Conectados a todas horas, pero siempre desconcentrados

Jaime Rodríguez2 marzo 20226min

Cuatro generaciones comienzan a convivir ya en muchas oficinas. Pues a baby boomers, generación X y millenials, están empezando a sumarse también trabajadores pertenecientes a la Generación Z. Lo curioso es que en todos ellas hay, casi por igual –aunque tal vez sea más propia de las dos últimas en entrar al mercado laboral– desconcentrados aparentemente crónicos. Individuos imposibilitados para hacer nada durante más de un cuarto de hora sin consultar su móvil. Una falta de concentración con la que deben lidiar los responsables de RRHH. La buena noticia es que tiene arreglo con un poco de autodisciplina.

Comienzas a ver un webinar, a leer un libro o a trabajar con el portátil en la conclusión de un informe. ¿Cuántos minutos transcurren antes de que tu mente piense en el móvil, y tu mano empiece a tantear su última ubicación, para consultar notificaciones pendientes o que ya han avisado de su llegada?

Desconcentrados, con tanta pantalla

Sin duda, con la transformación digital hemos perdido la concentración que teníamos antes. En el trabajo, sacamos adelante la tarea pendiente, aunque no sin pequeñas desconexiones para consultar el móvil. Por mucho que nos autoimpongamos un tope de tiempo de uso de éste, nos lo saltamos para seguir examinándolo cada diez minutos.

Algo, la merma en la capacidad de atención, con lo que deben enfrentarse los responsables de Personas. Conscientes de que vivimos una realidad en la que todo va tan rápido en nuestras pantallas, que cuando pasamos al mundo real todo parece ir demasiado lento… Y si fuese solo algo de unos cuantos, tendría la ventaja de que podría tratarse como un problema específico más. Lo mismo que hay perfiles de trabajadores impuntuales, o poco amigos de poner en común, e incluso casos de falta de sensibilidad hacia las minorías, cuyos problemas pueden solucionarse sin que sea necesario involucrar a toda la plantilla.

Hablamos de la capacidad cada vez menor de mantener la atención en algo. Y si le pasa ya a “una generación y pico”, es que hay algo detrás. Algo que tiene que ver, en parte, con cómo están diseñadas y fabricadas las pantallas, puesto que buscan captar al máximo la atención del individuo, y con el mínimo esfuerzo por su parte, explican los psicólogos.

La pantalla lo hace todo

Y es que cuando se lee un libro o se mira un documental o una serie de televisión, el proceso de atención sostenida lo ha de hacer el individuo, y de forma consciente. Sin embargo, con una pantalla es diferente: lo hace ella sola, y los estímulos cambian a niveles visual y auditivo. Todo se mueve a tal velocidad, que cuando se compara con la del mundo real todo parece lento, aburrido. Y nos molesta porque no estamos hiperestimulados, sino que somos nosotros quienes hemos de mantener la atención.

Distracciones que tienen consecuencias en el día a día del trabajo. No estamos hablando –al menos, no aún– de despedir a nadie por este motivo, pero sí de tener que trabajar más horas para compensar la falta de concentración, o de alargar en exceso las entregas hasta el tope fijado para el proyecto. Con la consiguiente desesperación de quienes tienen que tomarlo en ese punto.

La multitarea mata la productividad

Y mira que lleva ya tiempo hablándose de que los flujos de atención intermitente por la consulta del correo electrónico cada poco tiempo derivaban en un peor rendimiento. E incluso un mayor estrés por el cambio de foco de atención. Y lo cierto es que las cosas han ido a peor, porque dejar la tarea para consultar constante del móvil es otra forma de multitarea. Y la multitarea mata la productividad.

Pero que no cunda el pánico: hay posibilidad de vuelta atrás. O dicho de otro modo, nuestra capacidad de concentración no se ha perdido para siempre, porque no un daño cerebral.

El comportamiento compulsivo de consultar el teléfono está interfiriendo con tareas que impiden la atención sostenida, pero nada más. Se trata de un comportamiento similar al del ludópata, solo que el juego no está tan presente en el puesto de trabajo. Vamos que más que un problema de atención, lo es de conducta.

Y esa solución pasa por una concienciación que vaya acompañada de acciones graduales para hacer un uso más consciente del móvil, y evitar inercias adquiridas. Por ejemplo, fijarse la meta de pasar 15 minutos sin mirar el móvil. Luego, media hora. Luego, una hora… Y de ese modo ir deshabituándose.


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