Con la declaración del estado de alarma del pasado 14 de marzo, el teletrabajo se ha implantado de manera rápida, y necesaria, en gran cantidad de empresas, pasando del 4% al 88% con respecto a antes de esta crisis, según un estudio de EAE Business School. Una adaptación que ha llegado a multitud de compañías en las que, hasta ahora, trabajar desde casa era algo impensable, no tanto por su imposibilidad técnica, como se está demostrando estos días, quizá, más bien, debido a una falta de conocimiento de la metodología y por la desconfianza hacia un sistema no presencial.
Los programadores y desarrolladores formamos parte de uno de los sectores profesionales, como es el IT, en el que teletrabajo está más asentado y extendido. Acostumbrados a trabajar en entornos remotos, para nosotros es algo cotidiano ejecutar proyectos con equipos deslocalizados, llevándolos a cabo de igual manera si nuestro equipo se sienta en la mesa de al lado, trabajamos desde casa o nos encontramos en diferentes partes del mundo.
Hay que reconocer que antes de esta excepcional situación generada por el coronavirus, al igual que sucede en otros sectores, no todas las empresas tecnológicas habían apostado por la implementación del teletrabajo. También podemos afirmar que, muchas de las compañías que lo facilitan, y que hace tiempo que se subieron a este carro, lo hicieron con el objetivo de abaratar costes. Se adopte esta modalidad por el motivo que se adopte, ya sea por obligación o por estrategia empresarial, los análisis al respecto inclinan la balanza hacia una mayor productividad entre los profesionales que lo practican. En este sentido, el INE calcula que los teletrabajadores son entre un 5% y un 25% más productivos que los trabajadores presenciales.
Es muy probable que estos altos porcentajes de rendimiento laboral vayan unidos a la ejecución de hábitos muy adquiridos entre quienes ya estamos acostumbrados a este tipo de trabajo. Por ejemplo, en el ámbito de la programación y el desarrollo tratamos de utilizar herramientas ágiles que favorezcan la comunicación diaria y cotidiana entre el equipo, que permitan el control y seguimiento de las tareas así como un feedback constante. En definitiva, mecanismos que faciliten el trabajo y que posibiliten su ejecución del mismo modo como se realizaría en presencial.
Las comunicaciones por correo y mensajería chat, las llamadas de voz y de vídeo con posibilidad de compartir pantalla, el uso de herramientas online para la gestión y planificación del trabajo o el acceso a recursos de almacenamiento en la nube son prácticas habituales y básicas en el desarrollo del teletrabajo. Su uso se está generalizando durante el confinamiento debido a la obligatoriedad y necesidad de trabajar desde casa y, aunque en muchos casos se está aprendiendo a marchas forzadas y con cierta escasez de recursos, se está demostrando una gran capacidad de adaptación y un rápido aprendizaje en plantillas y empresas donde este sistema resultaba impensable hace poco más de un mes.
Para los empleados, el teletrabajo tiene importantes ventajas que, sin duda, también influyen de manera muy positiva en las cuotas de productividad. Entre sus bien conocidos beneficios trabajar desde casa permite ahorrar tiempo y dinero, facilita la conciliación entre la vida personal y la profesional y ayuda a reducir el estrés. Además, evita desplazamientos, minimiza el riesgo de accidentes laborales y es una opción muy útil y práctica para personas con problemas de movilidad o con dependencia de dispositivos médicos, por ejemplo.
En el terreno laboral, la inusual situación que estamos viviendo es toda una oportunidad para que la práctica del teletrabajo sea testada y, posteriormente, pueda ser adoptada y aplicada por empresas y sectores en los que anteriormente ni se contemplaba. Y, quién sabe, quizá este también sea un buen momento para fijarse en otro de los fundamentos de la industria IT, como es el trabajo por objetivos. Una modalidad aún no muy extendida y estrechamente relacionada con el teletrabajo y la productividad que, explicada de una manera muy simple, se enfoca en la finalización de un proyecto en el plazo acordado.
En definitiva, ambos sistemas se basan en la confianza en el equipo profesional y en su responsabilidad, algo que va mucho más allá del contacto físico y del fichar por horas. Porque, ¿de verdad se trabaja siempre más yendo a la oficina y cumpliendo un horario estricto? Está demostrado que no.
Por Sergio Ferraz, Software Engineer y colaborador de JBCNConf.