The British Medical Journal efectuó hace un tiempo un estudio en el que concluía estadísticamente que los lunes, y en concreto a las 10:01 horas, son el momento más productivo de la semana. Y, sin embargo, ahí estamos la mayoría odiando esta séptima parte de la semana. Y desperdiciando las tardes dominicales, lamentando que al cabo de unas horas haya que madrugar, e incorporarse a los quehaceres profesionales. Los lunes tienen la mala suerte de caer al inicio de la semana, y justo después de la jornada de descanso y ocio familiar por excelencia. Pero nada más, pues diversos estudios vienen a demostrar que, con toda su mala fama, no es el peor día de los siete días.
Ya sea porque coincide con la vuelta a las actividades laborales; porque llega uno agotado del ocio del fin de semana; porque hace que se vea demasiado lejano el ansiado viernes… Lo cierto es que muchos consideran que el lunes es el peor día de la semana.
Y, sin embargo, el peor día de la semana –si es que tal categoría existe, más allá de nuestra psique– no es precisamente el lunes. El mencionado estudio de la prestigiosa revista científica británica señalaba que los martes a las 16:00 horas nuestro estado de alerta alcanza su punto más bajo; situación que, a la inversa, se produce precisamente durante la mañana del lunes, cuando nos encontramos más alerta y activos.
Carga emocional negativa
No deseamos convencer a nadie que no lo desee de que los lunes son estupendos. Seguirán siendo igual de odiosos o pesados que cualquier otro que no sea el sábado o el domingo. De hecho, para American Journal of Public Health, los lunes arrastran el dudoso honor de ser los días donde se presentan más infartos por estrés en el mundo occidental.
A pesar de lo cual, para José Antonio López Rodríguez, de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (Asepp), todo depende de la forma en la que cada uno percibe la semana: “Detestamos los lunes, no sin cierta base real, pero no todo el mundo los odia, ni lo hace con la misma intensidad. Si hacemos de la semana una cuesta, algo duro de afrontar, el fin de semana supone una liberación; por tanto, es normal que uno odie la llegada del lunes. De hecho, los domingos por la tarde ya estamos anticipando la dureza que nos espera ante la perspectiva de una semana que no nos gusta, y comenzamos a generar ansiedad. Nuestro cerebro se está anticipando y segrega el cortisol –también llamada hormona del estrés–, que indudablemente influye en nuestros procesos físicos”.
Por otro lado, según un estudio que la consultoría Gallup publicó en la revista Journal of Positive Psychology, de los cinco días que comúnmente se consideran como laborales o hábiles, únicamente el viernes no es aborrecido ni contiene esa carga emocional negativa de los lunes, pero también de los martes, los miércoles y los jueves, que al parecer nos estresan de igual modo.
Para Arthur Stone, profesor de psiquiatría de la Universidad de Stony Brook de Nueva York, y profesional que dirigió este estudio, los lunes se perciben como igual de malos que el resto de los días. De hecho, pueden impulsarnos a mejorar nuestra existencia, pues al igual que sucede con el inicio del año o el primer día después del descanso estival, puede suponer –a pequeña escala– un momento de nuestra vida en el que nos planteamos nuevas metas y objetivos.
Pequeños ‘mini inicios’ de año
Sea como fuere, desde el blog de TherapyChat nos proponen cinco estrategias sencillas y eficaces para empezar la semana con una energía renovada:
- Disfruta tu fin de semana plenamente.
Solemos creer que cuanto más tiempo libre tengamos, más podremos disfrutar de la vida y más felices seremos. Por eso, queremos llenar nuestro fin de semana de experiencias y aprovechar cada minuto. Pero llega la noche del domingo y tenemos la sensación de que el fin de semana se nos ha escurrido entre los dedos, lo que nos hace sentir insatisfechos. Y eso nos predispone de manera negativa para comenzar una nueva semana laboral.
Cuando somos capaces de saborear cada experiencia, bajamos la guardia y nos centramos en crear buenos recuerdos, no solo nos sentimos más relajados, sino que nuestra percepción subjetiva del tiempo se amplía. De esta manera, tendremos la sensación de haber aprovechado bien cada momento del fin de semana y no sentiremos que el lunes nos roba nuestro tiempo libre. - Planifica tus lunes con antelación.
¿Cuántas veces te has sentido agobiado al recordar las tareas que te esperan al día siguiente? Planificar las tareas no solamente te ayudará a tener una perspectiva más clara de todo lo que tienes que hacer y priorizar las actividades más importantes, sino que te devolverá el control sobre tu jornada. Así tus niveles de ansiedad se reducirán y no tendrás tanto miedo a enfrentarte al lunes porque sabes lo que te espera.
Ya lo planifiques el viernes o el domingo, asegúrate de incluir únicamente las actividades estrictamente necesarias. Siempre que sea posible, deja para el resto de la semana esa reunión relevante o ese problema por solucionar. Mientras menos tareas complejas te aguarden el lunes, más fácil te será retomar tu rutina semanal. Por último, no olvides incluir alguna actividad divertida pues, a fin de cuentas, cualquier día es bueno para disfrutar de una experiencia agradable. - Duerme todo lo que necesites.
Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que muchas veces pasamos por alto la importancia del sueño en nuestro desempeño y actitud cotidiana. Cuando duermes poco y mal, no solamente te levantarás más irritable y con una actitud más pesimista, sino que le conferirás más importancia a las experiencias negativas y su impacto emocional será mayor.
La falta de sueño activa la amígdala, el centro de control emocional en el cerebro que se encarga de detectar las señales del entorno, de manera que estímulos neutros, como una simple pregunta de un compañero de trabajo, pueden resultarte amenazantes. Básicamente, reaccionas de manera exagerada a los estímulos y sobredimensionarás lo que sucede a tu alrededor.
¿Cómo evitar que la falta de sueño te amargue el lunes? Duerme al menos ocho horas el domingo. De esta manera no solo tendrás más energía para comenzar una nueva semana laboral, sino que estarás de mejor humor. - Apuesta por una rutina matutina.
Solemos pensar que las rutinas ponen límites a nuestra mente y espontaneidad. Sin embargo, tener una rutina no es necesariamente negativo. Los hábitos nos ayudan a ser más eficientes, nos brindan seguridad y nos permiten seguir adelante con nuestro día sin consumir toda esa energía que demanda la toma de decisiones.
Además, hay rutinas relajantes que nos ayudan a prepararnos para la jornada y nos ofrecen la calma y la tranquilidad que necesitamos para empezar la mañana con buen pie. Por tanto, si quieres empezar a abrazar tus lunes con una actitud más positiva, nada mejor que crear tu propia rutina matutina (música relajante, yoga o meditación, una ducha sin prisa…). Te brindará la energía que necesitas para empezar tu semana laboral de buen humor, a la vez que estimulará tu productividad. - Proponte nuevos retos.
Plantearte nuevos retos no solo te ayuda a salir de tu zona de confort y te mantiene en constante desarrollo, sino que puede convertirse en el motor impulsor para que empieces tu semana con más ganas. Tener un nuevo objetivo en mente te dará un extra de motivación y la energía que necesitas para volver al trabajo.
Desde practicar un nuevo deporte, comer más sano o mejorar tu productividad, todo reto, por pequeño que sea, puede inspirarte y ayudarte a recuperar la ilusión por los lunes. Así empezarás a dejar de pensar en días laborables o no laborables para convertir cada una de tus jornadas en experiencias únicas e irrepetibles.
No olvides que no es el lunes en sí lo que te genera tanta angustia, es tu manera de interpretar ese día y tu actitud. Si empiezas a percibir este día como una oportunidad para experimentar nuevas vivencias, disfrutar de buenos momentos y compartir junto a las personas que quieres, esa aversión por los lunes se irá disipando.
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