
Según nos comenta el investigador principal de Jacobson, Elías Azulay, “El esfuerzo de adaptación a las nuevas metodologías debe estar compartido por el trabajador y la empresa, donde el factor fundamental a tratar es el conjunto de características cognitivas y emocionales que cada individuo posee y su nivel de afinidad con la propuesta de valores de la compañía”.
Hasta hoy no existía una evaluación de carácter predictivo que nos mostrase las tasas de adaptación de las personas a las meta-competencias requeridas, como por ejemplo, aquellas que hacen referencia a la colaboración humana con robots y automatismos, gestionar el comercio electrónico, establecer una nueva logística de distribución o disponer de la capacidad de sintetizar una gran cantidad de datos resumiendo acontecimientos en indicadores (KPIs).
Nos comenta Azulay que “El estereotipo de operador digitalizado o incluso de directivo de la industria 4.0 es el de una persona joven, inquieta y hábil con la tecnología. Pero en la realidad eso no es así. Se trata de gente que se adapta a unos protocolos de uso donde no existe una edad ideal ni unas características tecnológicas concretas, salvo para puestos muy especializados. Sobre este último caso, le tengo que decir que la inmensa mayoría de personas que trabajan en estos puestos especializados tienen más de 40 años”.
En las mediciones realizadas por Jacobson en el sector industrial se ha detectado que únicamente el 23% de los trabajadores poseen las intensidades necesarias en las condiciones emocionales y cognitivas requeridas para adaptarse satisfactoriamente a un escenario digitalizado. Sobre el 77% restante, se conoce que la mitad de estas personas serán sustituidas por procesos automatizados y que la otra mitad de los puestos, incluyendo RRHH y Marketing, tendrán que ser redefinidos con una nueva arquitectura y concepción.
Estas mediciones han sido realizadas a través del Test psicogénico Azulay Bernstein, el cual consta de 59 breves enunciados que nos ofrecen el código ADNe o Persotipo (perfil emocional del individuo). Su innovador modelo algorítmico replica el modelo neurotransmisor, aportando una información personalizada cuya confiabilidad es del 97%. El resultado ofrece la evaluación contrastada y precisa de 180 puntos clave, los cuales se encuentran agrupados en diferentes bloques que aportan un resultado global sobre las características requeridas para una perfecta adaptación a la digitalización.
Nos dice Azulay, “Como puede percibir, los resultados de esas 180 líneas y su agrupación es absolutamente numérica. Se trata de un esquema en racimo, lo que permite una perfecta trazabilidad progresiva y regresiva que ayuda a incidir en los puntos realmente necesarios de forma totalmente customizada, alcanzando así tasas de adaptación en más del 50% de los trabajadores y directivos. En un plazo de 5 años esto será una realidad. Si no actuamos ahora, no habrá posibilidad de recuperación”.