Los peligros de 2023: del quiet quitting al absentismo laboral

Pavel Ramírez27 diciembre 20224min

Con la llegada de 2023 a la vuelta de la esquina, los departamentos de RRHH tratan de identificar las oportunidades que se abren de cara a la captación y retención de talento. Pero, al mismo tiempo, este impás navideño sirve para reflexionar sobre los principales peligros para la gestión de personas en el nuevo año.

El principal (o, al menos, el más ruidoso), es el ‘quiet quitting’, esa manifestación de la Gran Dimisión a la española que consiste en el pulido arte ibérico de hacer lo mínimo requerido para ‘cumplir el expediente’. Esta renuncia no tan silenciosa preocupa tanto a las compañías que ya se devanan los sesos para impedir que se extienda durante 2023.

Durante este año, los ingresos del sector privado han caído en relación con el PIB en la mayor brecha en más de 10 años, con un 3,4%. Un indicador clave para entender este fenómeno. Pero es que, además, según Gallup el nivel de engagement de los empleados ha caído al 32% en EEUU. Y en Europa es donde realmente apreciamos este deterioro: solo el 15% de los empleados siente comprometido con su compañía.

En cualquier caso, estos datos nos hablan solo de parte del problema. La otra responde a una derivada de esa falta de compromiso: la tasa de absentismo laboral ha vuelto a crecer en 2022. Una tendencia que vimos durante los peores meses de 2020, cuando el coronavirus irrumpió en nuestras vidas (y puestos de trabajo) y que terminó por superar el 8%, algo nunca visto hasta entonces.

Bien es cierto que la pandemia, que ha provocado hasta ahora 117.000 muertos en España, supuso una auténtica crisis sanitaria y que, en plena redefinición del mercado laboral, buena parte de ese absentismo laboral respondía a los efectos del Covid-19, físicos y emocionales.

Por eso mismo, hay que ser cautos a la hora de tomar como referencia los niveles de absentismo laboral durante 2020. Y, también por este motivo, son tan preocupantes los datos en lo que llevamos de 2022: durante el segundo trimestre, cada día 1,26 millones de personas no acudieron a su puesto, mientras que el primer cuarto de año este dato se disparó hasta los 1,42 millones de trabajadores, según los datos de Randstad.

En este punto, cabe recordar la distinción entre el absentismo laboral, que incluye las bajas médicas, y el absentismo laboral no justificado, que no cuenta a aquellos que no hayan podido realizar su trabajo por cuestiones sanitarias.

Sin embargo, incluso teniendo en cuenta que estas cifras reflejan causas justificadas, la lectura que se puede hacer de ellas en este contexto de ‘quiet quitting’ es que, o bien los empleados están solicitando más bajas para problemas menores de salud, o realmente existe una desafección tan generalizada que en algunos casos se manifiesta en problemas de salud mental. No hay que olvidar que las bajas por esta causa han aumentado más de un 17% en los últimos cinco años.

Sea como fuere, lo cierto es que el absentismo laboral, justificado o injustificado, parece suponer un problema creciente para las compañías, que habían registrado una disminución significativa durante 2021 y que, en lo que llevamos de año han visto cómo se disparan de nuevo las cifras.


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