Por David Reyero, senior HR Business Partner & Strategic Projects de Sanofi.
El boom del mercado antienvejecimiento corporal es uno de los signos de nuestra sociedad. Su tamaño de mercado mundial ya supera los 50.000 millones de euros anuales con buenas expectativas de crecimiento futuro. Tenemos cada vez más claro que nuestra salud corporal actual nos dará más calidad de vida mañana y, por ello, no dudamos en invertir esfuerzo y recursos para protegerlo, en la medida de lo posible, del inexorable paso del tiempo. ¿Ponemos la misma energía en ralentizar nuestro envejecimiento mental y mantener la “juventud de espíritu”?
Creo que no siempre ponemos tanta atención, quizás porque el desgaste de nuestros ideales sea menos evidente y visible para nosotros y los demás, aunque a medio plazo será muy nocivo. Quizás porque nos cuesta pararnos a pensar y preguntarnos si nuestros niveles de motivación son buenos, si tenemos carburante para afrontar con energía y alegría nuestro viaje. Si estamos demasiados obsesionados por los “qués” (objetivos de corto plazo) y hemos olvidado o tenemos que actualizar los “para qués” (nuestro propósito y legado).
Desilusión laboral: otro virus que se expande
Por la disrupción laboral actual, conozco bastantes personas con perfiles muy diversos pero que coinciden en algo: han pasado en pocos años de una ferviente vocación a ansiar una prejubilación cuanto antes. La energía, la actividad y la curiosidad se han convertido en desmotivación, pasividad y un puñado de ilusiones profesionales marchitas.
Observo esta dinámica especialmente en ciertos colectivos donde escasea el reconocimiento laboral, las condiciones de trabajo son claramente mejorables y no visualizan mejoras o han sufrido una transformación mal explicada o poco acompañada y que les ha descolocado.
Si es crítico reducir el elevado desempleo y temporalidad de nuestro mercado laboral, no es menos relevante abordar este “virus de la desilusión laboral”. Sus efectos ya los conocemos y son perjudiciales: pérdida de talento, insatisfacción laboral, menor contribución a la sociedad, aumento del absentismo…
¿Cómo ‘reilusionar’ a profesionales?
A nivel organizativo los líderes y managers a cualquier nivel deben escuchar más, empatizar más profundamente, entender qué pasa por “debajo de cada iceberg personal”, reconocer más y a tiempo, entender sus motivaciones…
Para ello el punto inicial es generar el ambiente de confianza con el fin de que haya transparencia y libertad para discrepar de los mensajes oficiales. Así se reforzará un pensamiento colectivo crítico y constructivo, que nos ayudará a reenganchar a profesionales que estén menos conectados.
Muchas veces la diferencia son detalles…, pero no somos suficientemente detallistas para valorar a los equipos.
A nivel personal tenemos que tomar más perspectiva y agradecer más lo que tenemos. No para dimitir de nuestras justas ambiciones de mejora ni dejar de criticar lo que deba mejorarse, sino para evitar entrar en “espirales de negatividad” que nos impidan disfrutar de nuestra vida, con sus luces y sombras.
Luis Galindo afirma, con buen criterio, en su gran libro Reilusionarse, lo siguiente:
Estamos en una sociedad con el mayor grado de confort como nunca habíamos tenido, pero estamos perdiendo la capacidad de disfrutar y sorprendernos por las pequeñas cosas. Nos habíamos olvidado, con tanta opulencia, de disfrutar de los pequeños -grandes- placeres y muchas veces esperamos a una situación extrema para valorar lo cotidiano”.
Quizás, en algunos casos, el pasado laboral era mejor y más fácil, pero probablemente no vaya a volver; en otros casos, nunca hubo un buen pasado. En todo caso, tenemos que construir entre todos un mejor futuro.
Balzac afirmaba brillantemente que “la resignación es un suicidio cotidiano”. No nos resignemos a vivir sin ilusiones, a pesar de que las circunstancias nos lo pongan difícil en muchas ocasiones.
Foto de Peter Conlan en Unsplash
