No teníamos bastante con el director de la felicidad y ahora irrumpe el de la diversión

Maite Sáenz17 marzo 20233min

Por Maite Sáenz, directora de ORH.- El employer branding se ha pasado de frenada y está cosechando lo que ha sembrado: mucho capricho y poco sentido de pertenencia. La lectura de un artículo publicado en El Confidencial titulado “Olvida RRHH, ahora es el Departamento de Diversión: la infantilización del país de las 6.000 startups” me ha dejado el shock. Queremos que se comporten como adultos pero les tratamos como a niños. Esa es la realidad de algunas propuestas de valor al empleado que más se parecen a un parque de atracciones donde la premisa no es qué dar a elegir, por qué y para qué, sino cuánto, al peso y sin para qué.

El país de las 6.000 startups es Israel y su cultura no es la española, pero dado lo rápido que nos enamoramos de las modas, miedo me da que ésta, que ya está instalada en muchas de nuestras empresas, siga progresando hasta el infinito de lo absurdo. Por ejemplo: la buena voluntad de celebrar la inclusión de los colectivos más diversos es un catálogo peligrosamente creciente y una joven profesional israelí se queja de que en su empresa todos están invitados a celebrar el día de la diversidad, de las personas con discapacidad, el del planeta, etc., ¡pero no el del veganismo! “Creo que es un escándalo”, palabras textuales de la chica, que no ha dudado un momento en elevar una queja formal al departamento de Recursos Humanos. Y lo ha dirigido, agarraos porque es para nota, al Head of Fun. No teníamos bastante con el director de la felicidad que ahora irrumpe el de la diversión…

 

Lo curioso del caso anterior, más allá de lo pintón de la reclamación, es que el departamento de RRHH se ha perdido en su propia estrategia. Este en cuestión sí que tiene en cuenta los gustos de los veganos en su comedor, pero se ha olvidado de incluirlos en las demás casillas de su calendario de festejos varios. Tal cual sucede como mucho padres con sus niños, todo nunca es suficiente.

 

Pero la cantidad no es sinónimo de calidad y a pesar de poder elegir, reivindicar y hasta exigir, los profesionales israelíes de estas unicornios devoradoras de financiación apenas duran cuatro años en sus puestos. Se van porque en otra empresa el catálogo es mayor. Al menos eso sucedía hasta que las Tech le han visto las orejas al lobo. Allí también han empezado las contenciones y los despidos. Y yo me pregunto: cuando un director de felicidad o de diversión tiene que gestionar una salida no voluntaria -despido para ir al grano- ¿se cambia el cargo?

 


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