A pesar de que a comienzos de la crisis las personas con discapacidad y los mayores de 45 fueron los colectivos más afectados, las contrataciones de los primeros han aumentado por encima de la media española, situada en el 13%, alcanzando el 19% y, los segundos en un 17%.
Estas cifras muestran dos aspectos positivos: la integración y adaptación de este colectivo, consiguiendo un nivel de contrataciones, incluso superior, al de antes de la crisis. Parece que las empresas comienzan a entender los valores extra que las personas con discapacidad aportan a su plantilla, “esfuerzo, motivación, sacrificio…”, según explica Francisco Mesonero, director general de Fundación Adecco.
A raíz de la crisis económica, las compañías ven la gestión de la diversidad no como una moda si no como un imperativo que determina su capacidad para afrontar nuevos retos y ser más competitiva.
EL PERFIL DEL TRABAJADOR
En cuanto al género, el 67% son mujeres frente al 33% de hombres. Según Mesonero: “las mujeres siguen enfrentándose a un mayor riesgo de exclusión, debido a tics sociales y culturales que aún están asentados en nuestra sociedad, y que se traducen en un temor de las empresas a las bajas por maternidad o a la conciliación”.
Si observamos los grupos de edad, un 40% han superado los 45 años. Este colectivo se enfrenta a prejuicios y estereotipos relacionados con un desfase o desactualización de competencias, no siempre real.
Por otro lado, el nivel formativo del empleado en riesgo de exclusión es en su mayoría de estudios elementales (42%), estudios secundarios (18%) y Formación Profesional de Grado Medio (34%). Los estudios universitarios tan solo cuentan con el 6%.En conclusión, el estudio muestra que un nivel formativo básico aumenta las posibilidades de exclusión social.
En cuanto al grupo de atención al que pertenecían las personas que han encontrado empleo, destaca que más de la la mitad (55,4%) tiene certificado de discapacidad, seguidos de un 16,9% mayor de 45 años parado de larga duración y un 15,2% que responde a un perfil de mujer con responsabilidades familiares no compartidas y /o víctimas de la violencia de género.
Por su parte, un 12,6% se encontraba en grave riesgo de exclusión por una situación económica precaria, al haber agotado todas las prestaciones. Según Mesonero: “la mayoría de las personas de este último grupo son derivadas por Servicios Sociales de base ante la ausencia de recursos o prestaciones. Se trata de personas que han pasado por todas las fases (pérdida de empleo, desempleo de larga duración, agotamiento prestaciones…) y se enfrentan al reto de empezar de cero”.
Si atendemos a los principales sectores, el informe muestra que el 54,9% de las contrataciones se han producido en el sector Servicios ocupando puestos de administrativo, teleoperador y operario de limpieza. El segundo sector es Hostelería (20,6%) con puestos habituales de ayudante de cocina o camarero. En tercer puesto, la industria (11,5%) como peones u operarios de fabricación o producción.
CONTRATACIÓN MÁS COMÚN
El tipo de contrato más habitual que han conseguido las personas en riesgo de exclusión es el temporal por Acumulación de Tareas, con un 48,7%. El contrato en prácticas ocupa el segundo lugar, con un 24,8%, seguido de la sustitución, con un 5%.
PLAN 2020: EMPLEO PARA TODOS
Consciente de la importancia de seguir trabajando para que las personas en riesgo de exclusión se integren en la recuperación económica, la Fundación Adecco ha puesto en marcha el Plan 2020: Empleo para Todos, un programa cuya misión es que ninguna persona encuentre barreras, desigualdades o discriminación en su acceso al empleo.
Para ello, la Fundación Adecco se propone generar 30.000 empleos en los próximos 5 años, con el apoyo de 300 compañías comprometidas con la diversidad.
El reto es seguir generando puestos de trabajo para personas que hoy tanto lo necesitan, y que sólo a través del empleo pueden superar situaciones personales muy complicadas.
