La gestión circular del talento también es sostenibilidad

Maite Sáenz1 julio 20227min

Por Maite Sáenz, directora de ORH. La diferencia está en los detalles. No es lo mismo ser la mejor empresa del mundo que la mejor empresa para el mundo. ¿Por qué? Porque la primera quiere ser la protagonista de la película y la segunda quiere compartir conscientemente ese rol con el resto de los actores del reparto. Fijaos en el detalle: entre un del y un para está el espacio justo donde cabe la gota que puede contribuir a cambiar el orden de las cosas. Es cierto que hacen falta muchas gotas, pero, qué queréis que os diga, puestos a elegir, yo quiero que la mía no falte. ¿Quimera romántica? Puede. Pero para realidad, la de la bofetada que supone saber hacia dónde vamos si no sumamos.

La vena idealista me viene de largo. En 2014, en el acto de entrega de los entonces llamados I Premios Empresa Saludable, se me ocurrió decir, toda convencida, que “las empresas que adoptan una cultura de gestión saludable entienden que así contribuyen a la sostenibilidad futura tanto de su actividad empresarial como del conjunto de la sociedad”. En aquel entonces me rondaba la idea de que la empresa saludable era la que ejercía y vivía en el ecosistema creado por un liderazgo saludable. Veía también clarísimo que la sostenibilidad empieza dentro de cada casa, a partir de lo que se hace con el talento que la sustenta y desde la coherencia de las acciones internas y externas de la organización, es decir, de cómo gestiona cada momento del ciclo de vida del empleado. El momento wow no es sólo el del reclutamiento y la acogida. El aprendizaje es la promesa de empleabilidad; el desarrollo, la confianza en la aportación de valor; la prl, el cuidado genuino de la salud tengas la edad que tengas y sea cual sea tu momento vital; y el despido, que nunca será wow, siempre debería ser un ejercicio de respeto marca de la casa. La salud, el bienestar, lo da todo eso y mucho más. 2014. No soy gurú. Ocho años han pasado y lo que veía entonces lo sigo creyendo ahora, con la misma convicción y nada subyugada por la moda del discurso sostenible que nos invade. Lo llamo la gestión circular del talento.

La sostenibilidad es el deseo connatural de una empresa al nacer y lo mantiene durante toda su vida. Es perdurabilidad, es eficiencia y es responsabilidad. Implica en sí misma un ejercicio de compromiso colectivo necesario para poderse materializar porque, al igual que la libertad, la sostenibilidad también tiene sus límites: donde acaba la mía empieza la del otro. Las organizaciones que entienden el contexto en el que hoy hay que interpretar el concepto de sostenibilidad aúnan la voluntad de construir empresas con futuro velando por el presente de todos sus stakeholders, y lo hacen desde un propósito de contribución equilibrada a todos ellos. Palabras mayores que implican un cambio de modelo económico y social que los Objetivos de Desarrollo Sostenible nos instan a conseguir en un plazo de 10 años.

Los Premios de 2014 hoy se llaman Empresa SFS, de Saludable, Flexible y Sostenible, y ya lo sé, hay muchos premios. Pero ¿sabéis que cada año, con el antiguo nombre y con el nuevo, siempre hubo y hay empresas que me llaman para preguntar por cuánto cuesta el premio? Orgullosa digo que no se venden. Si queremos impulsar cambios duraderos, comprometidos, creíbles y honestos no podemos faltar a nuestros principios. Las empresas organizadoras, ORH y CVA, somos nano pymes, pequeñas pero valientes, que podemos sobrevivir sin caer en esas tentaciones. Y para eso innovamos y trabajamos, vaya que si trabajamos. Preguntamos a las empresas y preguntamos a los empleados, introducimos un algoritmo para ponderar las puntuaciones y poner en su justo valor los proyectos de las empresas, independientemente de su tamaño o sector, y un jurado de expertos introduce el conocimiento cualitativo para decantar la balanza sobre candidaturas ciegas.

En tamaño “lío” sólo se puede meter quien quiere que su gota sume y que otras gotas le sigan en el ejemplo. SFS no son unos premios al uso porque pivotan en torno a una idea que no me da miedo expresar en voz alta: la verdadera reputación corporativa es la que nace desde dentro y se expresa hacia afuera a través de sus empleados. Para sentirse parte de una catedral en construcción hay que visualizarla en todo su esplendor y saber que cada piedra que colocas es imprescindible para que no se caiga.  Eso es, explicado en sencillo, lo que significa lograr el compromiso de los empleados para que se sientan corresponsables activos del cambio.

El reto es mayúsculo porque la transformación que estamos viviendo es copernicana, pero es, sobre todo, un reto de personas. Las políticas de gestión de RR.HH. han de ser facilitadoras de este nuevo contexto de trabajo y, desde esta perspectiva, la gestión del talento también ha de ser sostenible. Al igual que la economía circular responde a un ciclo que se retroalimenta a sí mismo, también creo en esa idea de una gestión circular del talento que atisbaba en 2014 y que hoy veo clara y cristalina, porque cuanto más equilibrada es en lo que da y en lo que recibe, más sostenible, resiliente y competitiva hace a la organización. Eso es una Empresa SFS y multiplicarlas es nuestro propósito. Y sabed que no repartimos sólo premios sino sobre todo la responsabilidad de ejercerlos con la conciencia tranquila y el compromiso de hacer cundir su ejemplo.

 


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