Por Maite Sáenz, directora de ORH.- Las frases bonitas llenan las redes sociales. Me gustan las que inspiran con cargas de profundidad, no las que reducen las ideas para impactar. Y me preocupa la cantidad de “me gusta” que consiguen las más simples, porque más que contribuir a encontrar caminos para recorrer juntos lo que hacen es polarizar las opiniones tirando por la ruta más fácil, la del posicionamiento sin razonamiento. Me suelen decir que soy demasiado seria, vehemente y cabezota, y ciertamente lo soy cuando hablamos de cosas de cosas tan serias, valga la redundancia, como es la cultura del trabajo, el liderazgo, la gestión de personas, el empleo…
La historia de la selva no va de animales buenos y animales malos. La historia humana sí, pero no por especies. Ni todas las empresas son explotadoras ni todos los trabajadores son explotados.
No me gusta frivolizar con nada y menos con esto, porque es lo que me da de comer. Y no, no lo digo porque yo escriba sobre todo ello; me refiero a que TODOS vivimos de lo que trabajamos, TODOS contribuimos a que nuestras empresas vayan mejor o peor, y TODOS hacemos que la vida diaria fluya o se encalle, la nuestra y la de los demás. Y por eso siento la responsabilidad de aproximarme a cada reflexión intentando comprender el amplio abanico de perspectivas que esconden. Eso no significa que no me posicione sino todo lo contrario; lo hago a conciencia y con consciencia, y quienes me seguís sabéis que no me distingo por ser templada, contemporizadora o tibia en lo que digo y escribo.
Veo mucho peligro en post y comentarios que demonizan el mundo empresarial y el liderazgo en general con frases como que cada empresa tiene la rotación que se merece o que el talento que no se mima es talento que se desperdicia. Como en botica, en la fauna de los empresarios y en la fauna de los trabajadores hay de todo. Son fauna porque su hábitat es una selva. Y en una selva hay de todo: reyes leones que imponen su ley, hienas carroñeras que huelen la debilidad a kilómetros de distancia, elefantes tranquilos con la memoria corporativa a cuestas, camaleones sin pudor cambiantes ante el mejor postor, gacelas veloces siempre dispuestas a ganar, jirafas capaces de alcanzar lo más lejano y ver antes lo que se avecina…
La historia de la selva no va de animales buenos y animales malos. La historia humana sí, pero no por especies. Ni todas las empresas son explotadoras ni todos los trabajadores son explotados. A veces, de hecho, las tornas se vuelven al revés y los empleados tienen a las empresas atadas por las indemnizaciones y la jurisprudencia de su lado. Todos somos un poco animales cuando queremos. Y en esta sociedad de polos opuestos y poca empatía, cada vez nos olvidamos más de que el otro también existe.
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