Con las leyes que están cayendo crear empleo es de valientes

Por Maite Sáenz, directora de ORH.- ¿Una reforma laboral silenciosa y sin diálogo social? No, la pregunta no es mía, pero ojalá se me hubiera ocurrido a mí. La escuché ayer en un interesantísimo encuentro sobre el panorama jurídico-laboral actual del que salí pensando si lo que está haciendo nuestro actual gobierno es fruto de mi incapacidad para entender la bonhomía de sus intenciones o de un sentido del humor, retorcido e hiriente, que no acabo de pillar. Me resisto a pensar que algo tan descabellado sea fruto de la premeditación y la alevosía, pero cada vez me quedan menos resquicios para la duda. No voy a hacer aquí un análisis de las normas laborales que nos ahogan ahora y que amenazan con abrir la cancela del patíbulo y dejarnos caer inertes con las próximas que se avecinan; ni tengo el conocimiento ni tengo la inconsciencia de hacerlo. Pero sí que voy a hablar desde la visión doliente de quien quiere crear empleo y tiene miedo de hacerlo.

Para las leyes todos somos iguales… salvo que interese que no lo seamos. Y ahora interesa y mucho, depende de en qué y para qué. Ahí está todo lo que tiene que ver con el abanico de posibilidades que ofrece la diversidad en su sentido más desproporcionado posible. Pero no voy por ahí, que eso y su casuística aún no ha afectado en todo su esplendor al mundo del trabajo, aunque lo hará. Lo que no interesa es ver cómo nos afectan las recientes leyes, laborales o no -porque este gobierno es un mago a la hora de camuflar lo laboral en lo no laboral- a las empresas ya seamos grandes, medianas, pequeñas o minúsculas. Nuestra diversidad es evidente y, a la vez, invisible.

Hablemos de lo que significa la Ley 15/2022: prácticamente la nulidad del despido en situación de baja médica por asimilación a situación de discapacidad. Una aberración en toda regla difícil de lidiar para las grandes organizaciones e imposible de asumir para las pequeñas y las nano. Y qué decir de la compensación de los costes del teletrabajo. Ni aun asumiendo el trabajador que el ahorro en desplazamientos le compensa los gastos de luz y demás minucias la empresa puede soslayarlos. Recordemos que los márgenes de una pyme son, las más de las veces, el canalillo de su supervivencia.

Tengo la suerte de poder estar al día de todas estas cuestiones pero imaginad cómo se quedan quienes se topan con ellas por la vía de los hechos. Algunos pronunciamientos de las salas de lo Social son el último rejonazo para muchos negocios de proximidad, esos que se reivindican en los discursos pero que son estrangulados a golpe de burocracia, impuestos y leyes desproporcionadas. Todo es el colmo de la incoherencia. Siempre se ha dicho que emprender en España es llorar y yo añadiría que en los tiempos que corren crear empleo en España es reducto para valientes.