(1 de 2) La ilusión de la productividad: ¿en casa, en la oficina…?

Jaime Rodríguez29 marzo 20229min

En la economía del conocimiento, la productividad –así, sin más, tal y como se estudiaba hace un siglo– parece un concepto un tanto arcaico. Se centra solo en los aspectos cuantificables de la tarea e ignora aquellas sutilezas –esto es, los aspectos cualitativos del trabajo– que ayudan a crear valor real. Ya hemos hablado de esto en otras ocasiones: podemos pasar horas o días atascados en un problema, y de repente, damos un paseo o tenemos una conversación interesante con un tendero del barrio, y la solución se presenta sola a nuestros ojos. Y una sola idea innovadora puede dar un giro completo a lo que hacemos. Y la palabra productividad no describe esos momentos. Así que, como explica Caroline Burns, profesora de la Sydney Business School, vamos a darle esa oportunidad que se merece al teletrabajo.

De hecho, los momentos que cuentan de verdad, a menudo tienen lugar cuando somos cualquier cosa menos productivos. Las empresas y los líderes están ofreciendo a sus equipos más opciones que nunca. Así que este parece ser el momento perfecto para profundizar sobre el desempeño individual y los estilos de trabajo. O sobre la productividad y el teletrabajo.

¿No es este el mejor momento para formar, guiar y capacitar a los empleados para que puedan conseguir lo mejor de sí eligiendo bien dónde y cómo trabajar? ¿No es una buena oportunidad de verlos, no solo como meros extras, sino como protagonistas en la creación de valor?

¿Oficina o casa? ¿Hay un lugar más productivo que otro?

Porque aquellos trabajadores que destacan en su labor, mientras disfrutan de la vida, son los que mejor pueden ayudar a las empresas a prosperar. Así que este parece ser el momento perfecto para tratar a fondo sobre el desempeño individual y los estilos de trabajo…

Caroline Burns enumera una larga lista de directivos de multinacionales como JP Morgan, Apple, Amazon… firmes defensores de que los empleados son más productivos cuando están juntos y en la oficina. Pero acto seguido, le toca el turno a directivos de UBS, Twitter, Cisco… que apuestan por que trabajar desde casa puede ser muy útil. En todo caso, igual o más productivo que la oficina.

Sin embargo, dice esta experta, antes que consultar posturas –que siempre va a encontra uno gente a favor y en contra– hay preguntas más importantes que responder:

    • ¿Son válidas las afirmaciones mayor o menor productividad?
    • ¿Con qué están comparando los líderes (o encuestas) los supuestos cambios de productividad?
    • ¿Existen medidas precovid comparables?
    • ¿Es la productividad una medida legítima del valor del trabajo la era del conocimiento, especialmente en la economía digital?
¿Es correcto hablar de mayor o menor productividad?

Abordemos cada una de estas cuestiones. Pero antes, empecemos argumentando que ya era hora de deshacerse del paradigma taylorista que todavía existe, como pensamiento generalizado entre no pocos de nuestros gerentes, sobre el trabajo basado en las horas presenciales de oficina. Y aceptemos la necesidad de que las personas sean valoradas como trabajadores del conocimiento; que no todo consiste en hablar de la revolución 4.0 si no se aborda en toda su extensión.

La mayor parte de esas supuestas evidencias sobre la productividad durante los períodos obligatorios de teletrabajo se basan, según Caroline Burns, en respuestas a encuestas mediatizadas; pues si se pregunta a esos mismos miles de personas por una definición de productividad laboral, se obtendría casi la misma cantidad de respuestas completamente diferentes. Por tanto, la fiabilidad de dichas estadísticas de productividad para los responsables de la toma de decisiones es, para la profesora de la Sydney Business School, y en el mejor de los casos, escasa.

También hay evidencias que sugieren que la productividad a menudo se ha equiparado, sin más, con un númeo elevado de horas de trabajo; lo que a su vez marca la valoración de los trabajadores. Por lo tanto, más horas de trabajo –aunque se contabilizasen las del confinamiento–equivalen a una mayor productividad de los empleados.

Conciliar la vida profesional con la persona

A mediados de la pasada década, el profesor de economía de la Universidad de Stanford Nicholas Bloom llevó a cabo un estudio empírico acerca de los beneficios del teletrabajo en términos de productividad laboral. Dicho análisis se basaba en los resultados de un experimento de casi un año de duración en una de las mayores empresas de servicios turísticos del mundo. Y concluía que el trabajo a distancia mejoraba el rendimiento de los trabajadores nada menos que un 13%. Mejora atribuible, por un lado, al menor número de distracciones en casa, y por otro, al menor número de pausas por cada turno trabajado.

Ahora bien, el estudio de la Universidad de Stanford señala que esta mejora se produce cuando existe una adaptación a las preferencias de los empleados. O dicho de otro modo, el aumento del rendimiento de los trabajadores pasa del 13% al 22% cuando el teletrabajo es voluntario y no impuesto.

Y es que desarrollar la tarea profesional en el propio hogar, aunque potencialmente sea excelente para conseguir un mayor grado de concentración, también conlleva situaciones de aislamiento social y profesional que pueden llegar a repercutir negativamente en la productividad del trabajador. La clave está en que el trabajo a distancia genera un ambiente que favorece la concentración. Bien es cierto que no es siempre fácil para todo el mundo, y es importante contar con un espacio en casa para trabajar para conciliar la vida profesional con la personal.

Rrendimiento, rotación y ahorro en oficinas

Pero es que, además de la mejora del rendimiento, hay al menos otros dos factores adicionales que sin duda favorecen mayores incrementos en la productividad de la empresa. Por una parte, entre los empleados que teletrabajan se da una menor tasa de rotación y absentismo, lo cual disminuye de forma sustancial los costes asociados a la selección de nuevos empleados y a su formación.

Y por otra, la disminución de los costes de mantenimiento de las instalaciones no solo equilibra, sino que incluso compensa con creces la inversión digital realizada en los hogares de los empleados que trabajan de forma remota. De modo que, para el estudio de la Universidad de Stanford estos tres factores (rendimiento, rotación y ahorro en oficinas), tomados en su conjunto, representaban una mejora de la productividad de la multinacional analizada por Nicholas Bloom de entre un 20% y un 30%.

Es necesario tener en cuenta que el teletrabajo no está exento de un cierto “estigma”, al asociarse el tiempo transcurrido en una oficina con el compromiso del trabajador con la empresa. El estudio de la Universidad de Stanford, por ejemplo, encuentra una relación negativa entre el teletrabajo y el progreso profesional: si consideramos a dos empleados igualmente productivos, la probabilidad de que el que trabajaba desde la oficina obtenga un ascenso era mayor que la del que trabajaba a distancia.

(Puedes leer el resto de este artículo sobre la productividad y el teletrabajo mañana, en esta misma sección).


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