Escribir y leer sobre el cambio no nos hace expertos en gestionarlo

Maite Sáenz26 agosto 20225min

Por Maite Sáenz, directora de ORH.- La guerra por el talento va a tener que aprender a convivir con otra guerra y sus consecuencias, y lo va a tener que hacer por la vía de los hechos. La inflación galopa desbocada, los suministros están encallados y la economía verde está demostrando que lo de verde no es sólo una metáfora colorida. Últimamente todas las tormentas son perfectas y se suceden sin solución de continuidad. ¿Esto es el cambio permanente del que tanto hemos hablado? Sí. ¿Hicimos algo para prepararnos? No. El discurso de la transformación es como los Excel, que lo fían todo al papel aunque luego la realidad transforme los dichos deseados en hechos realistas, condenadamente realistas.

Escribir y leer sobre el cambio no nos hace expertos en gestionarlo. Y mira que hemos vertido ríos de recomendaciones y hemos leído -en horizontal, en transversal y en oblicuo- sobre ello. Saber sabemos lo que hay que hacer, pero no cómo hacerlo en nuestras circunstancias concretas, las de cada empresa en general y las de cada uno de nosotros en particular. El cambio, no lo olvidemos, es algo que hemos de abrazar a lo macro -desde las organizaciones- y a lo micro -cada persona consigo misma-, pero cuando las dificultades arrecian pasa como cuando la pobreza entra por la puerta, que el amor sale por la ventana. Sálvese quien pueda es la consigna que puede llevarnos a todos a la ruina.

Ni todos los puestos de trabajo se van a salvar ni todas las empresas van a sobrevivir. El mercado no va a ser agradecido sin pagar peaje alguno. Otra cosa es que los despidos sean la respuesta inmediata tan solo meses después de enarbolar la bandera del empleado en el centro. Y ya está pasando. Dice Korn Ferry que los despidos en Estados Unidos se han vuelto tan comunes que el servicio de LinkedIn que lleva su registro diario bate récords de lecturas. Y aquí, en España, los cazatalentos y las entidades intermediadoras de empleo ya descuentan lo que se avecina.

Y por otro lao, otra cosa es también que los propios empleados miren para otro lado, no asuman que son parte de la ecuación y que su futuro es sólo responsabilidad suya.

En ambos espacios muchos lo volverán a hacer mal, organizaciones y trabajadores. Me cuesta escribirlo pero me es imposible no pensarlo, porque el hombre, es más burro que los burros porque sí que tropieza n veces con la misma piedra. En aquéllas de las primeras en las que la estrategia de personas está construida con voluntad endeble se volverá a faltar a la coherencia de un liderazgo humanista más presunto que nunca. Y entre los segundos siempre habrá quienes no asuman que el mundo del trabajo, en crisis y sin ella, es un mundo de confianzas (C), obligaciones (O) y responsabilidades (R) recíprocas. ¡Anda! Ahora que lo pienso, COR podría ser el acrónimo para afrontar lo que viene para ese futuro mundo del trabajo del que todos hablamos y que tanto edulcoramos…

Admito que también para mí es fácil decir todo esto, pero es que si tuviera la respuesta para transitar el negro cambio que se nos avecina me ganaría la vida como consultora y no como periodista-defensora de causas perdidas. Todo lo más que puedo hacer es, en mi entorno, poner mi cuota de COR para que todo lo que me rodea sea sostenible. Ese es mi compromiso y aquí queda por escrito.

 

El mundo del trabajo, en crisis y sin ella, es un mundo de confianzas (C), obligaciones (O) y responsabilidades (R) recíprocas.

 

Photo by Markus Winkler on Unsplash.


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