por David Reyero, People Business Partner en Sanofi Iberia.- Mantener un clima gana-gana entre la dirección de una organización y sus agentes sociales es algo esencial para quienes aspiran genuinamente a algo más que “ir tirando y conseguir cierta paz social”. Tomando perspectiva tengo sensaciones contrapuestas sobre cómo estamos evolucionando.
Por un lado, observo con agrado cómo se han reducido mucho los casos de radicalización y relaciones laborales muy tensas y poco constructivas entre dirección y comités de empresa y sindicatos. Esto es positivo porque llegar a acuerdos entre ambas partes (la mayoría de veces imperfectos) y mantener una comunicación fluida y de “reto constructivo” son pilares clave en cualquier organización sana y que quiera desarrollarse con solidez y buen clima laboral.
No obstante, observo que sigue existiendo en la mayoría de organizaciones un “elevado nivel de desconfianza” que provoca que los resultados de las relaciones laborales suelan moverse en “niveles mediocres de ambición y logros” para ambas partes.
No debemos aspirar a reuniones de alfombra roja o a “comités amarillos” que aplaudan sistemáticamente las propuestas de la dirección sin un lógico nivel de reto y crítica. No obstante, como en otros ámbitos del management, tenemos la oportunidad y la necesidad de ir más allá y asumir más riesgos (y quizás incomprensiones) por ambas partes.
Hoy la competitividad es global, la información fluye a la velocidad de la luz, el talento decide cada día donde trabajar, las compañías globales evalúan permanentemente en qué países invertir.
En este contexto tan real y exigente, seguimos gestionando demasiadas veces las relaciones laborales como en el siglo pasado, muchas veces con falta de visión global más allá de nuestra organización, con demasiada confrontación y enfocados en un puñado de elementos de discusión que no siempre abarcan la complejidad del mundo laboral actual.
Un ejemplo es la renovación de los convenios colectivos (sean sectoriales o de empresa) y que muchas veces adolecen de la necesaria visión disruptiva para afrontar un entorno en profunda transformación. Reflejan demasiadas veces las inercias históricas y no una reflexión profunda y valiente sobre qué marco moderno de relaciones laborales necesita ese sector o compañía concreta.
Necesitamos ambicionar unas relaciones laborales más potentes, una mayor cercanía, una cocreación más profunda del futuro de la organización, más anticipación, más transparencia, más valentía.
Los sindicatos y comités de empresa necesitan consolidar su credibilidad, que está hoy lamentablemente muy cuestionada en muchas organizaciones y por muchos profesionales y basada en múltiples razones. Para los que apostamos desde el ámbito empresarial por unas relaciones laborales potentes, retadoras y constructivas, esto es algo preocupante y también nos interpela a jugar un rol diferente. Todos debemos hacer autocrítica y cambiar ciertas mentalidades, estilos de comunicación, formas de trabajar, inercias y creencias limitantes.
Reinventar las relaciones laborales es urgente. Mejorar dinámicas históricas de distanciamiento y desconfianza nos ayudará a construir un mejor futuro que seguramente será disruptivo.
La confrontación sistemática puede dar réditos a corto plazo a ambas partes, pero es pan para hoy y agua para mañana. Creo que no ayuda a lo que realmente necesitamos: redefinir con agilidad, visión global y entre todos cómo nos vamos a diferenciar, cómo mejoraremos nuestra competitividad en un mundo global, qué propósito colectivo queremos consolidar.
Creo que en relaciones laborales sucede lo mismo que en la mejor versión de la política. Los acuerdos coherentes, el rigor, la empatía hacia las posturas opuestas, la valentía y la honestidad no sólo suman sino que multiplican. Hagamos entre todos que esto sea posible.