Invertir en talento resiliente ayuda a sortear la volatilidad del mercado laboral

Pavel Ramírez23 enero 20234min

En los últimos tres años, la palabra «resiliencia» ha impregnado buena parte de las decisiones estratégicas de las empresas. En muchos casos, este concepto se ha asociado erróneamente con el estocismo clásico, una suerte resistencia maratoniana ante las adversidades económicas. Sin embargo, en la guerra por el talento que estamos viviendo, el concepto parece haber evolucionado: ¿y si la resiliencia fuese la clave para sortear la volatilidad del mercado laboral?

Esto es lo que se extrae de un reciente informe de Gartner en el que se explica que, en 2023, «el 40% de las empresas tendrán problemas para garantizar la coherencia y la estabilidad en sus operaciones». Es decir, que en un entorno de incertidumbre económica como el actual no es tan complicado iniciar nuevos modelos de negocio como hacer que éstos perduren más allá de su fase beta o idea inicial.

Y aquí entra en juego la resiliencia, en la que no solo hablamos de capacidad de resistir ante un entorno adverso, sino también de adaptarse a él. En este sentido, la flexibilidad se ha convertido en la otra cara de la misma moneda: no se puede basar la estrategia empresarial exclusivamente en aguantar todo lo que nos echen, sino que debemos ser capaces de evolucionar nuestro modelo de negocio.

Por eso, entre las conclusiones del informe se apunta a que «las organizaciones deberán hacer un cambio significativo para centrarse en la flexibilidad, con el objetivo de garantizar la ejecución y la capacidad de entrega en sus relaciones comerciales». Y, cuando hablamos de talento, la resiliencia (entendida como esa suma de resistencia y flexibilidad) también se ha convertido en una de las cualidades más demandas por parte de los departamentos de RRHH.

Llegados a este punto, ¿cuáles son las características de una persona resiliente? Según la reputada neurocientífica Wendy Suzuki, podemos enumerar al menos siete:

  1. Tener conciencia del presente. Incluso si el presente es volátil. Quienes niegan el contexto de incertidumbre que vivimos probablemente sean más reacios a adaptarse a los cambios o a experimentar.
  2. Tener una red de apoyo. Las amistades y capacidad de trabajo en equipo son vitales para el empleado resiliente. Por eso, las habilidades sociales cada vez cobran más importancia para los reclutadores.
  3. Ser empático. Para desarrollar relaciones sanas en estructuras jerárquicas cada vez más horizontales, es imprescindible cultivar la empatía, conocer cómo se sienten los demás y cómo se les puede ayudar.
  4. Ser positivo. Cuando el barco hace aguas, lo último que se necesita es a alguien que entre en pánico o que se dedique a criticar sin aportar soluciones. Por eso, es clave no ahogarse en la propia negatividad.
  5. Ser realista. Pero, al mismo tiempo, debemos asumir y evaluar los riesgos de cada decisión que vamos a tomar para poder tener margen de maniobra. Ser optimista no implica dejar de ser realista.
  6. Ser autónomo. El empleado resiliente es capaz de trabajar de manera relativamente autónoma una vez comprendidas las rutas estratégicas de la empresa o departamento y establecidos los objetivos individuales.
  7. Ser autoexigente. Por último, esos objetivos individuales no deben ser una imposición meramente externa, sino que debe aflorar como retos propios. Quien se establece a sí mismo nuevos desafíos diariamente será más capaz de ser resiliente.

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