por Ángel Corbacho Cuecas, psicólogo y arteterapeuta.
El ser humano es social, crece y se desarrolla en el contacto con los otros. El deseo humano de tener vínculos de parentesco, como la amistad o el amor, forma parte de nuestros pilares culturales. Esto tiene origen en nuestros inicios como especie, ya que la vinculación socio-emocional favorecía una mayor probabilidad de supervivencia individual y de grupo. Por ello, la necesidad de compañía se ha ido desarrollando como una de las necesidades fisiológicas humanas más básicas, llena de códigos y matices culturales, y una a la que más tiempo dedicamos.
Sin embargo, cómo nos relacionamos con otras personas y cómo esto afecta a nuestras capacidades para funcionar en grupo es algo que se aprende individualmente a medida que crecemos. Nuestro primer encuentro con los grupos y las relaciones sociales es, para la mayoría de las personas, nuestra familia. Una familia que a su vez está encajada en la cultura y que nos ayuda a entrar suavemente en la complejidad de reglas y rituales intrínsecos a cada sociedad.
A medida que crecemos, estamos expuestos a más personas. Fuera de nuestras familias inmediatas y ampliadas, entramos en contacto con los amigos de nuestros padres y compañeros de trabajo, así como con otros niños de nuestros barrios y escuelas, y empezamos a cultivar nuestras relaciones interpersonales.
Las relaciones interpersonales
Las relaciones interpersonales pueden definirse como un vínculo o conexión social entre dos o más personas. Las relaciones interpersonales pueden formarse entre familiares, amigos, estudiantes, compañeros de trabajo y otros. Las relaciones interpersonales ayudan a las personas a desarrollar un sentido de pertenencia, a agudizar las habilidades de comunicación y a mejorar la capacidad de trabajo en equipo.
¿Cómo afectan las relaciones interpersonales a la dinámica del equipo?
La necesidad de mantener relaciones interpersonales satisfactorias y placenteras se desplaza a todos los ámbitos de pertenencia personal. En ese sentido, una situación laboral que aleje o incluso intoxique estas relaciones repercute negativamente en la percepción del trabajador hacia el entorno laboral y disminuye su satisfacción. El trabajador atribuye el ambiente como hostil o indiferente y puede perder el vínculo que le permita dar valor o sentido a su tarea.
Por otro lado, un entorno laboral con relaciones interpersonales efectivas fomenta el acercamiento y la cooperación. La fortaleza de estas relaciones hacen que la comunicación entre los miembros del grupo sea más eficaz.
¿Cómo se pueden mejorar las relaciones interpersonales en el trabajo?
Establecer buenas relaciones de equipo es crucial para obtener buenos resultados rápidamente. Por eso, dedicar tiempo desde el principio a crear un vínculo de confianza y humanizado, que, no obstante, espere y valore el buen rendimiento, ayudará enormemente a establecer la base sólida de un buen clima de grupo. Hay diversas estrategias que favorecen la cohesión en las relaciones de compañerismo. Estas formas de fomentar la compenetración y la comunicación con su equipo sentarán una base sólida para ellos:
1. Practicar la escucha empática.
Se ha escrito mucho sobre cómo ser un oyente activo, y es uno de los pilares básicos para crear relaciones interpersonales. Esto incluye prestar toda la atención posible a la persona que se tiene delante, minimizar las distracciones, reflejar las emociones transmitidas y demostrar tu comprensión haciendo preguntas.
Pero hay otra forma de establecer buenas relaciones con tu equipo a través de la escucha, y es dirigir las reuniones de forma que todos tengan voz y se sientan escuchados. Permitir que todo el mundo tenga un turno de palabra ininterrumpido, como mínimo, hará que los miembros del equipo se sientan escuchados y valorados.
Si los miembros del equipo no son capaces de mostrar empatía entre ellos, no podrán conectar y entenderse. Para reforzar la unión se recomienda establecer reuniones frecuentes cara a cara con los miembros del equipo para crear vínculos fuera de la comunicación laboral diaria. O bien, preguntar con regularidad si puedes hacer algo desde tu posición para ayudar al empleado o a equipos.
2. Apreciar los puntos fuertes de los miembros del equipo.
A todo el mundo le gusta sentirse apreciado y reconocido, especialmente en lo que respecta a habilidades o puntos fuertes específicos. Si te enfrentas a un proyecto o situación difícil, pide consejo a un miembro del equipo que sepas que es fuerte en esa área y hazle saber que confías en la habilidad de esa persona. Nunca hay que dar por sentado que las personas saben que son reconocidas, es beneficioso confirmarlo con cierta frecuencia.
3. Fomentar un entorno de bienestar en el trabajo.
Si los miembros del equipo sienten que su bienestar no es una prioridad o que no se respetan sus límites, su moral baja drásticamente y les resultará más difícil crear y apreciar relaciones interpersonales en su entorno de trabajo. Es necesario adoptar medidas para mejorar el bienestar en el lugar de trabajo, como la implantación de un programa de bienestar o días libres personales por motivos de salud mental o fatiga, entre otras medidas.
4. Actividades de equipo fuera del trabajo.
Para fortalecer relaciones es necesario crear actividades en equipo en las que se pueda comunicar vivencias más allá de lo laboral. Tanto si se trabaja en una oficina como si se forma parte de puestos remotos, la programación de actividades de formación de equipos es esencial para hacer crecer y mantener una dinámica de equipo saludable.
5. Desarrollar valores compartidos.
Los valores son las reglas a menudo tácitas por las que actuamos, guían nuestras decisiones y comportamientos. Establecer valores consensuados y grupalmente valorados por el equipo fundamenta relaciones de grupo sólidas en dirección vertical y horizontal. Cuando los individuos están de acuerdo con los valores se cimenta eficazmente el equipo, proporcionando un vínculo común entre todos los miembros. Entender tus propios valores empresariales y personales puede ser una buena manera de empezar antes de buscar e implantar en los demás empleados.
6. Preguntar opiniones y consensuar soluciones.
Esta forma de comunicarse tiene varios beneficios. Demuestra interés por el equipo, tanto personal como profesionalmente. Adoptar un estilo de interrogación y orientación como líder también permitirá a los demás centrarse más en las soluciones, lo que a su vez capacita y valora a las personas. Las preguntas pueden fomentar una cultura de exploración e innovación entre los miembros del equipo, especialmente si el responsable de equipo es un modelo de persona que profundiza en cuestiones nuevas, en lugar de limitarse a aceptar lo establecido. Una cultura de equipo que hace preguntas también puede estar más dispuesta a «probar» y, por tanto, correr el riesgo de fracasar un poco más a menudo. Un líder que inspira a los demás a asumir riesgos y a sentirse cómodo con el «fracaso», al tiempo que los apoya, inspirará una enorme lealtad.
7. Aprender a reconocer las emociones en los demás.
Aunque sea un tema muy mencionado es importante resaltar que la inteligencia emocional es otro componente crucial del liderazgo. Uno de sus aspectos consiste en ser capaz de reconocer y nombrar las emociones, tanto en uno mismo como en los demás. Reconocer respetuosamente el estado emocional de los demás permitirá a un líder demostrar empatía y modificar su forma de comunicarse para ser escuchado.
Las organizaciones piden a gritos herramientas para que sus equipos sean más eficaces. La creación de un buen equipo es un paso crucial en recursos humanos. Pero los intentos han sido muy dispares. Si se envía a un grupo de ejecutivos a la naturaleza durante dos días, puede que se diviertan y aprendan algo sobre los demás, pero eso no significa que vayan a desarrollar espontáneamente nuevas habilidades de trabajo en equipo.
Finalmente, es importante destacar que no todo está perdido. Cualquier clima laboral, siempre que la cultura empresarial y la historia compartida lo permita, puede cambiar con dedicación y actividades como las arriba mencionadas. De la misma manera, cualquier situación estable y con buen clima laboral puede perder su fortaleza si se descuidan las necesidades humanas comunicativas y de vinculación. Invertir en un equipo sólido y con un buen ambiente grupal es crear unas bases sólidas para un buen funcionamiento organizativo.