Cuatro peligros del teletrabajo que pueden transformarse en ventajas
Businessman sitting on the floor in office

Redacción19 junio 20199min
Businessman sitting on the floor in office
Expertas de la UOC explican cómo las dificultades para poner límites o la sensación de soledad pueden superarse y cambiarse

Estar contratado por una empresa y trabajar a distancia es cosa de pocos. Las últimas cifras apuntan a que, en España, una de cada catorce personas teletrabaja, aunque sea de forma ocasional. Son datos muy cercanos a la media europea. En todo caso, parece que este tipo de trabajo va al alza por las oportunidades que supone: flexibilizar horarios, compaginar el trabajo con el estilo de vida o, incluso, dinamizar entornos rurales. Por eso, el teletrabajo es una apuesta que las empresas deben valorar seriamente, como defiende Mar Sabadell-Bosch, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Con todo, tanto esta experta como Eva Rimbau, profesora de los mismos estudios, advierten que las ventajas y los inconvenientes del trabajo a distancia son dos caras de la misma moneda. Por eso, dicen, los departamentos de recursos humanos y los profesionales deben tener claro cómo se transforman en virtudes los siguientes riesgos del teletrabajo:

Dificultades para delimitar el tiempo de trabajo y la desconexión

Trabajar a distancia, sobre todo cuando es desde casa, puede generar situaciones como estar pendiente del trabajo continuamente, alargar el horario laboral o que el entorno cercano del teletrabajador o teletrabajadora le reclame atención concurrente. Estos riesgos se minimizan «si somos conscientes de que el teletrabajo nos permite sincronizar mejor las demandas vitales laborales con las no laborales», remarca Sabadell-Bosch.

La experta subraya que, «a diferencia de un puesto de trabajo presencial, el teletrabajo permite una adaptación mucho mayor a cada necesidad individual». Para conseguirlo, dice, no podemos dar por hecho que nuestro entorno (ya sean hijos u otras personas) entiende el teletrabajo por el solo hecho de existir. «Cuando trabajamos a distancia tenemos que adoptar este rol y nos hace falta informar y educar», advierte. Así mismo, para evitar trabajar demasiadas horas, la profesora de la UOC considera prioritario «hacer el trabajo previo de organizarse y gestionar el tiempo del que se dispone» y no sobreentender que hay tiempo para todo. La digitalización, dice, facilita la permeabilidad de los límites y debemos asegurar la desconexión para contrarrestarlo.

Precisamente en cuanto a las horas de trabajo, la polémica nueva ley del registro de jornada también obliga a los teletrabajadores y teletrabajadoras a dejar constancia de sus horarios laborales. Para Rimbau, si bien esta medida puede ayudar a poner límites a las personas que trabajan a distancia, quienes lo hacen para adaptar los tempos laborales a su estilo de vida o a las responsabilidades familiares tendrán dificultades para cumplirla. «Cuando se hace un horario fijo, la supervisión es más sencilla, pero cuando es el propio trabajador o trabajadora quien prefiere ir trabajando a lo largo de todo el día, incluso en momentos supuestamente fuera del horario laboral, el control se complica», advierte.

Sensación de soledad y de falta de vínculos con los compañeros

El contacto cara a cara, mientras se trabaja o en momentos de distensión, genera vínculos con los compañeros de trabajo y los responsables de los equipos. «Si no estás nunca, es fácil que te sientas aislado y, como no eres visible, es posible que los compañeros consideren que no contribuyes como ellos a los objetivos compartidos», indica Sabadell-Bosch.
En este sentido, propone regular la intensidad del trabajo a distancia: «Si de cinco días teletrabajas dos o tres, es probable que tu percepción de autonomía en el trabajo y de conciliación de vida sea positiva, y que la calidad de las relaciones profesionales no resulte perjudicada». Además, indica, los encuentros presenciales reforzarán los vínculos con los compañeros en paralelo a las videoconferencias o la conexión permanente mediante las redes sociales.

En cuanto a los jefes, Sabadell-Bosch explica que «varios estudios apuntan a que la sensación de pérdida de control sobre los miembros del equipo desaparece si el teletrabajo no se improvisa, sino que es una herramienta bien diseñada». Por eso, dice, los responsables de los equipos deben acompañar e informar a los profesionales aunque no estén presentes. «El teletrabajo se basa en una relación de confianza y representa un cambio cultural», resume. En este sentido, Rimbau coincide en que es necesario que las empresas «instauren una cultura de responsabilidad basada en los resultados y el cumplimiento de objetivos».

Sensación de falta de apoyo por parte de la empresa

Sabadell-Bosch explica que el teletrabajo no puede estar motivado principalmente por la voluntad de reducir costes por parte de la empresa. De todas formas, dice, «seguramente para el trabajador o trabajadora lo más importante no es si cuenta con un aparato como el teléfono o el ordenador de la empresa, sino que la organización le garantice la privacidad, todo el apoyo tecnológico y la seguridad de los datos que gestione». «Si las empresas se dotan de buenos sistemas informáticos que permiten trabajar desde cualquier lugar y el trabajo que se hace cuando se teletrabaja implica creatividad, entonces la productividad del trabajador o trabajadora aumenta», apunta en este sentido Rimbau.

En el teletrabajo, insisten las expertas, las empresas no pueden improvisar y los departamentos de gestión de personas deben hacer cambios importantes para poder implantarlo. Sabadell-Bosch y Rimbau recomiendan que se ofrezcan formaciones sobre cómo se gestiona y se planifica el tiempo y cómo deben ponerse límites. Finalmente, proponen evaluar todas las acciones y los procedimientos que se lleven a cabo para ir perfilando el modelo de teletrabajo más adecuado en cada caso.

Sedentarismo, tendencia al tabaquismo o a picar entre horas

Sabadell-Bosch admite que trabajar desde casa o a distancia puede fomentar estos hábitos, pero recuerda que «hay que ser conscientes de que teletrabajar supone ganar un tiempo que puede usarse para fomentar la propia salud». «Teletrabajar no significa que estarás en casa todo el rato en una silla, sino que puedes organizar tu vida de otro modo», insiste. De hecho, según explica Rimbau, los estudios indican que el teletrabajo reduce las distracciones, a pesar de que en casa «puede haber «tentaciones», pero debe tenerse en cuenta la capacidad propia del trabajador o trabajadora para autorregularse».

La clave: tres percepciones

Para Sabadell-Bosch, las personas nos sentimos satisfechas con el puesto de trabajo cuando tenemos tres percepciones básicas. La primera es la percepción de autonomía, que se produce cuando «tienes margen para organizarte, tomar decisiones y sentirte útil». La segunda, la percepción de que concilias los distintos ámbitos de tu vida y que el trabajo no es una traba. Y la tercera, la percepción de que las relaciones con los jefes y los compañeros de trabajo son buenas. Todo ello, dice, es más decisivo que el salario.

Por eso, el teletrabajo debe verse «como una oportunidad estratégica para retener talento, para que las personas puedan ser productivas y aportar valor a la empresa», dice la profesora de la UOC. Los profesionales, concluye, «aportan valor cuando el contexto los ayuda a sentirse mejor. Y precisamente el teletrabajo, si convertimos los riesgos en ventajas, te permite tener la percepción de que el trabajo se adapta mejor a tus necesidades vitales y sentirte mejor».


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