Cada día –sí, sí, has leído bien: a diario– un millón de trabajadores (en concreto, 1.101.705) no acuden a su puesto de trabajo, ni se ocupan de su labor profesional. Cabría pensar que la pandemia, las consecuencias físicas y psicológicas del confinamiento, etcétera, han tenido que ver. Pero lo cierto es que el problema no ha dejado de crecer año tras año desde 2013.
Así está el mercado laboral español: convendría que alguien señalase con el dedo el problema del absentismo para que todos empezásemos a prestarle la debida atención, pues supone una merma económica de 37.000 millones de euros; o lo que es lo mismo, un 3,3% de nuestro PIB.
Un fenómeno social, económico y laboral
O al menos eso es lo que se desprende del Informe Sobre el Absentismo Laboral, que analiza la ausencia del profesional de su puesto de trabajo durante el tercer trimestre de 2021. Para este estudio, Randstad ha tenido en cuenta cifras procedentes de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Impresiona el pensar que un millón de españoles no acudieron a su puesto de trabajo, ni dado un palo al agua un solo día, durante todo 2021. Pero así es.
Y es que el absentismo es un fenómeno social, económico y laboral que afecta de manera directa a la sociedad y al sistema productivo y sanitario. Otro dato para poner los pelos de punta: en los últimos tres años, se han perdido, cada mes, más de 100 millones de horas de trabajo.
En función de la demarcación autonómica
Baleares y la Comunidad de Madrid registraron las menores tasas de absentismo. Randstad también ha tenido en cuenta la comunidad autónoma a la hora de llevar a cabo este estudio. Euskadi (7%), Galicia (6,3%) y Navarra (6,1%), han sido las regiones donde mayores tasas de absentismo se registraron durante el tercer trimestre de 2021. Las siguen Cantabria y la Región de Murcia (ambas con el 6%), Catalunya (5,9%), Asturias, Castilla y León (ambas con el 5,7%) y Canarias (5,6%).
Ya experimentando tasas de absentismo más discretas, por debajo de la media nacional, ubicada en el 5,5%, se encuentran Aragón (5,4%), la Comunitat Valenciana, Extremadura (las dos con 5,3%), Andalucía, Castilla-La Mancha (ambas con 5,2%) y La Rioja (5,1%). Las regiones con menor absentismo fueron Baleares (4,6%) y la Comunidad de Madrid (4,6%).
Por otro lado, el absentismo laboral sin justificar fue mayor en Euskadi (1,9%), Castilla y León (1,5%), la Región de Murcia y Aragón (ambas con el 1,4%). Con una tasa del 1,3% se encuentran Galicia, Catalunya, la Comunitat Valenciana, Andalucía y Castilla-La Mancha. Ya con un porcentaje del 1,2% se encuentran Asturias, Navarra, Cantabria, Extremadura y la Comunidad de Madrid. Con el 1,1% se encuentran La Rioja y con el 1%, Canarias y Baleares.
Lo cierto es que hay medios de control
Pues bien, a pesar de su enormidad, este problema parece que campea a sus anchas por salas y despachos ministeriales, sindicales, empresariales, sociales… Cuando en realidad todos los medianamente responsables somos conscientes de lo que supone; todos los medianamente consecuentes sabemos que no podemos soportarlo de forma indefinida; a todos los medianamente preocupados, cuando hablamos de ello, nos sacude la urgencia para solucionarlo… Y sin embargo, casi siempre ponemos la pelota y el esfuerzo de la solución en el tejado de los demás; dando un barniz de indolencia, de flojera, a nuestro propio esfuerzo.
Y lo curioso es que existen no pocos medios de control. Contamos con numerosos sistemas para su regulación. Las empresas y los profesionales que trabajan en este problema, desde las diferentes partes implicadas, desde las instituciones y agentes de realización, regulación y control, están preparados, dicen, para abordarlo con éxito… Y aun así, sigue aumentando de volumen cada año.
A ver si es que el sistema actual, que estamos manejando, no funciona; es más, estuviese muerto. ¿Puede ser? Sería interesante comprobarlo, porque de esa forma dejaríamos de invertir en “parchear”, y tratar de arreglarlo de cualquier modo, y nos centraríamos en buscar, entre todos, una forma diferente, más sana, relacional y efectiva de abordarlo.
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