No somos inmunes a la negatividad (ni podemos vacunarnos)

Jaime Rodríguez25 febrero 20225min

Sabemos por experiencia que, tanto las actitudes como los estados de ánimo resultan contagiosos. Y más aún cuando permanecemos expuestos a ellos casi todos los días, y durante buena parte de la jornada laboral. De ahí que el mal ambiente y la negatividad se propaguen, porque, como entonaba un cantautor cubano, “lo más terrible se aprende enseguida, y lo hermoso nos lleva la vida». Por eso es necesario rodearse de profesionales que saquen cada día lo mejor de uno.

Gran parte de la responsabilidad de ese contagio de actitudes y estados de ánimo depende de las llamadas neuronas espejo. Que son fundamentales para la empatía y para poder ponernos en el lugar de los demás. Esta es sin duda una habilidad positiva de dichos organismos corporales; la mala noticia es que también tiene un impacto negativo, pues podemos contagiarnos fácilmente de la negatividad de quienes nos rodean. De los que se pasan la jornada rezongando de los horarios, quejándose del trabajo –cuando lo tienen, y de su falta de labor, si no–, gruñendo porque no se les tiene en cuenta, o refunfuñando si se les pide su parecer con frecuencia, y en general, ejecutándolo todo lo que se les encomienda de mala gana.

La negatividad «de rebaño»

Otra cosa es que estemos dispuestos a admitirlo, pero sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Indiana ha revelado que las opiniones de los demás no solo nos influyen, sino que afectan a nuestro comportamiento. Los psicólogos a cargo de este estudio conductista han encontrado que las opiniones negativas tienen un mayor impacto. Y la explicación más probable es que, en realidad, generan un cambio de actitud en comparación con las opiniones positivas.

En el experimento, los participantes que anteriormente tenían una actitud positiva eran los más susceptibles a la influencia de las opiniones negativas de los demás.

Por su parte, psicólogos de la Universidad de Harvard han analizado el vínculo entre los estados emocionales y los modelos relacionales. No tuvieron en cuenta las emociones espontáneas o compartidas, que a menudo experimentamos cuando compartimos las mismas experiencias con otras personas; sino que se han centrado en el impacto de los cambios emocionales que afectan los estados afectivos de las personas más cercanas a nosotros.

Aislar al miembro negativo del equipo

Lo bueno de este estudio de Harvard es que han descubierto que existe un “patrón de propagación”, como para los patógenos como el coronavirus, y que las fuentes de contagio son mayores en el caso de la tristeza que la felicidad. En otras palabras, cada compañero de trabajo contento y satisfecho aumenta nuestras posibilidades de ser felices en un 11%. Y sin embargo, por contra, solo necesitamos un compañero de trabajo negativo para que la probabilidad de que estemos insatisfechos se duplique.

Estos psicólogos concluyen que las emociones negativas son como la gripe: cuantas más personas cercanas tengas que la padezcan, mayores serán las probabilidades de infectarte. Pues nada, que lo sepas: el mismo patrón se aplica a la negatividad y la tristeza.

Hacer frente a la mala influencia, en el equipo de trabajo, de un miembro negativo, se puede combatir:

  • Huir de las discusiones. Explicarle a alguien, que no tiene ninguna intención de hacer autocrítica, que tiene un problema es una pérdida de tiempo y energías. No intentes demostrar que se equivoca porque nunca lo admitirá.
  • Educación y buen humor, son la mejor combinación. Mantener esta actitud hacia los demás puede conseguir, en ocasiones, que se cambie la dinámica.
  • Rodearnos de buena gente. Ésta es la mejor garantía para saber que los únicos estados de ánimos que te contagiarán serán los positivos. Y cuídales, porque vale mucho la pena tenerlos en tu vida. Ya que en el trabajo no se puede elegir, siempre.
  • Huir de los «corrillos». No te unas a grupos criticones; esos que se pasan el día quejándose. Quita energía y deja un estado de ánimo muy negativo. Intenta no personalizar en el trabajo: cuando critican algo que has hecho, no te están criticando a ti sino a tu trabajo. Y tú deberías hacer lo mismo.

Fuente: German Journal of Human Resource Management (GHRM).


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