El trabajo se ha convertido en algo más que tener una fuente de ingresos; también es una fuente de salud, tal y como declara el 71% de los encuestados en el estudio “Un empleo contra la exclusión”, realizado por la Fundación Adecco a 1.000 personas en riesgo de exclusión socialaboral por circunstancias como la edad o la discapacidad.
Tener empleo es tener salud porque ese porcentaje de encuestados afirma que el acceso a un puesto de trabajo les ha ayudado a mejorar la autoestima y salud laboral. Esto es así hasta el punto de que el 65% también asegura que el empleo les ha mejorado en sus relaciones familiares y sociales.
Siguiendo esta línea, el 25% asevera que el tener un trabajo les ha incrementado su nivel de consumo de actividades de ocio y entretenimiento como: ir a restaurantes (60%), cine (42%), viajes (40%), deportes (40%), actividades culturales (17%) o actividades al aire libre (35%).
Aunque, aparte de salud, el disponer de un puesto de trabajo ayuda a mantener responsabilidades, tal y como relata el 58% de las personas objeto de este estudio. Estos encuestados dicen que el empleo les ha permitido hacer frente a gastos báscios que antes no podían ejercer como los derivados de la alimentación y los suministros básicos (agua, gas, luz…).
LA PRECARIEDAD: UNA BARRERA PARA SUPERAR LA EXCLUSIÓN
El 30% de las personas encuestadas en este estudio declara tener, en la actualidad, un puesto de trabajo. Sin embargo, se mantienen en una situación de especial vulnerabilidad como consecuencia de su situación laboral ocasionada por la parcialidad de la jornada laboral y los bajos salarios principalmente.
Esto quiere decir que, aunque el empleo es una de las grandes herramientas para poner freno a la exclusión, no siempre hace que se salga de una situación de vulnerabilidad social. En este sentido, el 76% de los encuestados con empleo, afirma ganar menos de 15.000 euros brutos anuales. En concreto, un 45% de las personas encuestadas en riesgo de exclusión sociolaboral con empleo asegura que no supera los 10.000 euros brutos anuales, y un 60% de ellas afirma que al menos una persona depende de sus ingresos. Si comparamos esta situación con el umbral de riesgo de pobreza (Encuesta de Condiciones de Vida del INE), se observa como en muchos casos trabajar no les permite superar una situación de exclusión social.
