‘Fitness’ emocional para vencer el tecnoestrés, y el síndrome del empleado ‘quemado’

Gema Fernández15 octubre 20217min

La salud mental ha estado oculta tras una cortina de estigma y discriminación durante mucho tiempo, pero la pandemia ha sacado a la luz la necesidad de cuidar este aspecto de nuestro bienestar incluso en el entorno laboral, desde los departamentos de recursos humanos, porque, como dice Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “no hay salud sin salud mental”.

Actualmente, cerca de 450 millones de personas en todo el mundo están afectadas por un trastorno mental o de la conducta, según el Atlas de Salud Mental publicado hace unas semanas por la OMS. Un informe trienal que demuestra que el porcentaje de los presupuestos públicos sanitarios que los 194 estados miembros de este organismo internacional destinan a la salud mental apenas ha variado en los últimos años y sigue rondando el 2%.

Según datos de la encuesta de salud en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, más de un 11% de los pacientes a los que se les diagnosticó una enfermedad crónica en 2020 padecía una dolencia relacionada con la falta de salud mental, bien depresión, bien ansiedad crónica, y en ambos casos la afectación fue mayor en mujeres que en hombres.

Cifras que corrobora el Observatorio sobre Bienestar Emocional y Factores Psicosociales que acaba de presentar Adecco, y que delata que el 10% de las empresas españolas reconoce que la mitad de sus trabajadores se han visto afectados por trastornos psicológicos a causa de la pandemia. Problemas que en la mayoría de los casos siguen manteniéndose.

Y es que las exigencias del mundo actual nos han convertido en personas multitarea, hiperconectadas y sobresaturadas de información, lo que ha provocado un importante aumento de nuestro estrés, generando en muchos casos el llamado “síndrome del empleado quemado” o burnout.

Porque el estrés, venga ocasionado por la tecnología o no, genera desde efectos leves, como ansiedad, dificultad para concentrarse, irritabilidad o insomnio; a efectos graves, como depresión o aislamiento social; pasando por estadios moderados, como aumento del absentismo laboral, según explican desde Muprespa.

De hecho, la mitad de las empresas encuestadas por Adecco cree que el tecnoestrés o la tecnofatiga son ya factores de riesgo con impacto en sus organizaciones, por lo que considera que “los convenios colectivos deberían tener en cuenta la salud mental en sus programas de prevención de riesgos laborales”, como explica Javier Blasco de Luna, director de Adecco Group Institute.

Además, el 90% de las organizaciones entiende que hay que incentivar el autocuidado, y el 86% apuesta por la colaboración público-privada en materia de salud mental, pidiendo a las administraciones públicas que les presten soporte en la gestión, ayudándoles a normalizar los tratamientos de estas patologías y ofreciendo una mayor seguridad jurídica.

En este sentido, nuestro país tiene en trámite un proyecto de Ley que propone un mínimo de 18 psiquiatras, 18 psicólogos clínicos y 23 enfermeras especialistas de salud mental por cada 100.000 habitantes, pero, de momento, la ratio de psicólogos clínicos es de 6 por cada 100.000, como apuntan desde Affor Health.

Fitness emocional

Desde el autocuidado, Muprespa aconseja poner en práctica lo que llaman fitness emocional, que consiste en cultivar el autoconocimiento y entrenar una actitud positiva y una comunicación saludable, factores que nos ayudarán a mejorar nuestro bienestar aprendiendo a gestionar nuestras emociones de forma saludable y eligiendo la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos cada día, para poder optimizar nuestra energía y proteger nuestra salud.

Carlos Hernández, profesor de la Universidad Carlos III, en su libro Optimismo para torpes considera que, si tratamos de pensar de forma positiva, el cerebro puede sobreponerse a nuestra personalidad y establecer rutinas que nos acerquen al optimismo. Para conseguir ese incremento de optimismo, hay una serie de pautas que es aconsejable seguir:

  • Objetivos SMART: Establecer metas que se puedan alcanzar y ser realistas con nuestras posibilidades, fortalece el optimismo. El acrónimo SMART resume muy bien las características de una buena meta: Specific (específico), Mensurable (medible), Achievable (alcanzable), Relevant (relevante) y Timely (temporal).
  • Visualizar: Si tienes que proponerte un objetivo, trata de visualizar que lo consigues y cómo lo haces.
  • Meditar: Practicar meditación es un ejercicio sano para el cerebro y beneficioso según innumerables investigaciones. Nos ayuda a rebajar el estrés, a no perder el control y a pensar con claridad en situaciones extremas.
  • Ejercitarse: La actividad física tiene efectos positivos sobre el cuerpo, pero también nos ayuda a mantener el equilibrio entre lo físico y lo mental-emocional.
  • Entorno positivo: El contexto nos influye, por eso lo óptimo es evitar aquellos entornos más tóxicos que afectan a nuestro comportamiento.

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