El éxito empresarial es más factible cuando en las organizaciones se instala la cultura de respeto mutuo entre las personas que la conforman, porque entonces se respeta también a los clientes. En el contexto empresarial este hábito se ha de aplicar a cualquiera de los procesos que en él se viven y si se hace con convencimiento todos crecen, incluido el negocio. Así se expresó Xavier Marcet, presidente de Lead to Change, en la masterclass organizada conjuntamente por ORH y ADP y titulada “Culturas de respeto, la base sobre la que restablecer la confianza”.
En palabras del experto, “las culturas tóxicas surgen cuando el engranaje del respeto no funciona como debiera”. En esos entornos, el reconocimiento natural de la aportación de las personas no existe y éstas dejan de sentirse consideradas ni personal ni profesionalmente. Cierto es que ello siempre lleva una carga subjetiva, pero es necesario que los líderes sean conscientes de cuánto de cierto hay en ella si quieren tener a los equipos alineados con los propósitos corporativos. La meritocracia interna es la consecuencia lógica de la cultura del respeto, y cuando la lógica de la meritocracia está invertida se impone la estridencia, la arbitrariedad y, por consiguiente, la toxicidad en forma de:
- Exceso de arbitrariedad. Cierto es que no podemos argumentar todo porque hemos de ser ágiles (la parálisis por el análisis es menos adecuada que nunca) pero sí que hay que detenerse en explicar lo que es necesario hacer entender. El problema es que hay empresas a las que les es imposible salir del ciclo de las excusas y no son conscientes de que de ellas no se vive, se vive de los resultados. “Todas las empresas son frágiles y tienden a acabar escorándose hacia relaciones de inercia con las personas”.
- Exceso de distorsiones. Hay personas que introducen distorsiones permanentemente, que colonizan la agenda del líder porque lo suyo -o ellos en sí mismos- siempre es/son lo más importante. El líder no puede caer en esa trampa porque siempre ha de tener tiempo para los comprometidos, los que sí aportan. Y en este punto Marcet vuelve a los clásicos: la gente ha de venir comprometida de casa, ha de recuperar el orgullo por el trabajo bien hecho y ser acompañada por la organización para dar lo mejor de sí mismo.
Los básicos para Marcet son un suma y sigue en el liderazgo desde el respeto y habla del valor ejemplarizante de ser respetuoso desde arriba ya que la gente admirable marca el camino; también recuerda lo sencillo que es decir las cosas con respeto, para hacer del famoso feedback un momento de crecimiento; e insta a empoderar a los miembros de nuestro equipo para que puedan asumir -y mantener- responsabilidades.
Tanto para las empresas como para los trabajadores Xavier Marcet tuvo palabras a modo de aviso para navegantes.
- Para las empresas: “Hay organizaciones que creen que pueden seguir conformando los mercados y la sociedad, pero ni los unos ni la otra son una proyección de nuestra estructura, aunque lo haya sido en el pasado”.
- Para las personas: “Trabajar hoy es desempeñar una función y dar resultados, es ayudar a la organización a innovar y es estar dispuesto a aprender, que no a formarse, constantemente. La formacion es una decisión corporativa, el aprendizaje es una opción personal”.
Y aplicable a ambas es la necesidad de convertir las organizaciones en ecosistemas de aprendizaje que permitan crecer a todos creando valor corporativo y social.
