Explica el experto en motivación Mikah de Waart que existen dos actitudes principales que los empleados suelen adoptar ante jefes exigentes:
A. Recurrir al victimismo, quejándose constantemente pero sin exponer claramente sus problemas ante el jefe.
B. Sufrir en silencio hasta que el problema le supere.
Estás actitudes resultan ineficaces y solo consiguen agrandar el problema. ¿Cómo podemos combatir estas actitudes tan perjudiciales y estresantes para el empleado?
1. Hablar del problema de inmediato: Hay que hablar del problema lo antes posible y, para ello, intentar separar la conducta que te disgusta de la persona. De este modo, el camino hacia la búsqueda de una solución será más eficaz.
2. Concentrarse en la perspectiva del management: Es recomendable analizar qué aporta la cuestión que el jefe está presentando al trabajador para encontrar un beneficio mutuo. Para ello, hay que saber cómo tratar el tema para conocer los puntos coincidentes por ambas partes. Lo ideal es encontrar la manera más eficaz para conseguir los objetivos corporativos por ambas partes expresando qué es lo que se quiere conseguir y cuál es la mejor manera de llegar a ello.
2. Vincular la crítica a otros temas que el director sí está haciendo bien: En muchas ocasiones damos la importancia equivocada a hechos que deberían tener la consideración adecuada. Hay que intentar ser equitativo, no restar interés a los buenos gestos y ser objetivo en cuanto a los puntos de mejora.
3. Proponer soluciones: Ante un conflicto, hay que actuar. Lo correcto es proponer soluciones para que el jefe conozca claramente qué es lo que el empleado quiere conseguir.
Se trata de construir una solución con argumentos válidos, presentando el problema como una dificultad conjunta sin aludir a que la responsabilidad recae directamente a los de arriba.