Entrenando la resiliencia en los 80

Maite Sáenz25 julio 20184min
resiliencia
Yolanda Romero, socia fundadora de Intalentgy, nos propone 2 minutos de pausa: un contexto, una breve historia y unas preguntas para la reflexión dan forma a su sección de Microrrelatos Twitteros que arranca con una historia sobre el compromiso, nuestro nivel de autoexigencia y lo consecuentes que debemos ser con nuestras circunstancias.

Contexto

Según la OMS, los estados de ansiedad y depresión actualmente son frecuentes en todo el mundo y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas. La llaman la enfermedad silenciosa. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave. En el peor de los casos el suicidio, que es la segunda causa de muerte en el grupo de entre 15 a 29 años. Se hace necesario hacer un trabajo de prevención desde niños y prestar atención a nuestra capacidad resiliencia, nuestra capacidad de afrontar situaciones  adversas e inesperadas y salir fortalecido de ellas. Es vital para movernos en un mundo VUCA como es el actual.

Microrrelato: Entrenando la resiliencia en los 80

Tenía 12 años y llevaba al menos 1 hora pintando meticulosamente el arlequín en aquel espejo, ¿recordáis ese trabajo manual? Era muy de los 80… como los arlequines J. Consistía en coger un espejo y hacer un dibujo en la parte trasera, luego con un punzón ir rayando con muuucha paciencia la superficie del dibujo que quería ser pintada. «Cuanto más complejo sea el dibujo más valor tendrá por su dificultad», decía mi padre, que muy generosamente se ofreció a seleccionar el dibujo conmigo, pero de lo de rayar… nada de nada. En esto del rayado tardabas días porque, claro, se hacía en los ratos libres después del cole, ¡toda una extraescolar vamos! ¡y barata! Y ahí estaba yo, casi terminando mi pequeña obra de arte. ¡Listo! ¡Estaba orgullosa de mi trabajo! Dejé secando el espejo en la pequeña mesita de mi habitación que compartía con mi hermana de 6 años y me fui a lavar pinceles. De repente escuché un ¡crasch!… ¡no! …¡no, no, no, no…! pero sí. Mi hermanita del alma, jugando, empujó la mesa con la mala suerte de que el espejo cayó al suelo y obviamente se rompió.

No os voy a engañar, el control emocional con doce años…es limitado, y cuando llevas dos semanas sin salir por la tarde con el tema del espejito… casi nulo. Estaba frustada y rabiosa, no puedo negar que estuve de uñas con mi hermana un par de días. Mi padre, viéndome como un basilisco me preguntó, -y después de esa pataleta… ¿qué? ¿Qué vas a hacer?-. La pregunta en sí me enfadaba aún más, ¡pues que iba a hacer! ¡Empezar de nuevo!

Cuando dejé quejarme de la situación y la acepté (no sin ayuda), comencé con un nuevo espejo (y ahí se acabó la ayuda). La verdad, fui más rápido. Conocía dónde había perdido más tiempo, sabía que era mejor empezar con un punzón más grueso para la primera capa y otro fino con más precisión para apurar, sabía que combinación de colores era la buena e incluso modifiqué algo el dibujo…Recuerdo que me pusieron un sobresaliente, como a la mitad de la clase creo. Pero eso daba igual, porque sabía que el resultado era mejor que el anterior. Yo me sentía mejor que con el anterior; y es que a veces empezar de cero es la única forma de crear una versión mejor, por muy frustrante que sea.

59’’ para la reflexión

  • ¿Cuánto te cuesta aceptar las situaciones poco agradables e inesperadas? ¿Cuánto tardas en ponerte manos a la obra en lugar de quedarte en el plano de víctima?
  • ¿Y tú organización, es resiliente?

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