Conciliar sí, pero antes aprender a diferenciar un trabajo exigente de uno verdaderamente tóxico

Jaime Rodríguez3 mayo 20228min

Parece claro que la conciliación laboral sigue siendo un tema pendiente de resolver en España. Pues según las últimas cifras publicadas por Infojobs, solo el 41% de la población ocupada española asegura tener facilidades para equilibrar la vida familiar y la profesional. Pero, si según la misma encuesta, se trata de una cifra que ha crecido respecto al año pasado, ¿no estaremos hablando entonces de un cierto número de empleos tóxicos, tal vez sin saber discernir entre estos y trabajos exigentes o bien o poco motivadores? Analicemos unos cuantos indicadores para distinguirlos.

Como es de esperar, las mujeres tienen más dificultades que los hombres para conciliar. Según datos de la encuesta realizada por InfoJobs a la población ocupada, el 61% de ellas indica que le resulta difícil, frente al 56% de los hombres. Y de acuerdo con el Instituto Nacional de la Seguridad Social, en 2019, del total de 59.466 profesionales que interrumpieron su actividad laboral (excedencias), 9 de cada 10 eran mujeres.

Un punto a tener en cuenta al hablar de conciliación es que el 47% de las personas que tienen la posibilidad de teletrabajar declara encontrar facilidades para combinar su vida laboral y familiar, mientras que en el caso de quienes siguen trabajando desde la oficina el porcentaje baja hasta el 39%.

Medidas más útiles para conciliar

Respecto a las medidas más útiles para conciliar, señaladas precisamente por la población ocupada que tiene dificultades para alcanzarla, figuran:

  • La flexibilidad horaria (53% de las menciones).
  • La jornada intensiva (38%).
  • El teletrabajo (34%).
  • Las horas anuales remuneradas de asuntos particulares (28%).
  • La desconexión digital real (23%).

En lo que se refiere a las compañías, la flexibilidad horaria (62%), el teletrabajo (50%) y la jornada intensiva (42%) siguen siendo las medidas de conciliación laboral más implantadas. Sin embargo, en comparación con los datos del año pasado, la media que más peso ha ganado en las empresas es la desconexión digital real. En 2021, tan solo el 16% de las organizaciones tenía implantada esta solución, frente al 26% de este año.

Un decálogo de síntomas

Precisamente, los psicólogos de la plataforma de apoyo psicológico para empresas y trabajadores ifeel enseñan a diferenciar un trabajo exigente o poco motivador de uno verdaderamente tóxico, que puede llegar a perjudicar la salud mental.

En general, podríamos reconocerse un empleo tóxico porque entre él y el empleado existe un gran desequilibrio que va sistemáticamente a favor del puesto de trabajo y en contra de quien lo desempeña. Un desequilibrio puede adoptar muchas formas.

10 síntomas que indican que tu empleo puede ser dañino
1. Siempre pide más de lo que da. (O peor, exige). La relación con nuestro trabajo se vuelve tóxica cuando percibimos que en esa relación siempre gana el mismo: el trabajo. Obviamente, la empresa tiene unas expectativas, objetivos y necesidades muy claros a los que el trabajador debe adaptarse. Sin embargo, a menudo se olvida que esa adaptación debe tener una retribución justa y equilibrada, tanto en salario económico como en otro tipo de condiciones y beneficios.

2. Genera más disgustos que satisfacciones. Los trabajos son duros. En ellos vivimos sacrificios, frustraciones y malos momentos que son inherentes a la vida y al desarrollo de toda profesión. Sin embargo, cuando prácticamente todo en el trabajo es un mal momento y los espacios de alegría o disfrute son escasos o nulos, está claro que la vinculación con la empresa y con el empleo no puede ser muy positiva.

3. No tiene en cuenta mis necesidades, ni circunstancias particulares. En las relaciones sanas cuentan de manera equilibrada las necesidades de todas las partes implicadas. En cambio, un empleo resulta tóxico cuando tiene poco o nulo margen para adaptarse al empleado (lo cual quiere decir que este debe tener mucho o total margen para adaptarse a él), quien siente que se le percibe como un número más en la empresa.

4. No permite mi crecimiento, solo busca el suyo. Sucede en algunas relaciones laborales, en las que el empleado siente que no puede desarrollarse profesionalmente y que, incluso, está perdiendo valor añadido como trabajador y ve perjudicada su carrera profesional. Esto se nota, por ejemplo, cuando la empresa no ofrece a los trabajadores formación ni otras formas de aprendizaje o promoción, y tampoco facilita que los empleados busquen estos recursos por su cuenta.

5. El clima laboral es negativo. Aunque las relaciones con los compañeros sean buenas o simplemente correctas, puede darse el caso de que todos respiran un ambiente tóxico: hay tensión, hay broncas frecuentes, las personas transmiten una sensación de agobio, aburrimiento o frustración. Es cierto que pueden apoyarse entre ellas y eso compensa mucho, pero estar percibiendo este clima emocional permanentemente al final acaba pesando y no ayuda al empleado a llevarse bien con su trabajo.

6. El trabajo me tira para atrás. Directamente, como si el empleado dijera “No puedo con el trabajo”. Aunque no tenga muy claro el porqué o todo vaya aparentemente bien, le cuesta un mundo levantarse por la mañana para ir a trabajar, va a disgusto a la oficina, se cansa/aburre/desmotiva enseguida, y no es capaz de encontrar la coherencia entre la cultura empresarial oficial y la realidad que vive cada día como empleado.

7. Promesas incumplidas. Nunca es el momento de afrontar una mejora de condiciones. Siempre acaba ocurriendo algo que hace dar bandazos o giros inesperados en las decisiones. Las funciones y responsabilidades asignadas en un principio son irrealizables o no encuentran las condiciones para desarrollarse.

8. Hablar con los superiores da miedo. El que el clima laboral es negativo y el liderazgo y las directrices deficientes puede provocar que un empleado tenga miedo constante a ser regañado, a equivocarse, o que tenga la sensación constante de que en cualquier momento lo van a despedir. El trabajo no es un espacio seguro y de confianza.

9. Falla el factor humano. A veces todo o casi todo en un trabajo va bien… menos las personas. Y cuando estas son el problema, no importa lo motivador que sea el proyecto o lo atractivos que sean los beneficios sociales: nadie se siente bien trabajando al lado de personas con las que no se siente bien o que no están bien entre ellas. Cuando hay hostilidad, tensión, relaciones disfuncionales, liderazgo ineficiente, competitividad agresiva y falta de compañerismo, se enrarece la relación con el trabajo.

10. Siempre negativo, nunca positivo. Siempre se señalan los aspectos negativos del rendimiento, pero poco o nada los positivos. En este tipo de trabajos los procesos no están claros, no hay una guía coherente sobre lo que sí se debe hacer, pero, en cambio, se penalizan severamente los errores. Existe la sensación de que ningún nivel de rendimiento o productividad, por positivos que sean, son suficientes.

Imagen: 123RF


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