por Elena Martín consultora de Stimulus España.
Nueve de cada diez personas con problemas de salud mental se sienten afectadas por el estigma que rodea su diagnóstico. Derribar este estigma es uno de los principales retos a los que nos enfrentamos en las organizaciones.
El estigma es el conjunto de actitudes, pensamientos y comportamientos, habitualmente negativos, que un grupo mayoritario tiene sobre una minoría que presenta algún tipo de rasgo o marca diferencial. Como resultado, el estigma discrimina, desvaloriza, desacredita y desfavorece a la persona o grupo de personas que lo sufren.
Desde el punto de vista de la salud mental, el principal problema del estigma es que limita la búsqueda de tratamiento profesional de quien lo sufre (Organización Mundial de la Salud) y, por tanto, minimiza su capacidad de recuperación.
Tipos de estigma
En función de quién sea el agente estigmatizador, podemos distinguir cuatro tipos de estigma hacia la salud mental:
- En primer lugar, el estigma social o público, donde la sociedad o comunidad tiene prejuicios y estereotipos negativos hacia las personas con problemas de salud mental, y, en consecuencia, los discrimina.
- El estigma institucional, que hace referencia a la discriminación proveniente de las políticas gubernamentales y privadas, ya sea de forma voluntaria o involuntaria.
- El estigma familiar cuando la estigmatización se lleva a cabo por los familiares de la persona afectada.
- Y, por último, el auto estigma, que surge como resultado de los anteriores y aparece porque las personas que padecen una enfermedad mental internalizan una serie de actitudes y creencias que desvalorizan y discriminan su propio problema.
El auto estigma
La valoración negativa y los prejuicios sobre la salud mental propia hace que la persona que los sufre limite el contacto social a otras personas que también padecen una enfermedad mental, lo que supone un mayor riesgo de marginalización del colectivo o, incluso se autoaísle.
Esto, unido al temor de ser identificado como una persona con problemas de salud mental, hace que las personas que lo padecen oculten su problema al entorno, y, por tanto, limiten e incluso rechacen los servicios y ayuda profesional. Todo ello hace que el círculo del auto estigma se perpetúe.
Estigma de los trastornos de salud mental en el trabajo
Cada vez son más las empresas que deciden hacer frente a los problemas de salud mental de sus empleados, instaurando recursos de apoyo profesional. Sin embargo, el auto estigma y el estigma institucional, presente en el mundo laboral, hacen que la salud mental en el trabajo siga siendo un tema tabú, y los empleados no se sientan acogidos para reconocer, hablar de lo que les ocurre, e incluso, hacer uso de los recursos asistenciales que, desde la empresa, se ponen a su disposición.
Parece evidente, por tanto, que atender a la salud mental en las organizaciones requiere del desarrollo de programas completos que vayan desde su prevención y diagnóstico temprano, hasta la intervención a través de programas específicos en bienestar y la creación culturas inclusivas, abiertas a la salud mental y su éxito comienza poniendo fin a los estigmas.
¿Cómo combatir el estigma de la salud mental?
Para luchar contra el estigma en las organizaciones es importante empoderar a los empleados mediante programas formativos, de tal manera que se tome conciencia y se reduzca el estigma internalizado. Este tipo de programas potencia los recursos de las personas, de tal manera que puedan hacer frente a sus creencias, propias y sobre los demás.
Además, contar con campañas de sensibilización y programas de comunicación específicos, permite a los empleados conocer la importancia de la salud mental y el impacto del estigma.
