado de elección no es ilimitado, por supuesto: somos producto de la geografía, la familia y la educación. Los puntos de partida importan.

Tener opciones de carrera también depende de las habilidades y atributos de un individuo, sus redes, sus obligaciones familiares, la salud del mercado laboral en general y los factores sociales. Así, el capital humano representa dos tercios de los ingresos a lo largo de la vida de una persona, y la mitad de ese valor se atribuye a la experiencia laboral. Esta cifra alcanza hasta un 80% en los casos de personas con una menor formación.

La experiencia adquirida

Aquellos profesionales que experimentan una movilidad ascendente suelen cambiar de trabajo con mayor frecuencia, ampliando sus conocimientos de forma más significativa con la experiencia adquirida en cada puesto desempeñado. El estudio señala que los cambios de puesto suelen ser rentables, ya que los traslados que aumentan la retribución suponen una media de entre un 30 y un 45% más de salario

Como demuestra McKinsey, la trayectoria profesional de las personas se encuentra cada vez más condicionada por su experiencia.

El estudio revela también que el capital humano constituye aproximadamente dos tercios de la riqueza de una persona media, en términos de ingresos a lo largo de la vida, y que la experiencia en el trabajo aporta la mitad de ese valor. Esta cifra resulta aún mayor para las personas con menor formación, que empiezan a trabajar en empleos menos remunerados sin título universitario, y donde la experiencia se vuelve especialmente importante, llagando a aportar entre un 60% y un 80% de sus ingresos.

Todo un mundo de posibilidades, donde los ingresos no están necesariamente condicionados por el nivel de educación de las personas. Trabajadores que inician su carrera profesional con una menor cualificación pueden recuperar terreno acumulando habilidades y experiencia profesional. Es aquí donde las empresas tienen una labor relevante que desempeñar. Resulta esencial que no encasillen a las personas solo por sus credenciales y se centren, más bien, en su capacidad de aprender y desarrollarse en el entorno laboral.

Cambiar de función y ampliar habilidades

Llevada a cabo mediante analítica de big data, esta investigación, se centra en el análisis de la vida laboral de más de cuatro millones de perfiles profesionales con el propósito de obtener una visión detallada de su trayectoria laboral, además de cómo el conjunto de habilidades adquiridas a lo largo del tiempo incidió directamente en sus ingresos a largo plazo. En esta línea, otra de las conclusiones alcanzadas indica que la clave para ascender profesionalmente es cambiar de función con frecuencia y hacer movimientos que amplíen las habilidades profesionales de manera más rápida a través de la experiencia adquirida en cada movimiento.

Muchas personas tienen capacidades latentes y el potencial de aprender habilidades adicionales, como lo demuestra el que la media de la distancia de competencias requeridas al cambiar de una función a otra es del 25% o más. Los movimientos audaces implican que los empleadores contraten a personas con habilidades menos probadas y que los trabajadores busquen oportunidades que representen un esfuerzo para poder crecer significativamente.

El valor de un profesional se ve potenciado gracias a estos cambios en su entorno laboral, de manera que le permiten adquirir nuevas habilidades y conocimientos necesarios para su adaptación.

Así las cosas, resulta evidente que la movilidad se ha instaurado en el mercado laboral actual, sin embargo, el 80% de estos cambios de trabajo implican que los profesionales busquen nuevos empleadores para poder obtener las oportunidades de aprendizaje y crecimiento que buscan. Este dato no debería evitar que las empresas inviertan en sus trabajadores, por miedo a perderlos, más bien, representa una gran oportunidad para que las empresas se adapten al cambio y a la movilidad, ayudando a sus profesionales a aprender y crecer en el trabajo. Las empresas deben aspirar a transformarse en grandes organizaciones de aprendizaje y, como resultado, podrán convertirse en empresas atractivas para el mejor talento y ser reconocidas como empleadores elegibles.

Puedes descargar el informe completo pinchando el siguiente enlace:


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