De los ‘yuppies’ a los ‘workaholics’ digitales: cómo combatir la adicción al trabajo desde RRHH

Mercedes Oriol Vico25 enero 202311min

Las jornadas laborales de 60-70 horas semanales -o lo que es lo mismo, de 12-14 horas diarias-, que hacían los yuppies del Wall Street de los años 80, podrían acercarse a la conexión permanente que muchos directivos y profesionales viven hoy, con la posibilidad de trabajar en todas partes en cualquier momento, con disponibilidad 24/7, y sin casi vacaciones. Si te sientes identificado/a, formas parte de los nuevos workaholics digitales y en este artículo te daremos unas pautas para combatir la adicción al trabajo, tanto desde la perspectiva personal, como desde las áreas de RRHH.

Y atención, porque no se trata de algo baladí: la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertaron en 2021 que trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en un 35 % el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17 % el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica, con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.

De hecho, la palabra japonesa ‘karoshi’ (que significa muerte por exceso de trabajo) representa la tragedia de las largas jornadas laborales.

Pero si en algún momento has hecho este tipo de jornadas maratonianas por necesidad del negocio, urgencias o picos de trabajo, siempre que te hayan sido recompensadas por parte de la empresa, puedes estar tranquilo/a, porque tener compromiso con la organización y pasión por tu profesión o tu oficio no es adicción al trabajo.

 

Patología psicosocial del siglo XXI

En 1971, el psicólogo estadounidense Wayne Edward Oates escribió Confessions of a Workaholic The Facts about Work Addiction, convirtiéndose en el padre del término ‘workaholic’ –‘adicto al trabajo’-, como indica el Oxford English Dictionary.

Para Oates, la adicción al trabajo es “la compulsión o la necesidad incontrolable de trabajar incesantemente”, una adicción que compara con el alcoholismo, hasta tal punto que el adicto al trabajo “abandona la comunidad humana” en su afán por rendir al máximo.

En 2008, el sociólogo y consultor de empresas Enrique Rojo, aseguraba en la Cadena Ser que entre el 10 y el 15 % de los directivos sufrían workaholism. Y los datos de 2018 apuntaban a que en España el número de adictos al trabajo superaba el 10 % de la población activa.

Las horas de trabajo aumentan y los trabajadores en promedio están registrando 9,2 horas semanales de horas extra no pagadas, frente a las 7,3 horas de hace solo un año, tal y como indica un estudio del ADP Research Institute.

Además, según un reciente estudio de la Universidad Estatal de Kansas y la Universidad de Oklahoma para MIT Sloan Management Review, el 93 % de los empleados encuestados indicó que se habían involucrado en conductas de trabajo adictivo. Y casi 1 de cada 3 informó que es probable que continúen teniendo este tipo de comportamientos este año.

Los autores del análisis ponen de manifiesto que «estas estadísticas deberían ser una llamada de atención para los gerentes que desconocen la ubicuidad de este comportamiento», identificando dos razones principales por las que los empleados hacen estos sacrificios personales: motivos extrínsecos, como la presión de los compañeros o el deseo de salir adelante; y motivos intrínsecos, como su amor por el trabajo.

 

Medidas para desengancharse del trabajo

Está claro que, como en cualquier adicción, la clave es abordarla desde la persona que la sufre. Sin embargo, en el caso del workaholism, es fundamental tomar medidas desde distintos ámbitos, tanto personal como de la empresa, tal y como comenta el sociólogo Enrique Rojo.

Profesional afectado:

    • Personales: limitar el trabajo al horario laboral establecido, desconectar las aplicaciones laborales en el móvil y cualquier dispositivo electrónico, pensar que no somos imprescindibles, generar buenos hábitos de salud física y mental, etc.
    • Red de apoyo: la familia y las amistades más íntimas son los ejes para ayudar a la persona adicta a salir de la situación.
    • Profesionales: dependiendo del grado de adicción, es recomendable acudir a un psicólogo, puesto que ya hay terapias específicas, incluso centros especializados.

Organizativas:

    • Modelos de organización ejemplarizantes: no hay nada como predicar con el ejemplo y, para ello, los equipos de dirección y los responsables de RRHH deben trasladar cambios de arriba abajo.
    • Gestión de la organización del trabajo de los profesionales: conocer el trabajo de los empleados y gestionar los flujos de cada uno es responsabilidad de los directores y responsables que deben velar por la salud de sus colaboradores.
    • Formación a directivos y coaching en nuevos modelos de gestión y de organización del trabajo.
    • Políticas de bienestar y salud laboral: cada vez más organizaciones ponen en marcha medidas de cuidados de sus plantillas para que sus organizaciones sean empresas saludables.

 

Los gerentes tienen la responsabilidad de saber cuánto trabajan sus empleados. Es perezoso e irresponsable dejar que el empleado le diga al gerente si ha hecho horas extras”, dice Kevin Rockmann, profesor de Administración en la Escuela de Negocios de la Universidad George Mason.

 

Cuadro: Resumen de los resultados significativos de la adicción al trabajo, adaptado de Clark, Michel, Zhdanova, Pui & Baltes, por la doctora Malissa A. Clark.

 

Qué te puede llevar a ser un 'workaholic'

Según el psiquiatra Enrique Rojas, el cuadro psicológico de las personas afectadas por la adicción al trabajo, quienes “trabajan sin descanso a costa de su sueño y de su vida social”, reúne las siguientes características:

  • Falta de asertividad.
  • Pensar que se es imprescindible.
  • Necesitar tener el control de la situación.
  • Interés obsesivo por conseguir objetivos.
  • Buscar el continuo reconocimiento social.
  • Querer complacer a los demás.
  • Tener una sobrevaloración del trabajo.
  • No saber delegar.
  • Tener dificultad en la toma de decisiones,
  • Ver los cambios como una amenaza.
  • No aceptar el no constructivo de sus colaboradores.

Y algunos de los síntomas que sufren son:

  • No conseguir relajarse en las horas de descanso.
  • Ser incapaz de disfrutar de las vacaciones y ratos de ocio.
  • Llevarse trabajo a casa cada día y los fines de semana.
  • Afecta a su vida familiar, sentimental y entorno más cercano.
  • Deterioro de la salud mental y física: fatiga, estrés y, lo que es peor, hiperestrés (enfermedad crónica y degenerativa), insomnio, ansiedad, enfermedades mentales, cefaleas, zumbido de oídos, dolores musculares y de articulaciones, mareos, vértigos…

 

Máximo 48 horas, según la OIT; 40, en España

En pleno debate sobre la ideal reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales -o incluso a cuatro días semanales-, la mayoría de los países han adoptado legislación en cuanto a la duración del trabajo, que no debería sobrepasar las 48 horas semanales -optando la mayoría por jornadas inferiores- a la norma establecida en los convenios de la OIT, puesto que estos límites contribuyen a promover una mayor productividad, en beneficio de las organizaciones, y a proteger la salud física y mental del trabajador.

Y, hasta que no se dé la evolución, en España, la duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo está marcada en 40 horas semanales de trabajo efectivo de promedio en cómputo anual.

 

Foto de rawpixel en 123rf.


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