Mi timidez y la entrevista de trabajo

Maite Sáenz19 julio 20237min
Por Ana Blázquez, responsable corporativa de Compensación, Beneficios y CoE de Solunion.- ¿Tenemos menos posibilidades de ser el candidato elegido si somos una persona tímida? Pongámonos en la siguiente situación: finalizo mis estudios y ha llegado el momento de comenzar mi etapa laboral. Busco ofertas de empleo, envío mi solicitud y me llaman para un proceso de selección de una firma que me gusta y, cuando me detallan las fases, me encuentro con que una de ellas es una dinámica en un grupo de diez personas. La empresa y el proyecto me encantan, pero tengo miedo a exponerme a una situación en la que demostrar mis capacidades a la vez que otras personas que probablemente se expresen mucho mejor que yo.

 

Comienzo con dos entrevistas personales, una con Recursos Humanos y otra con la responsable del departamento. Seguidamente me convocan a la dinámica de grupo. Tras pensarme durante varios días si declinar el proceso por no enfrentarme a la situación, finalmente voy a la cita. La dinámica consiste en debatir sobre una situación hipotética y tratar de tomar una decisión todos juntos. Para empezar, nos hacen una pregunta corta a cada uno, y justamente después comienza el debate. Los más extrovertidos se lanzan a dar sus opiniones y argumentos. Prosiguen charlando y charlando entre ellos, cada cual dando una respuesta aún más original. Nunca sé cuando hablar, pues siempre hay alguien que se antepone, y siento que mi opinión no tiene por qué ser la más relevante. De repente, una de las personas de Recursos Humanos irrumpe con una pregunta dirigida a mí: “¿Y tú qué opinas?». Comienzo a dar mi tímida opinión, sin saber muy bien cómo saldrán las palabras, y cuando no llevo apenas ni una frase, otro candidato con opinión contraria me corta, me sonrojo, y ante la situación no vuelvo a hablar. Termina la dinámica, nos dan las gracias a todos por asistir, y con muchísima vergüenza me voy a mi casa, deseando no haber estado allí.

Días después, recibo una llamada al móvil. Son ellos y para mi sorpresa, soy la persona finalista del proceso de selección. Pero ¿qué ha pasado? Si yo sentía que no valía, que no era suficiente porque no había sido capaz de lanzarme a hablar en una conversación con un grupo de recién graduados.

 

¿Qué relación existe entre la capacidad de hablar de forma espontánea ante un grupo de desconocidos o ser el primero que habla en una reunión, y las capacidades para ocupar un puesto de trabajo?

 

Debemos tener en cuenta que para cada puesto de trabajo las habilidades requeridas pueden ser completamente diferentes. Probablemente la empresa no buscara al más charlatán para el puesto, y menos aún tratándose de un puesto ‘junior’, y se estuviera centrando más en otros factores a la hora de relacionarse con los demás, como el respeto hacia las personas o los buenos modales. Además, que en una situación muy concreta nos hayamos cortado no significa que seamos así en todos nuestros entornos. Por poner un ejemplo, podemos tener timidez para hablar en público o ante un grupo grande y, a su vez, ser excelentes conversando de forma individual o atendiendo a personas específicas o grupos pequeños.

Vivimos en un modelo social que promueve la extroversión, por lo que muchas veces tendemos a pensar que aquellos que se expresan mejor y hablan más son más exitosos y tienen más capacidades que otras personas más introvertidas. No obstante, la realidad es que en la sociedad existe una diversidad de personalidades y que todas deben tener cabida en el entorno laboral.

 

La timidez no es más que otra característica y no debería ser un aspecto relevante para la mayoría de puestos de trabajo. En caso de que lo fuera, podríamos estar hablando de que está existiendo un sesgo por parte de las personas encargadas de realizar el proceso de selección.

 

Tampoco olvidemos que, para poder desempeñarnos bien en un puesto de trabajo, gran parte de las cualidades que deberemos tener, aparte de las relacionales, se basan en capacidades de otro tipo, como nuestros conocimientos u otra clase de habilidades (como por ejemplo la capacidad de aprendizaje, el compromiso o el trabajo en equipo).

Además de esto, debemos ser conscientes de que cada persona tiene unas cualidades únicas, así como su propio estilo de comunicación, y que todas pueden ser válidas, relevantes y aportar en la organización para generar entre todos un entorno rico en diversidad.

También es muy importante no caer en efectos de ‘no escucha’ a estas personas más introvertidas en situaciones como reuniones o conversaciones con muchos participantes, pues existe tendencia a que comiencen a hablar los extrovertidos a pesar de no tener información relevante y que, sin embargo, sean otros quienes tengan la clave al problema que se está tratando, pero por su forma de expresión tiendan a decir más con menos palabras.

En definitiva, las personas introvertidas nos pueden aportar cualidades únicas en el entorno de trabajo. Está en nuestras manos aprender de la riqueza de la diversidad, abrirnos a aceptar a las personas tal y como son, y dar oportunidades a quienes no cumplen con los estándares a los que estamos acostumbrados.

Photo by Steinar Engeland on Unsplash.


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