por Ana Morales, profesora del Máster en Dirección de Personas y Gestión de Recursos Humanos de ESIC Business School.- ¿Quién duda, hoy día, que vivimos en un mundo plagado de sorpresas y claramente marcado por la incertidumbre? La realidad nos dice que esos postulados, más que catastrofistas, son una obviedad que afecta a diario a particulares, empresas y gobiernos de todo el espacio en que nos movemos, pero, “ante el bache, buenos amortiguadores”.
Recordemos que el World Economic Fórum apunta en uno de sus últimos informes al dominio de las competencias digitales como una de las soft skills más demandadas, dentro de su decálogo de habilidades principales para enfrentar los desafíos futuros. Y es que, en un periodo de inquietudes como el actual, las empresas (y los emprendedores) debemos tomar el timón de nuestros negocios y no dejar que un detalle, por pequeño que sea, arruine nuestros planes y condicione nuestra trayectoria. Y es por ello que trabajar aspectos como la marca personal termina siendo una asignatura de obligado cumplimientos si queremos que el barco navegue sin sorpresas. ¡Viento en popa!
Hablemos de marca personal
Empecemos apuntando que la marca personal no es sino “aquello que la gente dice de ti cuando no estás presente”. La definición no es mía, sino de ‘un tal’ Jeff Bezos, alguien a quien, probablemente nadie lo dude, los negocios no le han ido mal del todo. El fundador de Amazon se refirió a ese aspecto con una precisión casi quirúrgica, aun empleando una fórmula sencilla, que puede entender cualquier hijo de vecino. A esta definición podemos añadir la del experto Andrés Pérez: «Ese perfume que dejas cuando te vas”. Contundente y claro.
Tus clientes llegan a ti por lo que les ofreces y, en esa ecuación, lo que propones está claramente ligado a quién eres y a cómo lo muestras a los demás. Ser y estar, las marcas tienen que trabajarse desde dentro y expandirse hacia fuera, plasmando nuestra marca persona en la web convencional y en las diferentes plataformas digitales, que, por otro lado, van cambiando constantemente y requieren de una atención absoluta de nuestra parte, si no queremos quedar fuera del tablero.
El consumidor nos pide experiencias y necesita percibir confianza de parte de quien le ofrece un servicio concreto. La marca personal es ese halo que nos debe ayudar a potenciar lo que somos, sembrando un terreno que acabará dando sus frutos en forma de clientes. No es la única clave de la siembra, pero sin ella, como ocurre con el agua o los nitratos… nuestra planta no terminará de crecer.
Una de las claves de la marca personal tiene que ver con el hecho de que el cliente sea quien se acerque, incluso antes de que nosotros vayamos a su ‘caza’. Tan elemental como que en verano hace calor: lograr su confianza, hasta el punto de conseguir que sea él/ella quien apueste por nuestro producto, incluso antes de que nosotros se lo acerquemos, nos llevará al éxito. Nuestro barco navega con soltura. ¡Busquemos tierra!
Algunos ‘tips’ para no encallar
Ojo con las confusiones. Hablar de marca personal en una empresa no es hablar de uno mismo porque sí, o de centrar nuestros esfuerzos diarios en contar a nuestra audiencia (algo de eso ya tendremos en nuestras redes y perfiles públicos) lo que hemos almorzado tras una convención del sector. Por ello, no deberíamos ‘perder el norte’ y es bueno que recordemos que confundir los conceptos de ‘marca’ y ‘persona’ es un error mayúsculo, que nos acaba convirtiendo en el Titanic. Y eso, a buen seguro, no lo queremos para nuestra empresa.
Como dice el propio Andrés Pérez, ”las personas no somos marcas ni productos. Las personas no somos ni tenemos marca, sino que la dejamos. Las personas no somos productos, el producto es lo que hacemos y ofrecemos, y eso es lo que nos permite ocupar un espacio mental en otros”, nos cuenta. Y, aunque parece evidente, no está de más recordar que la marca es ‘personal’ porque la deja una persona y no una entidad u organización. Es esa ‘esencia’ la que trabajamos y la que perseguimos, y no depende del sistema operativo que tengamos instalado en nuestra sobremesa, sino de la forma en que aplicamos criterios básicos de potenciación de aquello que ofrecemos.
Y para ello, si nunca lo hemos hecho, debemos buscar nuestra propia identidad, explorando con detalle nuestra propia organización (la formen diez personas o nosotros solos). Ese proceso de introspección es necesario para saber con claridad dónde se hallan nuestras fortalezas y cuáles pueden ser los principales obstáculos y amenazas del camino. Es la primera de las fases que me gusta siempre destacar en estos casos. De hecho, siempre me gusta definir este proceso en tres partes:
1/ Autoconocimiento (esa introspección hacia tu valor de la que he hablado).
2/ Foco (qué queremos conseguir con nuestra marca y qué imagen queremos irradiar a los que nos ven).
3/ Plan de comunicación (cómo lo vamos a hacer, con LinkedIn como herramienta relevante para ‘mostrarnos al mundo’ como queremos mostrarnos).
Sólo tras ese proceso, pueden surgir las opciones de crecimiento y el verdadero uso de lo que entendemos por ‘marca personal’. Un concepto que nos ayudará a sumar a nuestra actividad, a partir de algo tan elemental como el peso que tiene el factor humano.
Además, añadamos a todo esto el vínculo claro entre esta ‘marca personal’ y los ‘recursos humanos’ tal como los conocemos y los encajamos en nuestras empresas. Y es que cada vez estos términos están más ligados, una vez las corporaciones atienden especialmente a la marca personal y a ese ‘aroma’ que desprenden los trabajadores que se postulan para tal o cual puesto teniendo en cuenta parámetros como su ‘reputación digital’ y esmerándose en conocer el perfil de quien podría ser parte de su equipo.
Si antes solo se hacían campañas para conquistar clientes, proveedores, bancos… ahora también se hacen con el objetivo de captar a los mejores empleados, y fidelizar el talento. Para que ese talento se quede en nuestra empresa, cada vez es mayor la apuesta de las empresas por el ‘employer branding’, con el que se conceptualiza la propuesta de valor de la compañía hacia los trabajadores, tanto actuales como potenciales.
Todo esto forma parte de los contenidos que aborda el Máster en Dirección de Personas y Gestión de Recursos Humanos que ESIC Business School imparte con carácter presencial en sus sedes de Madrid, Sevilla, Granada y Pamplona. En el mismo se aborda la relevancia de la ‘marca personal’ en un contexto que apuesta por formar al alumnado en aspectos como la dirección de personas y la gestión de recursos humanos, con un enfoque que va más allá de la gestión del talento.
Recuerda: si en una relación únicamente social, somos nosotros, como personas, los que irradiamos confianza y atraemos a otras personas, esto es extrapolable a una compañía u empresa. Gracias a esa cualidad humana basada en aspectos como la intuición o la empatía, la conexión con semejantes se hace viable… en nuestra vida y en nuestra actividad profesional. El barco que manejamos. El barco del que somos capitanes.