Entender el contexto geopolítico internacional ha de acompañar la toma de decisiones en las organizaciones

Según la evolución del PIB real la práctica totalidad del desarrollo económico de nuestra sociedad se concentra en los últimos 200 años y esto es algo que se repite en otras métricas puramente industriales como es el caso, por ejemplo, de la emisión de CO2, muy ligado a la actividad económica del modelo industrial desarrollado desde el siglo XIX. Y ahora los modelos complejos de inteligencia artificial están disparando la velocidad del cambio, como también y en paralelo, se está haciendo más complejo el escenario geopolítico actual. China y Estados Unidos son como dos placas tectónicas y Manuel Muñiz, Provost de IE University y decano de School of Politics, Economics & Global Affairs, vaticina años de tensión entre ambas.
Así lo ha manifestado durante la celebración de la apertura de la XXI edición del Club de Benchmarking del HR Center de IE dirigido por Pilar Rojo. En su intervención, el doctor Muñiz ha explicado por qué entender el contexto político internacional ha de acompañar la toma de decisiones en las organizaciones y por qué dicho contexto está condicionando las tendencias de los mercados laborales en todo el planeta.
El experto ha comenzado por identificar las dos grandes tendencias que llevan implícitas el desmantelamiento del orden liberal de los últimos siglos:
- Dimensión internacional: El asedio al orden establecido en todo el entorno internacional.
- Dimensión doméstica: Un proceso de implosión en el que la “aliberalidad” asciende en todo el mundo contemporáneo.
Los cambios en el orden internacional vienen tanto desde el escenario económico (el retorno de China y la explosión y expansión de su economía) como del político (el revisionismo ruso e invasión de Ucrania, así como el fracaso en la democratización del mundo árabe e islámico), estando ambos íntimamente conectados, tal y como estamos pudiendo comprobar ahora con la crisis de suministros y de materias primas.
El Provost de IE University ha centrado gran parte de su exposición en China porque está mostrando un desarrollo sin precedentes en términos económicos que está llevando, de facto, a crear el espacio para un nuevo G2. El poderío chino en materia de comercio, inversión y deuda cerca a la hegemonía norteamericana y dispara el PIB en toda Asia, lo cual no es sino el inicio de una colisión sistémica entre EE.UU. y el país asiático en dos espacios, el económico y el político. Para cada uno de ellos, el doctor Muñiz ha detallado las tendencias que los definen:
- Tendencias económicas:
- Concentración de talento en hubs geográficos que echan por tierra la idea de trabajos distribuidos en zonas menos pobladas. Se trata de un talento que no se mueve sino que se agrupa porque la innovación es tan compleja que necesita de conexiones para que el conocimiento se complemente.
- Concentración de productividad en la frontera de la economía. En el debate sobre la ralentización del crecimiento de la productividad la innovación aparece en todos los sitios menos en este indicador. No es que no haya crecimiento de productividad, sino que sólo hay un grupo pequeño de empresas que saben incorporar y capitalizar la digitalización, la tecnología y la innovación. El resultado es una pulsión oligopolística con un G2 de empresas en un mercado concentrado que no plantea colaboración. Esto explica por qué la confrontación entre China y EE.UU. se inicia en el terreno tecnológico con aranceles y restricciones al comercio de semiconductores y a la transferencia tecnológica.
- Algo parecido les sucede a las empresas unicornios, que acaban en estos dos grandes mercados cuando quieren crecer.
- Tendencias políticas:
- No transición democrática en China. Tradicionalmente el desarrollo económico trae una mayor conciencia de las libertades entre los segmentos de población más favorecidos pero en este país la convergencia económica no está derivando en convergencia política.
- Tecnologías emergentes para el monitoreo y la represión, iniciadas en China y exportadas ahora a otros muchos países y que adquieren un peligro manifiesto cuando se piensa en términos de IA y el futuro de la democracia. Inferir las preferencias de los ciudadanos a través del análisis de sus comportamientos, sus hábitos y sus ideas es la tecnología que China está exportando.
LA EROSIÓN DE LA ARQUITECTURA DEMOCRÁTICA
Las tensiones sociales están alumbrando nuevas opciones políticas que erosionan la arquitectura democrática y el origen de dichas tensiones hay que buscarlo en la precarización que ha sufrido la distribución de las rentas durante los últimos 30 años. Las clases medias han perdido poder adquisitivo en casi todas las economías avanzadas y ello ha traído consigo un vaciado del centro político. En términos de interés para las áreas de RR.HH., esta realidad trae consigo dos dinámicas fundamentales:
- Un cambio profundo en el mercado de trabajo y su efecto en la distribución de rentas.
- La caída del empleo agrícola e industrial (en 25 años se ha destruido casi el 50 por ciento) y la subida de la productividad a la vez que se desploma el empleo por el despliegue de tecnología.
“El 47% del empleo de las economías avanzadas está en alto riesgo de computerización y podemos aterrizar dicho riesgo hasta el nivel de funciones dentro de las profesiones –ha afirmado Muñiz-. No está claro si al final del proceso habrá más o menos empleo. Lo que sí sabemos es que lo que hacen las tecnologías da de lleno a las capacidades utilizadas por los humanos para desarrollar actividades. La transición va a ser compleja y va a haber efectos distributivos. Desde los años 70 la productividad ha crecido pero la mediana de rentas del trabajo se ha detenido. Esto, a lo largo del tiempo, produce un enorme gap entre los tenedores del capital y las rentas del trabajo”. La mediana de salarios se queda estancada, la media sigue a la productividad y esto revela que en el mercado laboral hay un número reducido de trabajadores cuyas rentas sí que acompañan crecimientos de salarios y que son, mayoritariamente, los trabajadores con conocimiento cualificado”. La dimensión del problema es tal que, por ejemplo, en EE.UU. en los últimos 30 años el 70 por ciento de los hogares no han tenido incremento de rentas, a pesar de que la economía creció un 14%. Es un problema de distribución de rentas que entra de lleno en el discurso de la sostenibilidad y de las políticas RSE, con el foco puesto en un reparto más equitativo de los retornos empresariales entre todos sus stakeholders.
Las consecuencias son, a juicio de experto de la IE University, imprevisibles, pero todo apunta a que, a nivel doméstico, los países intentarán estructurar un nuevo modelo de contrato social en la senda de esa mayor equidad, y en la que se le va a asignar un nuevo rol al sector público. Y a nivel internacional, Muñiz ha explicado que “de la caída del muro de Berlín a la caída de Ucrania hemos vivido una revolución económica intensa que ahora va a dar paso a un entorno de mucha mayor regulación” para hacer frente a las tensiones de los mercados y a los riesgos de aprovisionamiento y materias primas.